Ayuntamiento en el parque de Perraudière (Saint-Cyr-sur-Loire) |
En 1924 moría en Saint-Cyr-sur-Loire Anatole France, uno de los pensadores socialistas más importantes de Francia entre los siglos XIX y XX. Frente a Tours, en la llanura francesa, acabó sus días el que fuera socialista, republicano, partidario del laicismo y escritor de muchas obras sobre poesía, sociedad y política.
Precisamente en Tours, en 1919, se dirigía a unos maestros reunidos en congreso con las siguientes palabras: la guerra ha demostrado que la educación popular de mañana debe ser en todo diferente a la de ayer... En el orden social y moral creado por la guerra y consagrado por la paz [fue contrario a las imposiciones del Tratado de Versalles] que ha seguido a aquella todo lo teneis que hacer y rehacer... Es menester que creeis una humanidad nueva, que desperteis inteligencias nuevas, si aspirais a que Europa no caiga en la imbecilidad y la barbarie... Europa estaría, veinte años más tarde, en otra guerra producto de la imbecilidad y la barbarie.
España fue, quizá, de los países donde las organizaciones para la formación de los obreros tuvieron menor incidencia, entre otras cosas porque la dictadura de Primo de Rivera las puso en la clandestinidad y porque la guerra de 1936 desbarató lo hecho. Otro tanto puede decirse de Italia desde el triunfo del fascismo en 1922. No obstante destaca la Escuela Obrera Socialista creada en Madrid en 1929, que ha estudiado Francisco de Luis Martín. En ella colaboró Trifón Gómez, entre otros, trabajador de los ferrocarriles desde muy joven y dirigente de la Unión General de Trabajadores. Murió exiliado en México.
Uno de los objetivos de la Escuela Obrera fue fomentar el mutualismo y formar a los trabajadores en el conocimiento del Derecho aunque fuese elementalmente. Años más tarde se creó la Escuela Socialista de Verano, obra de las juventudes socialistas: se trataba de formar a los concejales en sus competencias y obligaciones y ha tenido continuidad a partir de los pasados años setenta con la Escuela de Verano "Jaime Vera" en Galapagar.
En Bélgica existió una Central de Educación Obrera que se ocupó de proyectar películas de formación social, creó bibliotecas ambulantes y, en general, tendió a la formación de masas (en palabras de Francisco de Luis Martín). La consecución de la jornada laboral de ocho horas posibilitó el que los obreros tuviesen tiempo para asistir a las clases. En Italia existió una Federación de las Asociaciones de cultura, de enseñanza y de deportes, creación de la Confederación Nacional del Trabajo. En Alemania, uno de los países donde este tipo de iniciativas tuvo mayor éxito, se formó la Escuela Central del Partido Socialista y en Francia el Instituto Superior Obrero, creado por la CGT en 1931. Se dedicó a estudios e investigaciones y a formar a los dirigentes del sindicalismo moderno. A los trabajadores -como en otros países- se les formaba también en disciplinas académicas como Historia Económica, Matemáticas, Derecho y tenía una importancia especial el conocimiento del movimiento obrero hasta la época.
En Inglaterra surgieron los Working Men's Colleges, que contaron con el apoyo de los gobiernos laboristas de acuerdo con el espíritu fabiano que dominaba en esta formación política. Sin embargo la primera sociedad de educación netamente obrera fue el Colegio Ruskin, en Oxford. Ruskin había destacado como escritor crítico con la revolución industrial y preocupado por los problemas sociales en su tiempo, lo que le obligó a estudiar el campo de la economía, manifestándose como un enemigo acérrimo de la "escuela de Manchester", ultraliberal en esta materia. Sus cartas a los obreros inspiraron muchas acciones y sirvieron para formarles en la lucha contra su explotación y en el ideal de emancipación.
Todas estas iniciativas y escuelas vieron la necesidad de dignificar al maestro como agente principal para la formación del pueblo, por ello se llegaron a crear dos internacionales obreras de la enseñanza. Abogaron por una escuela "única, laica, pública, gratuita, pacifista...", algunos de cuyos objetivos no están hoy cumplidos. Destacan en este campo el pedagogo francés Dumas y otros como Fischer, Karsen o Tews. De ellos tuvieron conocimiento los más importantes intelectuales del Partido Socialista Obrero Español, y de hecho Julián Besteiro habla de su obra en varios números de "El Socialista". Aunque la Unión General de Trabajadores contaba con una Asociación General de Maestros, esta tuvo escasa importancia. Otro socialista español que trabajó en este campo y nos ha dejado testimonios extraordinarios es Rodolfo Llopis: "la educación obsesiona hoy a cuantos piensan", dejó escrito en su obra "Una escuela más humana", publicada en 1934.
Uno de los objetivos de la Escuela Obrera fue fomentar el mutualismo y formar a los trabajadores en el conocimiento del Derecho aunque fuese elementalmente. Años más tarde se creó la Escuela Socialista de Verano, obra de las juventudes socialistas: se trataba de formar a los concejales en sus competencias y obligaciones y ha tenido continuidad a partir de los pasados años setenta con la Escuela de Verano "Jaime Vera" en Galapagar.
En Bélgica existió una Central de Educación Obrera que se ocupó de proyectar películas de formación social, creó bibliotecas ambulantes y, en general, tendió a la formación de masas (en palabras de Francisco de Luis Martín). La consecución de la jornada laboral de ocho horas posibilitó el que los obreros tuviesen tiempo para asistir a las clases. En Italia existió una Federación de las Asociaciones de cultura, de enseñanza y de deportes, creación de la Confederación Nacional del Trabajo. En Alemania, uno de los países donde este tipo de iniciativas tuvo mayor éxito, se formó la Escuela Central del Partido Socialista y en Francia el Instituto Superior Obrero, creado por la CGT en 1931. Se dedicó a estudios e investigaciones y a formar a los dirigentes del sindicalismo moderno. A los trabajadores -como en otros países- se les formaba también en disciplinas académicas como Historia Económica, Matemáticas, Derecho y tenía una importancia especial el conocimiento del movimiento obrero hasta la época.
En Inglaterra surgieron los Working Men's Colleges, que contaron con el apoyo de los gobiernos laboristas de acuerdo con el espíritu fabiano que dominaba en esta formación política. Sin embargo la primera sociedad de educación netamente obrera fue el Colegio Ruskin, en Oxford. Ruskin había destacado como escritor crítico con la revolución industrial y preocupado por los problemas sociales en su tiempo, lo que le obligó a estudiar el campo de la economía, manifestándose como un enemigo acérrimo de la "escuela de Manchester", ultraliberal en esta materia. Sus cartas a los obreros inspiraron muchas acciones y sirvieron para formarles en la lucha contra su explotación y en el ideal de emancipación.
Todas estas iniciativas y escuelas vieron la necesidad de dignificar al maestro como agente principal para la formación del pueblo, por ello se llegaron a crear dos internacionales obreras de la enseñanza. Abogaron por una escuela "única, laica, pública, gratuita, pacifista...", algunos de cuyos objetivos no están hoy cumplidos. Destacan en este campo el pedagogo francés Dumas y otros como Fischer, Karsen o Tews. De ellos tuvieron conocimiento los más importantes intelectuales del Partido Socialista Obrero Español, y de hecho Julián Besteiro habla de su obra en varios números de "El Socialista". Aunque la Unión General de Trabajadores contaba con una Asociación General de Maestros, esta tuvo escasa importancia. Otro socialista español que trabajó en este campo y nos ha dejado testimonios extraordinarios es Rodolfo Llopis: "la educación obsesiona hoy a cuantos piensan", dejó escrito en su obra "Una escuela más humana", publicada en 1934.
Como Llopis, ha tenido importancia Lorenzo Luzuriaga, Ludovico Zoretti en Italia, Bracke en Francia, Henri de Man en Bélgica y una relación ciertamente numerosa en Alemania. El fascismo, la guerra civil española y la guerra mundial de 1939 vinieron a cortar tantas y fecundas iniciativas, reales y no solo proyectos, en la Europa de entreguerras, pero ya encontramos muestras de estas preocupaciones a principios del siglo XX. En Francia, el Sindicato Nacional de Maestros llegó a contar con 80.000 afiliados, según Francisco de Luis Martín, integrándose en la CGT en 1925. En España, la Asociación Nacional de Maestros, integrada en la UGT, llegó a contar con 6.000 miembros durante la II Repúbica.