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Los noventa años de
vida de Alexander Humboldt son prolíficos como en pocos casos se habrá podido
dar. Estudió los paisajes geográficos y celestes, fue científico y al mismo
tiempo divulgador, estuvo en contacto con pueblos indígenas de América y
describió la geografía de territorios peruanos, ecuatorianos, colombianos,
venezolanos, antillanos, mexicanos y aún de algunas ciudades como Filadelfia y
Washington.
Sus conocimientos
abarcan la astronomía, las ciencias naturales, la geología y otras disciplinas,
plasmando en una obra inmensa todas sus experiencias que, en el caso de
América, cobraron la forma de atlas, dibujos y narraciones.
Desde el oeste de
México exploró las regiones de Guanajuato, Ciudad de México, Taxco, Puebla,
Veracruz y, viajando por el golfo de México, llegó a La Habana, Trinidad[i] y de aquí, a Cartagena de Indias. Exploró el Orinoco y llegó a las regiones de
Angostura, San Fernando, Cumaná, Barcelona y Caracas. Desde Zapote[ii]
siguió en dirección sur por el río Magdalena hasta Honda y Bogotá; luego
Cartago y de nuevo hacia el sur en dirección a Quito, Cotopaxi, Chimborazo,
Loja, Cajamarca, Trujillo, Lima y, por mar, regresó a Acapulco. Desde La Habana
viajó también por mar hasta el nordeste de Estados Unidos, para regresar a
Europa.
Ríos y zonas
montañosas, selvas y paisajes nevados, zonas ecuatoriales y climas fríos,
costas e islas, el altiplano mexica y la costa del Pacífico. Su obra es
inmensa. Taxco, por ejemplo, al sur de Ciudad de México, es una población en
medio de cerros y montañas que describió el geógrafo prusiano; Cotopaxi, al sur
de Quito, se encuentra en plena cordillera andina con su volcán que conoció y
describió Humboldt. ¿Qué reflexiones haría este cuando llegó a Cajamarca, lugar
donde se produjo el encuentro entre el inca Atahualpa y Pizarro en 1532? No
podría nuestro personaje dejar de considerar los aspectos humanos de la
conquista, la ferocidad de unos y otros, las víctimas, los conflictos entre
españoles y el lento sometimiento de aquellos indígenas, habitantes del noroeste
del actual Perú.
Humboldt, en su “Cosmos”,
nos ha dejado las sensaciones vividas durante los años en América, entre 1799 y
1804; no se limitó a la mera descripción, que en su caso es minuciosa,
abundante y certera, sino que mostró la pasión que le inspiraron aquellas tierras inmensas, sin parangón en Europa.
Salió en compañía de su
amigo Bonpland, médico y botánico francés, del puerto de A Coruña para un viaje
que marcaría un antes y un después en la historia de la Geografía, pero también
fue el grandioso preludio de otras muchas expediciones geográficas y
científicas que se hicieron durante el siglo XIX. El viaje de los dos amigos –más
bien epopeya- no fue lineal; muy al contrario, estuvo entreverado de visitas
repetidas, idas y venidas, anotaciones sin número, experiencias
extraordinarias, acopio de información riquísima sobre pueblos, paisajes,
climas, sistemas montañosos e hidrográficos, destacando lo estudiado sobre el
río Orinoco.
La Sociedad Geográfica
Española (iv) ha dado cuenta de la exploración de Humboldt y Bonpland del Orinoco,
redactando un informe que dirigieron al presidente de los Estados Unidos, Th. Jefferson.
Y como geógrafo que inicia la moderna concepción de la Geografía se ocupó de los aspectos humanos, de las desigualdades en México, de la multitud de razas, del mestizaje, del contraste entre la belleza y aún bravura de los paisajes... y de los vicios humanos.
[i] En la costa sur de la isla de Cuba, tiene un gran interés patrimonial reconocido oficialmente.
[ii] En la costa colombiana del Caribe, al sur de Cartagena de Indias.
[iii] Parece que fue invención de un relojero inglés en el s. XVIII, por medio del cual es posible determinar la longitud en que se encuentra un punto. En un museo situado en el edificio Guildhall de Londres se encuentra el primer modelo.
[iv] Sociedad Geográfica Española: sge.org/publicaciones/numero-de-boletin/boletin-34/los-secretos-del-orinoco-humboldt