La monarquía es una
institución antigua que se ha ido adaptando a lo largo del tiempo y que ha
aportado fórmulas muy pragmáticas para garantizar el poder en manos de un
linaje. En el reino astur-leonés se han dado usos sucesorios diversos que ha estudiado,
entre otros, Marco V. García Quintela[i].
Ya Sánchez-Albornoz había intuido la idea de los asociados al rey en la
monarquía astur-leonesa, pero siempre se ajustó a la idea de que dicha
monarquía era electiva, como había ocurrido en época visigoda, asentándose el
principio hereditario solo tardíamente.
García Quintela, sin
embargo, señala que el famoso historiador no tuvo en cuenta las relaciones de
parentesco entre todos los ocupantes de la realeza. El prestigio de los
primeros reyes –defiende Albornoz- se hizo extensivo a sus familias haciendo de
sus miembros candidatos “naturales” a la elección. Además, los electores eran
los miembros de la corte “hechura de la estirpe Alfonsina”. Esto es lo que se
puede llamar tesis goticista a la que se opone la tesis autoctonista defendida
por A. Barbero y M. Vigil[ii].
Las fuentes que estos autores han consultado parecen demostrar la importancia
del elemento local en la sucesión, que puede explicarse por los intereses y
tradiciones puramente locales, y hacen hincapié en el papel jugado por una
serie de mujeres en ello.
Ermesinda, hija de
Pelayo, Audosinda, hija de Alfonso I, y una hija anónima de Fruela, parecen
determinar el ascenso al trono de sus respectivos maridos –Alfonso I, Silo y
Nepociano, respectivamente-. Se trataría de una sucesión matrilineal indirecta
que iría desapareciendo hasta imponerse la línea patrilineal que coexistió
alternándose con la matrilineal. La raíz de esto estaría en usos prerromanos,
donde destaca la filiación matrilineal o de formas de avunculado[iii]
en las dedicatorias funerarias latinas con rasgos de indigenismo.
La elegibilidad de
tradición gótica (o germánica) y el papel de las mujeres en la sucesión derivan
de una tradición autóctona. De todas formas, tanto la elegibilidad como el carácter
hereditario de los reyes han convivido en momentos distintos, como por ejemplo
en el caso de Irlanda. De igual forma coexistieron en la Roma de los reyes
antes del régimen republicano. Por su parte, Sánchez-Albornoz señala que la
realeza, para la época astur-leonesa, circuló siempre entre los integrantes de
un determinado linaje, hasta que relativamente tarde se impuso el principio
hereditario. Por lo que respecta a la herencia por vía femenina, Barbero y
Vigil (solo hasta el reinado de Alfonso III) señalan que solo se da en tres[iv]
de los trece casos que estudian, considerándolos restos de un sistema en
retroceso antes de que se imponga el régimen patrilineal.
En cuanto a la
asociación (junto al rey efectivo) se da en el caso de Alfonso I y Nepociano.
La elección se dio en los casos de Pelayo, Alfonso I, Bermudo I, Ramiro I,
Ordoño IV, Ramiro III y Bermudo II. Los casos de herencia de la realeza
directamente de los padres son Favila, Fruela I, Ordoño I, Alfonso III, Ordoño
II, Ordoño III y Alfonso V. Vemos, pues, que la variedad es la norma. La
realeza pasa –dice García Quintela- por todos los miembros disponibles de cada
una de las generaciones dentro del linaje, contando parientes colaterales y por
alianza (este es el papel de las mujeres). El cómo se forma un grupo de
aspirantes a la realeza ya lo encontramos en la antigua Tesalia, donde se
conoce una “clase” de reyes, basileeis,
de donde salen los reyes efectivos.
Destaca el retraso en
el ascenso al trono de Alfonso II, asociado por Audosinda y Silo con la función
de comes palatinum, relegado por
sus tíos Mauregato y Bermundo I, que lo asoció por segunda vez. Con Alfonso II
se impone el principio hereditario durante más de medio siglo, para volver al
sistema antiguo. A Ordoño II le sucede su hermano, a quien sucede su sobrino
Alfonso IV, sucedido por su hermano Ramiro II.
La asociación al trono
solo aparece de forma expresa las dos veces que hemos visto con Alfonso II, y
cuando el que lo asocia es Bermundo I, lo hace con preferencia sobre su propio
hijo. Parece evidente, por otra parte, que el título de comes palatinum fue un trampolín para el acceso a la realeza:
Aldroito y Piniolo se la disputaron a Ramiro I, y así se ve que el sistema
generaba conflictos porque de por medio estuvieron las ambiciones, las
diferencias de edad, las capacidades militares o intelectuales… Vimara fue
asesinado por su hermano, Mauregato fue presentado como un tirano por obligar a
su sobrino Alfonso II a entrar en un monasterio, Nepociano termina cegado[v]
por orden de Ramiro I, los hijos de Ordoño II se enfrentan por el trono con los
de Fruela II. La conflictividad es un elemento estructural de esta monarquía.
En el caso de Pamplona
nos encontramos con algo parecido: la segunda dinastía de reyes, formada por
los Jimeno, dominó todo el siglo X y accedieron al poder cuando tres de los
hijos de García Jiménez se unieron en matrimonio con otras tantas mujeres de la
familia Arista, linaje que ocupaba la realeza hasta entonces, y su hija Sancha
Garcés también se casa con un varón Arista. La reiteración de esta alianza –dice
García Quintela- indica una especie de dumping
por los Jimeno sobre los Arista y esto se ve de nuevo con los hijos de Íñigo
Garcés, hermano de Sancho Garcés, que se casan con mujeres del linaje muladí de
los Ibn Qusa[vi].
Sabemos de enfrentamientos entre los
hermanos de Íñigo y Sancho, y que este (y sobre todo su mujer, Toda, a la que
las fuentes atribuyen un gran protagonismo) casó a sus hijas con varones de la
dinastía astur-leonesa.
Los reyes de Viguera[vii]
tuvieron un papel especial, pues Sancho Garcés II y Ramiro de Viguera
recibieron el tículo de rex al mismo
tiempo, aunque la primacía la tuvo Sancho, y este título lo recibieron cuatro
miembros de la familia real pamplonesa, llegasen a ser reyes o no.
[i] “Parejas
de reyes hispanos en la Antigüedad y la Alta Edad Media”.
[ii] El
presente resumen se ha hecho teniendo en cuenta la obra citada en la nota i.
[iii] Avunculus es el tío materno. El hermano
de la madre ocupaba un lugar de privilegio en el sistema de parentesco.
[iv] Son los
citados de Alfonso I, Silo y Nepociano.
[v] El
cegamiento fue frecuente entre los aspirantes a la realeza en Irlanda.
[vi] Creo
que es Ibn Musa, de la familia de los Banu Qasi.
[vii] En el
centro de la actual comunidad de La Rioja, en el valle del río Iregua.