Al norte del virreinato de La Plata, la Audiencia de Charcas |
Esta es una de las obras de uno de los ilustrados españoles que, además de profesor en Aragón, su patria de origen, fue fiscal en Charcas, primero del virreinato del Perú y luego de La Plata. A principios del siglo XVII se creó una archidiócesis en la ciudad con amplia jurisdicción (en lo que ahora es Sucre). El ilustrado a que nos referimos es Victorián de Villava, que fue fiscal de Charcas entre 1791 y 1802, año este de su muerte. José M. Portillo Valdés (1) lo incluye entre unos de los reformadores de la monarquía hispana, aunque muchas de sus propuestas no fueron llevadas a cabo sino -tardíamente- por las Cortes de Cádiz.
Siguiendo al autor citado, Villava es un representante de los intentos de conciliación entre modernidad y cultura católica: "A través de sus numerosos escritos... fomentó una nueva moral imperial, en que la colonización comercial [sería prioritaria] frente a la pura conquista militar". Sus "Apuntes para una reforma de España", redactados en 1797, concebían la reforma necesaria de la monarquía contando con América, lo que contrasta con los intentos de otros de tener a las colonias como meros apéndices de la metrópoli.
Uno de los objetivos de Villava fue la abolición de la mita, odioso trabajo por el que la población indígena había de emplearse en obras de construcción en favor del imperio español, o bien ejercer como transportistas por la accidentada geografía andina, solo obligatoria para los hombres. Cuando en las Cortes de Cádiz se proponga "proteger por leyes sabias y justas la libertad civil de los españoles", se dirá así mismo que deben abolirse las mitas en sus diversas formas, por lo que Villava fue un adelantado en su tiempo. Decían así mismo los miembros de una de las comisiones de las Cortes de Cádiz que "la primera obligación que... hemos contraído de conservar y proteger la libertad civil... ¿Permitiremos que hombres que llevan el nombre español, y que están revestidos del alto carácter de nuestra ciudadanía, permitiremos que sean oprimidos, vejados, humillados hasta el último grado de servidumbre ?...: o abolir la mita de los indios o quitarles ahora mismo la ciudadanía que gozan justamente..." (2).
Pero encontró oposición la eliminación de la mita: el diputado peruano Blas de Ostolaza propuso todo lo contrario, que se generalizase el trabajo forzoso, siendo combatido por el costarricense Florencio Castillo y por el ecuatoriano José Joaquín Olmedo. Ostolaza era clérigo y luego confesor de Fernando VII en Valençay; ejemplo de reaccionario de la época, pasará por una serie de vicisitudes, felices unas para él, otras no, aún durante el reinado de Fernando VII (3). Castillo y Olmedo representaron a Costa Rica y Guayaquil respectivamente, el segundo prolífico y activísimo político antes y después de la independencia de la Gran Colombia y Perú.
La historia de la mita es la de una miserable y horrible práctica que forzó al indio a realizar trabajos inhumanos de forma practicamente gratuita, pretendiendo algunos explotadores que se considerase tal práctica como un beneficio para el Estado, pero cierta legislación de Cádiz ordenó "a las autoridades americanas cortar los abusos 'reprobados por la Religión, la sana razón [y] la justicia'" (cita José M. Portillo). Pero Villaba había leido a los ilustrados italianos profusamente, entre los que se encontraban Gaetano Filangieri, Antonio Genovesi y Ciarinaldo Carli, habiendose preocupado el primero, entre otros, de "nuevas perspectivas sobre cultura política constitucional". Por parte española también conoció Villava la obra de León de Arroyal, uno de los que quiso compatibilizar, como Villava, catolicismo y razón.
Lo que interesó a Villaba de Genovesi -dice Portillo Valdés- fueron "las posibilidades que ofrecía para incorporar a una cultura católica algunos de los elementos determinantes de la modernidad de las sociedades comerciales". Romper con la fiscalidad que solo exigía a los más pobres o trabajadores, favorecer la distinción social por el mérito individual y suprimir las formas caducas de propiedad. También una crítica a la Inquisición, lo que hizo de Villava un ejemplo de católico ilustrado donde Dios es legislador supremo pero los seres humanos interpretan su voluntad " a través de la razón".
Villaba, como otros ilustrados españoles, fue contrario a la esclavitud, pero él mismo tuvo esclavos a su servicio, comparándolos "como costal de huesos con los ojos abiertos". En cuanto a la mita, sus defensores por beneficiarse económicamente de ella, argumentaron que había sido un elemento civilizador en el Alto Perú; por otra parte -decían- la explotación minera solo era rentable con la mita, de lo contrario debían abandonarse las minas. Esto es lo que Villaba rechazó de plano -dice Portillo Valdés- "alterando así el juego de poderes respecto de la situación que se había creado en los años de la gran rebelión de 1780", la que tuvo por protagonista a Tupac Amaru II contra las reformas bornónicas, consistentes en la obligación de pagar alcabalas por la compraventa de granos, la de que todos los artesanos se agremiasen para garantizar el cobro de dichas alcabalas. Cuando se intentó censar a la población indígena y se obligó a los cholos (mestizos) a tributar, los mulatos y otros mestizos se alarmaron.
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(1) "Vitorián de Villava, fiscal de Charcas: "Reforma de España" y nueva moral imperial", Universidad de Santiago de Compostela, 2009.
(2) Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados de 12 de agosto de 1812. Citado por José M. Portillo Valdés.
(3) Ver Blas de Ostolaza, un apasionado de la fidelidad", Fernán Altuve-Febres, Universidad de Lima.
(3) Ver Blas de Ostolaza, un apasionado de la fidelidad", Fernán Altuve-Febres, Universidad de Lima.