Fuera de Italia no se
habla de Francesco Guardi si no es entre los especialistas; nacido en Venecia
en 1712, murió en la misma ciudad en 1793. Aunque la obra más divulgada de él
son sus paisajes venecianos, también trabajó en pinturas de otros géneros: retablos,
mitología, batallas e incluso murales. No obstante, después de 1760, su obra
consistió en seguir los pasos de Canaletto pero con otra técnica; su pintura
tiene características poéticas, motivos arquitectónicos que no necesariamente
corresponden a grandes palacios o iglesias. Sus colores pastel parecen una
premonición de la pintura de Corot en el siglo siguiente, y quizá fue influido
por Tiépolo, emparentado con él por medio de su hermana.
En ocasiones, Guardi
oscurece su paleta, pero en otras hace reflejar el cielo en las aguas de la
laguna o en las del río Brenta. ¿Cuáles son las horas del día que refleja
Guardi en sus cuadros? La luz impacta a veces en paredes de ladrillo, en los
personajes diminutos, indefinidos, de sus cuadros; en ocasiones elige el gris y
en otras una tonalidad plateada, pero no hay colores puros. En “Un capricho
arquitectónico” se transita de la sombra a la luz; en “Cuenca de San Marcos con
San Giorgio y la Giudecca”, la iglesia de Andrea Palladio es un elmento más,
pero no el principal en el tormentoso cielo y en el oscurecido canal donde
discurren como sombras las embarcaciones.
Donde Guardi anuncia lo
que va a ser el impresionismo, como antes lo hicieran Velázquez, Goya y otros,
es en “Puente en Dolo”, donde, desde un punto de vista bajo, aparecen las
manchitas que forman las personas en sus embarcaciones y sobre el puente, con
una arquitectura propia de almacenes (ver arriba). En “Gran Canal con Santa
Lucía y la Iglesia Scalzi”, la paleta oscura hace una excepción para
representar a los edificios, religiosos y civiles, con sus diminutas ventanas
estos; y en su “Capricho con motivos venecianos” muestra destartaladas
arquitecturas aisladas, mientras los personajes se entretienen en sus afanes
(ver abajo).
En su “Góndola en la
laguna”[i],
nos invita a la meditación, qué se encuentra ante nuestros ojos, en ese
horizonte fundido con el agua y solo separado por la línea de edificios con sus
delgadas torres (ver abajo): “La intensidad emocional del cuadro se condensa en
este breve registro del momento en un llanto doloroso” (Goethe). De nuevo la
transición entre la sombra y la luz en “Ascenso en globo aerostático”, signo de
los tiempos, donde la gente se agolpa en primer plano, confusa en los pigmentos
y expectante, ante el globo en el aire luminoso.
En “Capricho de laguna
con ruinas” dominan los colores terrosos en primer plano, de nuevo los
personajes indefinidos y gesticulantes, las columnas esbeltas que sostienen un
entablamento. En la “Plaza de San Marcos de Venecia” no le interesa el palacio
de los Dux, ni la iglesia de estilo bizantino, que aparece parcialmente a la
derecha, sino los toldos de los mercaderes y el edificio comunal con su campana
en lo alto. En su Río dei Mendicanti
hace un estudio de perspectiva: el río se aleja dejando en sus riberas los
edificios solamente representados como masas con manchas para las ventanas, y
al fondo el puente de un solo arco, oscuro, mientras en las aguas faenan los
gondoleros.
En “San Giorgio Maggiore”
no aparece la fachada paladiana, sino los edificios adjetivos con tonalidades
doradas y terrosas, el frontón y la cubierta de la iglesia, la cúpula y la
esbelta torre rematada bulbosamente. Por último, en “El Gran Canal con San
Simeone Piccolo y Santa Lucía”, oscurece la paleta; la cúpula preside la parte
izquierda del cuadro y, en lo alto y en el agua, combaten los azules y los
blancos, los colores plata con sus matices.
[i] La crítica considera esta obra, sin duda de Guardi, formando parte de una composición mayor.