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En la antigua Grecia,
como ha demostrado María Luisa del Barrio Vega[i],
en el sepulcro se pretende la pervivencia del difunto, al que se hacen elogios
en ocasiones, en otras se llama a los caminantes para que respeten la tumba,
hay epigramas específicos de los caídos en combate, así como otros expresan el
dolor por el muerto. Algunos epigramas contienen datos biográficos y en otros
se expresa la consolación que se desea, en no pocos se indican las causas y
circunstancias de la muerte, por ejemplo, si esta ha sido prematura.
Los sepulcros eran
reflejo de la sociedad, pero también de las relaciones familiares; en
ocasiones los epigramas muestran las creencias del difunto y motivos gnómicos,
con sentencias morales. No faltan epitafios dedicados a animales, y otros que
señalan maldiciones contra los profanadores, a los que dedicamos el resumen que
sigue.
En una losa de mármol
del siglo I a. de C., en Creta, se lee el siguiente epitafio: no ultrajes mi sagrada tumba, caminante, no
vaya a ser que sobre ti caiga la amarga cólera de Agesilas[ii].
Una estela en Frigia, del siglo I a. de C., dice: di, mujer, tu linaje, tu patria, y de qué manera has muerto y partido
al Hades, desdichada e infeliz esposa, para que los caminantes al pasar
conozcan tu triste e infortunada vida…Una estela con relieve, en el Pireo,
de los siglos II-III d. C., dice: Apolonio
de Sinade[iii]
yo soy, servidor de Mosco, y en este lugar yazco bajo esta pulida estela tras
una muerte prematura. Ante ella pasa siempre en piadoso silencio, extranjero, y
no pongas tu mano en ella con ánimo de dañarla…
En un sarcófago de Cilicia,
de los siglos II-III d. C., se dice: A
Atenodoro y a su esposa Aba una sola tumba común guarda… que ningún otro
cadáver sea enterrado después junto a ellos; de lo contrario, deberá pagar con
el mismo castigo que sufren los malhechores y los violadores de tumbas… En
una basa de altar con busto, en Frigia, de los siglos II-III d. C., se dice: Este sepulcro vacío me guarda gracias a la
piedad de mi padre. Porque cuando recibí la muerte no fui enterrado en esta
tierra, sino que me cubrió el polvo de Esmirna… Quien destruya la imagen sepulcral
de mi hijo, caiga del mismo modo víctima de una muerte prematura. En una
estela ateniense de mediados del siglo II d. C. se dice: Yo soy Agnes, hija de Asia, joven virginal. Te lo suplico: no toques mi
tumba con mano violenta e impía, ni dejes de echar sobre mí un poco de tierra.
Te lo ruego por Zeus, protector de los extranjeros. Que os vaya bien.
En una estela de Cos,
quizá del siglo II d. C, se escribió: …su
madre enterró entre lágrimas. Si alguien se atreve a abrir esta tumba y remover
los huesos, que todo su linaje perezca de mala muerte. En una losa de mármol
de los siglos II-III d. C. (Nápoles) se dice: Ojalá que todos gocéis de la vida de igual modo, caminantes, si
conserváis intacto este sepulcro de alguien que murió antes de tiempo. En
el zócalo de un templete de Termeso[iv],
que forma parte de un sepulcro familiar, se lee: …no pongáis con ánimo dañino vuestras manos sobre nuestro sepulcro ni
sobre nuestros cuerpos. Mas si alguno hay tan impío que ignore las palabras del
muerto, sepa que Ate vive…diosa vengadora de los muertos…
En una estela con
relieve (Tesalia) del siglo III d. C. o posterior, se dice: Si alguien daña la imagen de mi estela, que
no pueda esconderse de ti, oh Sol, y que sufra más daño que yo. Un
sarcófago de Tebas (Beocia), del siglo III d. C., contiene la siguiente
inscripción: Losa de fúlgido mármol soy y
en mis entrañas guardo a un hombre, Nedimo, que duerme un bello sueño y habita
entre los muertos, a quien la Asamblea [concedió] para su honra una corona de
oro. Otro tanto hizo el Consejo, lo que [sirvió de] consuelo a sus hijos. El
cuerpo de un león reposa [aquí…]. Su hijo Zosimo me mandó esculpir, ya que es
un honor [que corresponde a los muertos]… Quien se atreva a entregar en mi regazo
otro cadáver que no sea el hijo del padre que guardo en mis entrañas, pagará a
la ciudad y al tesoro público diez mil [denarios]…El autor de este texto ha
hecho que hablase la losa de mármol, lo que confiere una gran originalidad al caso. En una estela ateniense de los siglos III-IV d. C.[v],
se dice: No muevas esta piedra de la
tierra, hombre malvado. Si lo haces, cuando mueras no recibirás sepultura,
desgraciado, y los perros te arrastrarán.
En un sarcófago romano
del siglo IV de nuestra era, se lee: Si
alguien se atreve a enterrar a otra persona junto a este, pagará al fisco tres
veces dos mil [denarios]. Otros tantos depositará igualmente en Porto. Y será
también castigado por ultrajar el sepulcro. En un bloque de mármol de Ceos
(siglos IV-V de nuestra era) se escribió: Si
quieres seguir mis pasos y remover mis huesos con tus manos, detén tu pie fuera
de la puerta y nunca lo lleves dentro. No es lícito que me saques fuera de mi
morada. En una estela de Tanagra (Beocia) del siglo V de nuestra era, se
escribió: No aceptes, tumba, ningún otro
cadáver junto a los que aquí reposan…Nunca ultrajes ni te burles de los
muertos, ni vomites nunca una palabra con espíritu falso; no calumnies a los
que ya no existen no sea que de ti se apoderen el flameante juicio y los
torbellinos de la Gehenna[vi]…Hombre
que estás encima, no ultrajes con tus pisadas a los que debajo yacen, ni te
sientes sobre los muertos mientras descansas. Porque también a ti te aguarda un
sepulcro semejante…
En los ejemplos que se
han seleccionado, y que son muestra de varios siglos, parece haber una preocupación
por el respeto a los muertos, lo que no es exclusivo de la espiritualidad
griega; se repiten las amenazas dando la sensación de que el que las escribe o
mandó escribirlas, tiene la seguridad de que se cumplirán sus maldiciones.
Algunos textos son de una belleza literaria extraordinaria, pero otros reflejan
una gran diferencia con respecto a los epitafios cristianos, por
ejemplo. Las penas que se prevén para quienes no respeten lo que se pide en las
epigrafías, parecen dar a entender que desde el más allá se podrán imponer al
margen de las autoridades, que seguramente no podrían vigilar quiénes respetaban
las tumbas y quiénes no.
Parece haber un temor o
prevención, especialmente, contra los caminantes o extranjeros (seguramente lo mismo), pues no siendo del lugar quizá tuviesen menos escrúpulos en
profanar las tumbas. En todos los textos subyace una preocupación por
garantizar el reposo de los restos de aquellos que alguna vez fueron vivos.
[i] “Epigramas
funerarios griegos”. El presente resumen se basa en esta obra.
[ii] Epíteto
de Hades, “el que conduce a la gente”.
[iii] Ciudad
de Frigia.
[iv] Sur de
Anatolia.
[v] La
autora duda sobre esta cronología.
[vi] Al
parecer algunos reyes de Judá sacrificaron allí (cerca de Jerusalén) a sus
hijos. También se puede entender que se trata del infierno o el purgatorio…