domingo, 10 de noviembre de 2013

El "Muchacho con cerezas"

Museo Calouste Gulbenkian, Lisboa

Podría tratarse de una pintura barroca por el realismo que refleja: un niño sonríe con unas cerezas en la mano. Todo su atuendo y actitud reflejan que no se trata de un personaje noble, sino popular. Sin embargo no es una obra del siglo XVII, sino del XIX, obra de Manet cuando erea joven. En cuanto a la técnica todavía no podemos decir que sea impresionista, pero el dibujo tampoco está delineado como habían querido los pintores neoclásicos. El cromatismo podría ser barroco o impresionista, donde los contrastes están bien marcados y los tonos marrones predominan, tanto en la vestimenta del niño como en el fondo.

Un pintor del siglo XVIII, Jean Chardín, quizá inspiró a Manet, pues son obra suya muchos cuadros con frutas, personajes apoyados en una ventana o pared, o bien bodegones sobre losas como las que sirven de apoyo al niño de las cerezas. El costumbrismo de Chardin debió causar impresión a Manet, que también pintó algunas obras de género (flores) y costumbristas (un pífano y un joven haciendo pompas de jabón, como Chardin).

Manet nació en el seno de una familia burguesa pero no propietaria (su padre era jurista) y ya de joven mostró inquietudes, viajando a Río de Janeiro empleado en un buque. Pero a mediados del siglo XIX estaba dedicado a la pintura como alumno de Thomas Couture, perteneciente al estilo neoclásico. Este había establecido una academia en la que estudió Manet, que siempre se entusiamó por las obras que conoció de los pintores del siglo XVII, particularmente Velázquez y Rembrandt. Como la época en la que le tocó vivir fue testigo de la pintura realista de Daumier y Courbet, de ahí que en algunas de las obras de Manet veamos también temas realistas, aunque nunca caricaturescas ni mostrando descarnadamente la realidad social. 

La influencia que ejercería en los pintores impresionistas franceses, de los que sería icono por su carácter rebelde, es conocida, pero la obra que aquí comentamos corresponde a un Manet joven que se dejó llevar por el conocimiento que tenía de Chardin, por el realismo y por la pintura barroca. 

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