Combate naval. Juan de la Corte (Museo del Prado)
La monarquía española
era, en el siglo XVII, el flanco oeste de la batalla contra el Islam, y ya desde
la época de los Reyes Católicos la amenaza turca afectó a los intereses
económicos hispanos estorbando el comercio y las comunicaciones marítimas, lo
que llevó en consecuencia a varios enfrentamientos con la flota española[i].
Tras la derrota de los nazaríes de Granada, la monarquía hispana se enfrentará
ahora a los otomanos. El avance de los turcos por el sudeste de Europa llevó a la
derrota y muerte del rey de Hungría, Luis II (Mohacs, 1526), lo que les permitió la conquista del reino. Tres años más tarde las tropas de Solimán fueron
vencidas por los imperiales de Carlos V, lo que puso fin al primer asedio de
Viena. En el Mediterráneo, el emperador decidió organizar dos operaciones
navales: el ataque a Túnez (1535) exitoso, y la conocida como Jornada de Argel
(1542), que terminó en fracaso.
Bunes Ibarra considera
que tanto Carlos como Felipe II establecieron una política defensiva en el
Mediterráneo conducente a liberar el norte de África del expansionismo
otomano. Cuando se disolvió la Liga que había unido a Pío V, Venecia y España, en 1573, Venecia firmó un tratado con los otomanos renunciando a Chipre y
Dalmacia, devolvió a los turcos las plazas conquistadas en Albania y aceptó
pagar una indemnización.
Durante el reinado de
Felipe III los enfrentamientos con los turcos cesan en buena medida, hasta el
punto de que la solicitud de Clemente VIII de rehacer una liga como la
anterior, añadiendo ahora a Rusia y Polonia, no se formó. El rey español no
apoyó a los cristianos de Hungría durante la guerra austro-turca de 1593-1608, y en 1602 Persia decidió combatir a los otomanos, lo que aprovechó el marqués
de Santa Cruz[ii]
para echar a estos de las islas Patmos[iii]
y Zante[iv], y de la ciudad albanesa de Durrazo[v]
(1605). En 1610 la marina española conquistó Larache y en 1614 ocupó el bastión
de piratas de La Mamora[vi].
Los escasos enfrentamientos con los otomanos terminaron con victoria cristiana.
Ya con el gobierno
del duque de Osuna[vii],
en Sicilia y más tarde en Nápoles, se llevaron a cabo empresas antiotomanas,
entre las que destacan la toma del puerto de Túnez, La Goleta y Biserta[viii]
(1612), así como la victoria del Cabo Corvo[ix]
(1613). El éxito de Osuna en el cabo Celidonia[x] (1616)
quedó recogido por su secretario, Francisco de Quevedo:
Diez
galeras tomó, treinta bajeles,
ochenta
bergantines, dos mahonas;
aprisionole
al turco dos coronas
y
a los corsarios suyos más crueles.
E. Beladiez atribuye a
las maquinaciones y financiación veneciana el brote de las revueltas en las
Provincias Unidas, las campañas de Francia, los motines en los Grisones y las
aventuras del duque de Saboya (Carlos Manuel I), el cual se alió con España o
Francia según sus particulares intereses. Para Quevedo, el conflicto entre
Venecia y los refugiados cristianos de los Balcanes que gozaban de la
protección del emperador alemán (uscoques), sirvió a la República de pretexto
para declarar la guerra al Imperio en Friuli y arrebatarle los territorios que este
tenía en el Adriático. Quevedo quizá había participado en la llamada
conjuración de Venecia (aunque este tema no está claro) que llevó a una
revuelta contra los extranjeros. Dicha conjuración pretendía provocar la
intervención de la flota española contra la República, y esto sería un
precedente de la posición del escritor contra Venecia, recomendando al rey que
esa era la verdadera enemiga de España, para lo cual propuso incluso una
alianza con los otomanos.
Para Quevedo era peor
tener como aliados a los que habían abandonado a la Iglesia (protestantes) que
a los que nunca habían pertenecido a ella, en lo que hay precedentes (Tomás
de Aquino y el papa Inocencio III). Tras la derrota de Pavía, Francisco I pactó
con los turcos y en 1536 firmó con el sultán un tratado comercial. También
Catalina de Medici pactó amistad con los turcos, y Enrique IV no renunció a la
amistad con ellos manteniendo un embajador en Constantinopla. Vemos, pues,
bastantes ejemplos de “realpolitik” antes de que este término tuviese vigencia.
En los argumentos de Quevedo a favor de un pacto con los turcos contra Venecia
dijo que de aquellos compraba España perlas, oro, plata, ámbar, diamantes,
medicinas y drogas… El escritor –según Riandière la Roche- pudo estar enterado
de las negociaciones que en 1628 hubo entre turcos y españoles.
Era época en la que las
relaciones diplomáticas se cruzaban en todas direcciones y Quevedo creía que
había que incentivar el interés de los turcos por la Europa central, pero tras
la tregua de los doce años al final del reinado de Felipe III, una alianza
franco-holandesa contra España dejó exhausta a la Hacienda española, y esto
coincide con una nueva guerra contra Francia por la sucesión del ducado de
Mantua y Monferrato: a la muerte de Vicente II (1627) pretendió el trono el
duque de Nevers, vasallo de la Corona francesa, y César II, príncipe de
Guastalla, contó con el apoyo de España, que decidió intervenir, terminando la
guerra en 1631 favorable al primero. Quevedo acusó a Venecia como causante de
las intrigas con su “veneno confitado”. España, agotada por los incesantes
conflictos, necesita la paz, por lo que Olivares entabla por iniciativa del
duque de Buckingham[xi]
las negociaciones con Inglaterra y Holanda, habiendo sido derrotada la primera
en Cádiz.
Cuando Quevedo no habla
como consejero político, sino como literato, reconoce que la amistad con la
República de Venecia resulta fundamental para la monarquía española. M. Herrero
Sánchez clasifica, por su parte, las estrechas relaciones entre España y Venecia
como una especie de simbiosis: “la Monarquía Hispánica fue la encargada de
proveer al conjunto de la pertinente protección militar y de amplias
posibilidades de promoción para sus elites gracias al acceso privilegiado a sus
ricos mercados y a una imponente capacidad de patronazgo regio. Por su parte,
la república proporcionó al sistema el crédito y los capitales necesarios para
sostener el agotador esfuerzo militar y suministró una serie de recursos
navales fundamentales para establecer una adecuada comunicación entre los
dispersos territorios de la Monarquía”. En cuanto a Génova, tomada por las
tropas de Carlos I en 1522, mantuvo una alianza comercial con España, siendo el
puerto natural del ducado de Milán, que sirvió de nexo entre los dominios italianos
e ibéricos de la Corona.
[i] En
Otranto y Rodas en 1480, en el archipiélago de la Cefalonia en 1500 y en el
norte de África, la campaña del cardenal Cisneros en Orán en 1504. El presente
resumen se basa en el trabajo de Marta Pilat Zuzankiewicz, “Francisco de
Quevedo ante la alianza hispano-turca”.
[ii] Álvaro
de Bazán Benavides (1571-1646).
[iii] Al
sureste del Egeo.
[iv] Al
oeste del Peloponeso.
[v] En la
costa oeste.
[vi] La
actual Mehdía, al noroeste de Marruecos. Estuvo en posesión española entre 1614
y 1681.
[vii] Pedro
Téllez-Girón (1574-1624). Virrey en Sicilia y Nápoles.
[viii] Ambas
al norte de Túnez.
[ix] Cerca
de la isla de Samos, al oeste de Anatolia.
[x] En
Chipre.
[xi] George
Villiers, 1592-1628.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario