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De las diversas
industrias que conocemos de época romana, la de salazón de pescado tuvo una
gran importancia dependiendo de las zonas costeras. Para el caso
de Galicia los arqueólogos han descubierto instalaciones de salazón en Vigo, en
el lugar de Nerga (Hío) Bueu, O Grove, Vilagarcía de Arousa (todas ellas en la
provincia de Pontevedra), Cariño, Espasante, Bares (en la provincia de A Coruña) y Area, en la
costa de Lugo, municipio de Viveiro.
En ocasiones la
existencia de instalaciones salazoneras están asociadas a salinas, que sirven a
dicha industria, como es el caso de una zona urbana de Vigo, en la pendiente
hacia la costa, cuya cronología más amplia se ha establecido entre los siglos I
y III de nuestra era. En otras ocasiones se trata de factorías tardorromanas
(siglos III-V).
En el lugar de O
Fiunchal, en la playa de Carril (Alcabre, Vigo) se han podido reconocer tres
tanques de salazón, uno de los cuales mide 1,60 por 2,70 metros que solamente
se levanta 6 cm. Todo él está revestido de opus
signinum[i],
habiéndose comprobado la existencia de otras estancias complementarias para los
trabajadores, además de tégulas e ímbrices (tejas planas y curvas)[ii].
En Punta Borralleiro
(Alcabre, Vigo), no lejos del anterior yacimiento, se empleó la roca para dar
basamento a la instalación, encontrando los arqueólogos diversos muros y
también opus signinum. Otro ejemplo
es el que se ha investigado en la calle Pontevedra de Vigo (y otras anexas)
donde se han podido constatar diversos niveles de ocupación, desde el siglo II
a. C. hasta el VII d. C., aunque no sabemos si la explotación sería continuada.
Se sabe que el lugar de unas salinas anexas fue empleado para una necrópolis de
entre los siglos III-VI. Estas salinas ocuparían una extensión de 400 m2, donde
hubo estanques de decantación, de planta rectangular delimitados por lajas de
piedra. Se ha descubierto, también, un horno que se data en los siglos I-II.
En A Igrexiña, lugar en
el extremo suroeste de la península del Morrazo (Pontevedra), se descubrió un
castro en una colina, así como un pavimento de salinas, que se supone
abastecieron a los trabajos salazoneros de los habitantes del castro. Un tanque
estudiado por A. Acuña Piñeiro tiene planta cuadrangular (2,90 por 2,40 metros)
y una altura máxima de 1,15 metros (8 m3 de capacidad). Las esquinas son
cóncavas y el revestimiento es de opus
caementicum[iii].
Los tanques son de gran tamaño y la factoría habría sido abandonada en el siglo
IV. En total se trata de cuatro tanques para salar el pescado, un anexo y un
muro, habiéndose encontrado características similares en el estuario del Tajo y
en el Algarve portugués. Los trabajos arqueológicos han dado abundantes tégulas
y fragmentos de ánforas.
En el municipio de Bueu
(Pontevedra), en el barrio de Pescadoira, hubo una instalación salazonera
durante los siglos I y II. R. A. Viñas Cué ha descubierto tanquetas, construcciones
anexas y canales, así como un taller alfarero: un horno cerámico para fabricar
ánforas. En Adro Vello (O Grove, Pontevedra) se descubrió una cubeta para la
salazón de pescado; las paredes son de mampostería de unos 30 cm. de espesor y
revestido en su interior con cal y pequeños trozos de piedra, tejas y
ladrillos. Las esquinas son también cóncavas, y el piso de la habitación donde
se encuentra esta cubeta es de opus
signinum.
Los habitantes de los
castros ya explotaron los recursos pesqueros de la costa[iv],
de forma que pesca y marisqueo formaron parte de sus actividades económicas.
Los “concheiros” que han aparecido dan prueba de ello, así como los anzuelos y
pesas que se han encontrado. Además, otros estudios han confirmado la presencia
de especies diversas de media y gran talla, presentes también en las costas
gallegas actuales.
Cuando los soldados,
comerciantes y demás personal de cultura romana, llegan a Galicia, encuentran a
estos castreños e intensifican la producción, comercialización y consumo de
conservas de pescado, que es característica del mundo clásico en todo el
Mediterráneo. Entre los romanos, la salazón del pescado llegó a constituir una
industria muy desarrollada, consistiendo los trabajos en destripar a los peces
y cortarlos en grandes trozos triangulares o cúbicos, en los que a su vez se
hacían cortes para facilitar la penetración de la sal. Se colocaba en grandes
cubas donde era mezclado con una cantidad correspondiente de sal. Tras una maceración
de veinte días, se retiraba el pescado así tratado y se depositaba en ánforas
con tapones de barro, que se almacenaban para su exportación (se entiende que
los excedentes).
La importancia de la
industria salazonera en el noroeste del África romana, en Andalucía y Portugal,
se completó, si acaso con menor intensidad al ser una región periférica, con
las salazones de la antigua Galicia.
[i] Con
piezas cerámicas partidas en pequeños trozos y unidos con cal.
[ii] “La
explotación del mar en la Galicia romana: el ejemplo de las instalaciones de
salazón”, Ana María Suárez Piñeiro.
[iii] Se
utilizan diversos materiales, piedras, escombros, etc. unidos mediante cal,
tierra mojada…
[iv] Ana
María Suárez Piñeiro. En el trabajo citado antes se basa el presente resumen.
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