sábado, 24 de octubre de 2015

El triunfo de Emilio Paulo



Restos de Pidna (http://www.wondergreece.gr/v1/en/Regions/Pieria_Prefecture/Culture/Castles/11067-Ancient_Pidna)

En el norte de Grecia y a orillas del Egeo se encuentra Pidna, la ciudad donde en 168 antes de Cristo tuvo lugar una batalla que engrandeció al aristócrata romano Emilio Paulo. Con ello terminó lo que se conoce como tercera guerra macedónica y vencido Perseo, último rey de la dinastía antigónida. Antes, Emilio Paulo había sido derrotado por los lusitanos en la península Ibérica, dejando en el campo de batalla mil hombres, según las fuentes antiguas.

Emilio Paulo partició –según Javier Navarro- en la formación de unos lazos de amicitia que generaron el grupo político más influyente de la vida romana en ese momento (a partir de 182 antes de Cristo). Este grupo, además de dirigir la expansión militar de la república romana, recibió con gusto las influencias helenísticas, lo que para la aristocracia era un orgullo. A esta amicitia se unieron los miembros de la gens Servilia, otra de la nobleza. Estos lazos le valieron a Paulo para alcanzar un segundo consulado en 168, lo que le permitió combatir al rey macedonio y apresarlo junto a otros once mil prisioneros (1), por lo que se celebró un triunfo de tres días de duración.

Es precisamente tras la batalla de Pidna cuando Emilio Paulo demostró su perfil más helenista: realizó un viaje por toda Grecia para asentar partidos prorromanos en ella; en Atenas solicitó un tutor para un hijo suyo y se le ofreció al filósofo Metrodoro, que además era pintor. En este viaje tuvo su primer contacto con Polibio pero antes de abandonar Grecia decidió organizar en Anfípolis, al nordeste de Pidna, un triunfo sobre Perseo: su intención fue involucrar al mundo griego en las costumbres romanas. En él, Paulo, con un velo en la cabeza, leyó un discurso en latín mientras que un pretor traducía al griego. Macedonia quedó dividida en cuatro partes con expresa prohibición de acuerdo alguno entre ellas. Tras unas competiciones de atletas Paulo procedió a la clausura de los juegos de la ciudad encendiendo una enorme pira de armas de los macedonios vencidos.

La parte más brutal de este romano refinado y aristócrata fue la destrucción de setenta ciudades en Epiro, otras en Macedonia y Etolia, la deportación o esclavización de ciento cincuenta mil personas y la persecución despiadada de todo elemento antirromano. Su helenismo no tenía nada que ver con los objetivos políticos: dominar Grecia. Como botín personal se quedó con la biblioteca del rey Perseo y a su regreso a Roma celebró un triunfo.

El primer día –dice Javier Navarro- contempló el desfile de doscientas cincuenta carretas cargadas de pinturas, estatuas y todo tipo de obras de arte obtenidas del saqueo de Macedonia. Al día siguiente una larga columna portaba las armas de los macedonios conquistados en Pidna y setecientos cincuenta toneles con tres talentos de plata cada uno. El último día se destinó para el triumphator: el cortejo se inició con ciento veinte bueyes destinados al sacrificio y que se prepararían en una cena para sesenta mil personas; nuevas carretas con objetos de oro y sobre todo cuatrocientas coronas enviadas por otras tantas ciudades griegas; luego los carruajes portando a los hijos de Perseo y al propio rey y por último el vencedor seguido por su ejército y coronado de laurel.

El triunfo suponía la máxima gloria para un imperator. Este vestía de púrpura, adornado de oro moviéndose en procesión. Junto a él desfilaban los lictores, magistrados, senadores, soldados y cautivos de guerra. Los clamores de todo el mundo a su alrededor lo elevaban a la categoría de los dioses, por ello no era de extrañar que un esclavo le susurrara al oído: “mira tras de ti, recuerda que eres un hombre” (respice post te, hominem te esse memento).

Emilio Paulo murió en 160 a. de C. y su funeral fue grandioso: se suspendieron todos los negocios públicos y una enorme procesión con las máscaras de sus antepasados y las representaciones de Hispania, Liguria y Macedonia le acompañaron a la pira, a la vez que se celebraban juegos gladiatorios y representaciones teatrales. Buen consejo el que los esclavos daban a los que, en vida, celebraban un triunfo.  


(1) Javier Navarro, “El impacto del helenismo en la aristocracia romana…”.


jueves, 22 de octubre de 2015

Atenas en época de Epicuro


Moneda griega de época helenística


Epicuro vivió, sobre todo, en Atenas y en Samos cuando en la primera ciudad tuvo lugar uno de los períodos más turbulentos de su historia, el que media entre la guerra contra Filipo II de Macedonia (340-338 a. de C.) y el comienzo de la guerra de Cremónides (267). Para los atenienses, o para su oligarquía, los macedonios eran unos extranjeros que no merecían estar a la altura de los griegos. Así lo demostró Demóstenes en sus “Filípicas” y en su declaración de guerra, comprometiéndose la ciudad de Perinto (al oeste de Bizancio) con Atenas, por lo que sufrió un asedio en 338 a. de C. Ya antes había sido asediada Bizancio. La batalla que se libró en Queronea (Beocia) llevó a Atenas y sus aliadas a la derrota.

La guerra de Cremónides (267-261 a. de C.) también tuvo como enemigos a una coalición de ciudades griegas y Macedonia. Atenas y Esparta, entre otras ciudades, deseaban volver al régimen perdido de independencia, incidiendo en ello el rey grego-egipcio Ptolomeo II Filadelfo, que deseaba restar influencia al reino macedonio. La coalición griega estuvo comandada por Cremónides, uno de los más destacados opositores a los antigónidas macedonios. El final de la guerra fue también el fin de lo que quedaba de independencia de Atenas y otras ciudades griegas.

Aunque Epicuro no había nacido en Atenas se le considera ateniense, pues era miembro de una cleruquía en Samos. Los clerucos fueron ciudadanos a los que se concedía un lote de tierra para que defendiesen un territorio, en este caso Samos, que había sido conquistada por el estratego ateniense Timoteo en 365 a. de C. Su familia era de extracción relativamente humilde y en Samos nació Epicuro a principios de 341 a. de C., pocos años antes de la derrota de Queronea.

Pero la derrota supuso una afirmación de la democracia, de forma que a partir de 338 se construyeron nuevas atarazanas en el Pireo y se incrementaron cada año con el objetivo de combatir la piratería en el Egeo (1). En 330 se inauguró un estadio (el llamado de Licurgo) y por estos años se añadieron nuevos asientos en el teatro de Dioniso, se renovó el Liceo, con su palestra, y la Pnyx (2), la colina donde se reunía la asamblea. En fin, se erigió un templo en honor de Apolo Patroos (de los antepasados) en el ágora.

Poco después de la muerte de Filipo (335), Eucrates introdujo una ley contra la tiranía y la oligarquía y se reformó el entrenamiento de los efebos, de los que formaría parte Epicuro y el comediógrafo Menandro que, al contrario que aquel, procedía de una familia pudiente. A partir de los dieciocho años, todo efebo ateniense debía servir dos años, el primero de los cuales en Muniquia (colina fortificada cerca de el Pireo) y en el Pireo y el segundo en el territorio rural de la ciudad. Los efebos aprendían atletismo, a luchar en formación, a tirar la jabalina, a manejar el arco y a emplear catapultas. Esta coyuntura fue aprovechada para estimular un movimiento antimacedónico en Atenas encabezado por Demóstenes e Hipérides, este discípulo de Platón.

Epicuro conoció durante su juventud la conquista de una parte de Asia por Alejandro y con el comienzo de la guerra lamíaca llegó a Atenas. Esta guerra se desarrolló entre los años 323 y 322, un conflicto en el que intervinieron Grecia y sus poleis aliadas contra Antípatro el macedonio, que acabaría definitivamente con la autonomía de las poleis. Una guarnición macedonia se instaló permanentemente en Muniquia y los retores Hipérides y Demóstenes fueron condenados a muerte, se estableció en Atenas una oligarquía que solo reconoció la ciudadanía a los que contasen con una fortuna considerable.

Para Epicuro las consecuencias fueron graves, pues tuvo que volver a Samos, pero al poco tiempo los clerucos atenienses fueron expulsados por Pérdicas, uno de los sucesores de Alejandro. Pero los clerucos no fueron expulsados sin oposición, hasta el punto de que en 319, el general macedonio Poliperconte decretó la vuelta de los atenienses, aunque tal decisión nunca se hizo efectiva. Epicuro quedó convertido en un meteco, un extranjero en su propia tierra. Según José Pascual estuvo en Teos, en la costa oeste de Anatolia, donde frecuentó al filósofo Nausífanes, discípulo de Demócrito. Luego estuvo en Colofón (Jonia), Mitilene (en la isla de Lesbos) y Lámpsaco (en el estrecho de Dardanelos) y es en estos años cuando Epicuro comenzó a dedicarse a la filosofía, abriendo una escuela y teniendo a sus primeros discípulos. Luego volvió a Atenas en 307, pues había tenido lugar el final de la oligarquía, además de que se produjo una querella entre Epicuro y la escuela peripatética, pues había empezado a criticar al aristotelismo.

También influyó en la vuelta de Epicuro a Atenas el decreto de Sófocles, datado en el año 307 a. de C., por el que todas las escuelas de filosofía obtuvieran licencia de la Asamblea para poder actuar. Tras su aprobación, los filósofos, encabezados por Teofrasto (3), rechazaron que se pudieran controlar sus actividades y abandonaron Atenas. El escándalo fue grande y Filón, un antiguo discípulo de Aristóteles, acusó a Sófocles de haber ido contra la constitucionalidad de la ciudad. El juicio que siguió, a pesar de la defensa que hizo de Sófocles, Democares (4), la mayoría encontró culpable a aquel y la ley fue revocada. José Pascual señala que el decreto de Sófocles iba dirigido contra el Liceo, que era sospechoso, no sin razón, de oponerse a la democracia y de amistad hacia Macedonia. El Liceo, llamado así por encontrarse cerca del templo de Apolo Licio (en uno de los gimnasios de Atenas) donde Aristóteles había impartido enseñanza. Entonces Epicuro fundó El Jardín, su escuela de filosofía, y La Estoa nacería en 301 de la mano de Zenón.

Atenas, no obstante, siguió con problemas: en 306 el rey macedonio Casandro la atacó y sus tropas tomaron Filé, Panactón y Salamina, acudiendo en ayuda de la ciudad Demetrio Poliorcetes (“asediador de ciudades”) rey de Macedonia poco después, el cual restauró la democracia en parte. Pero antes (303) Casandro volvió a atacar Ática por Eleusis, El Pireo y Muniquia, aunque sin éxito. Tras la batalla de Ipso (Frigia, interior de Anatolia) (5) en 301 Atenas trató de librarse del dominio de Demetrio, pero ello le llevó a la tiranía en la persona de Lacares, posiblemente con el apoyo de Casandro.

Más tarde una oligarquía gobernó Atenas hasta que en 287 sus habitantes se rebelaron y expulsaron a una guarnición macedonia, que no obstante siguió controlando El Pireo y algunas fortalezas en el Ática, lo que hizo que los sentimientos atenienses contra los antigónidas no cesasen, pretendiendo establecer vínculos con una confederación etolia y con los lágidas de Egipto. Combates contra los gálatas y de nuevo contra Macedonia (guerra de Cremónides, retor ateniense partidario de los lágidas) jalonan esta etapa de Atenas, siendo el resultado desastroso para la ciudad.

(1)   José Pascual, “Epicuro y Atenas: la creación de una comunidad identitaria distinta de la pólis”,

(2)   Sobre una zona rocosa, cerca de la acrópolis, a más bajo nivel que esta.

(3)   Relacionado primero con Platón y luego con Atistóteles.

(4)   Sobrino de Demóstenes.

(5)   Se enfrentaron diversos generales sucesores de Alejandro: Seleuco, Casandro y Lisímaco de Tracia contra Antígono I y su hijo Demetrio, siendo derrotados estos últimos.


viernes, 16 de octubre de 2015

Esclavos en Vigo

Antiguo puerto de Vigo: fotografía de http://www.exdya.com/vigo-antiguo/
La proximidad a Portugal hizo que Galicia contase con numerosos casos de esclavos que llegaban a sus puertos, como es el que recoge Caroline Ménard en un número de "Cuadernos de Estudios Gallegos" (1). Señala la autora que entre finales del siglo XV y principios del XVI el volumen de esclavos en Castilla cambia notablemente debido a la expansión colonial portuguesa por las costas africanas. El total de esclavos en el conjunto de España, a finales del siglo XVI, sería de 100.000. 

En Galicia había esclavos negros pero también moriscos, turcos y berberiscos. Después de la llegada de Colón a América algunos nativos fueron traídos como esclavos a la península, pero la trata fue condenada. En el caso de Galciia los primeros contactos con América se hicieron a través de la Casa de Especiería de A Coruña: medio centenar de amerindios originarios de América del norte llegaron a Galicia en la expedición de Esteban Gómez, realizada en 1525, aunque no pudieron ser vendidos como esclavos por ser considerados súbitos de la Corona, contrariamente a los nativos de Brasil que llegaron también tras la expedición de Loaysa en 1527. Gómez había nacido en Porto, siendo cartógrafo y explorador al servicio de la Corona de España con Fernando de Magallanes. En 1524 llevó a cabo una exploración de la costa atlántica de Norteamérica, lo que posibilitó describir esa costa en un mapa. El fralile Loaysa descubrió el cabo de Hornos y las islas Marshall, así como llevó a cabo una expedición para colonizar las islas Molucas, en diputa con Portugal.  

Caroline Ménard señala que además de un tráfico de esclavos en el océano Atlántico existió otro en el Índico, menos estudiado. En este caso los europeos no impusieron un sistema complejo, como sí en el caso de África, sino que aprovecharon los circuitos esclavistas preexistentes. Los portugueses fueron de los primeros europeos en llegar a la India por mar, redistribuyendo nativos de varias regiones por toda Asia sobre la base de sus feitorias. Fue entonces cuando muchos esclavos provedentes de India, China, Bengala, Macao y el este de África alimentaron los mercados de Goa, Cochín (en el suroeste de India), Manila y Aceh (en el extremo norte de la isla de Sumatra). Así llegaron los primeros esclavos asiáticos a España.

En 1507 aparece un primer testimonio sobre un joven esclavo indio natural de Calicut (al norte de Cochín) en Galicia. Un fraile franciscano era su dueño, teniendo Antonio, que así fue llamado el esclavo, diez años de edad. El documento donde se habla de la compra de este esclavo dice que era de la casta cumbrín (2). Otro documento de 1603 habla de la venta a un coruñés de un esclavo al que se llama Domingo, de casta bengala. En ambos casos el vendedor es un marinero portugués de la Carreira da India, que está de paso en el puerto de Vigo por encontrarse allí las naves del rey, este caso de España y Portugal.

En la costa occidental de Birmania existió el reino de Rakáin o Arakán, cuyos reyes se prestaron gustodos al tráfico de esclavos en todas direcciones, aliados con los portugueses, registrándose entonces la compra-venta de niños de corta edad. Los dos esclavos indios que encontramos en Galicia fueron comprados en Cochin, ciudad fortificada por los portugueses y luego puerto relevante para el comercio de las especias y de esclavos.

(1) "Un esclavo que se llama Antonio"... LIX, número 125, 2012.
(2) Dice la autora que quizá sea una deformación de la palabra currumbin, grupo social inferior dentro de la sociedad india. 

lunes, 12 de octubre de 2015

Rebelión en Pérgamo



En el siglo II a. de C. hubo en el reino de Pérgamo una de las rebeliones de esclavos y gente de condición humilde más importantes que registra la historia antigua. La dirección de las operaciones fue llevada a cabo por Aristónico, hijo del rey Eumenes II de Pérgamo, que pretendió heredar al trono a la muerte de Atalo III, acusado de crímenes muy propios de la antigüedad (aunque también posteriormente).

En el mundo helenístico, como en otras etapas históricas y contextos, existió un gran descontento de los esclavos por el trato recibido, lo que se agravó por la enorme diferencia entre la minoría griega que gobernaba los reinos en los que se dividió el imperio de Alejandro y el resto de la población, generalmente residente en el campo y escasa o nulamente integrada en el mundo griego.

Según J. Lens (1) Aristónico logró, en un principio, apoderarse de una parte de la flota real y ocupar Elea y Éfeso (en la costa oeste de Anatolia) pero solo comunidades como la de Cime y Focea aceptaron seguir al pretendiente, aquella en la costa noroccidental de Anatolia). La flota de Éfeso, sin más, fue capaz de derrotar a Aristónico, lo que quiere decir que se lanzó a las operaciones con pocos efectivos. Es el momento en que una comisión del Senado romano llega a la región para encargar a los reyes del Ponto, Bitinia, Capadocia y Paflagonia que medien en el conflicto, pues Roma no envió tropas hasta el año 131 a. de C. Esta expedición fue dirigida por el cónsul Publico Licinio Craso Dives Muciano (para distinguirlo de otros con los mismos nombres) pero fue derrotado por Aristónico en Leucae; capturado cerca de Esmirna y dado muerte.

Según el autor a quien seguimos, cuando los romanos llegan a Anatolia, Aristónico se encontraba en el interior de la península estableciendo su reino heliopolitano en la región del alto Caico, río anatolio próximo a la costa oeste y desemboca en el Egeo, pues las emisiones monetarias proceden de Tiatira, Apolonia y Estratonícea (entre Lidia y Misia la primera). Como estas emisiones son de 133 a. de C. parece que estos núcleos debieron ser el centro de la revuelta de Aristónico, cuyos afanes igualitarios parece que se mezclan con la ambición de poder. Lo que parece claro es que el grueso de sus seguidores estaba formado por esclavos y otros desposeídos, jugando un importante papel los tracios y los misios.

Hoy existen varios estudios que demuestran la enorme desigualdad que existía entre la minoría griega que vivía en las ciudades helenísticas (no solamente en el reino de Pérgamo) y el resto de la población, que vivía en zonas rurales y dedicada a actividades primarias. Las organizaciones tribales indígenas fueron reacias durante mucho tiempo a la civilización y dominio griego. Mientras que Éfeso y Mileto, por ejemplo, tenían una gran importancia comercial gracias a sus puertos, el resto de la población, en el interior de Anatolia, vivía al margen de las autoridades griegas salvo para pagar impuestos.

En primer lugar la mayor parte de la tierra era propiedad del rey (en el caso de Pérgamo). Las ciudades, a su vez, poseían extensiones rurales de extensión menor que las anteriores y ciertos personajes y los templos gozaban de tierras cedidas por el rey. Por otro lado había un porcentaje importante de esclavos entre la población, la mayoría asiáticos que, entre los siglos III y II antes de Cristo vieron empeorar su situación, de ahí el descontento y las revueltas, entre las que la de Aristónico fue quizá la más importante. Pero se conocen también la de Andrisco en Macedonia, en Delos, Laurión (al sur de Ática), Sicilia y al sur de la península Itálica. Algunas de estas revueltas quizá fueron agravadas por la expansión romana, pues incluso tratándose de campesinos, muchos de ellos se fueron endeudando hasta perder sus propiedades, situación que se verá también en la Edad Media europea.

 (1) "Crisis en Pérgamo en el siglo II a. C."

domingo, 11 de octubre de 2015

Una lámina de bronce samia




Frente a las costas de Jonia se encuentra la isla de Samos, con algo más de 477 km2, siendo su monte más elevado el Ampelos. El Heraion fue un santuario en honor de la diosa Hera, al sur de la isla, y en él se ha encontrado una lámina de bronce en forma de creciente lunar de finales del siglo VII a. de C.  Según Pilar León (1) que sigue a otros autores, se representa la lucha de Herakles y Geryon, siendo este un gigante formado por tres cuerpos con otras tantas cabezas, seis piernas y seis brazos. Vivía en la isla que hoy ocupa la actual Cádiz y se dedicaba a la ganadería, lo que está reflejado en la lámina aquí comentada, con venados de largos cuernos y otros animales más o menos fantásticos.

Fue precisamente el robo de los rebaños de Geryon por parte de Herakles lo que provocó su enfrentamiento, venciendo este último. La autora citada abajo ha realizado un trabajo en el que estudia las relaciones entre griegos y pueblos ibéricos en la época arcaica (hasta el siglo VI a. de C.) que es cuando considera la influencia griega en la península Ibérica fue mayor. Fueron precisamente samios y foceos los griegos que más visitaron las costas mediterráneas de Iberia, dejando muestra más o menos efímera y escasa en Huelva, Cádiz y Málaga, antes que en Emporion. Estos restos son sobre todo cerámicos, pero también algunas monedas de origen fenicio.

En fundaciones fenicias habrían existido barrios griegos claramente diferenciados, además de enclaves propios dentro del ámbito cultural fenicio. En la costa de Málaga, a finales del siglo VIII y principios del VII ya hay testimonio de griegos, antes por lo tanto que en Massalia y bastante antes que en Emporion (en torno al 600 a. de C.). Luego las factorías griegas se extenderían por el Levante peninsular.

La riqueza de las costas mediterráneas de Iberia habría asombrado a aquellos griegos, que no obstante colonizaron con menor intensidad que la Magna Grecia. De aquello da alguna muestra la lámina que aquí comentamos, donde se representa el paisaje de Gadir, a cuyo resultado se llega por la presencia del drago gaditano. La mayor parte de la lámina está decorada con toros, cabras y aves rapaces, mientras que solo un tercio se dedica a la lucha de los dos personajes mitológicos.

La forma de creciente lunar induce a pensar que la pieza pudo haber servido de pectoral, pero lo cierto es que no hay orificios en sus extremos para sujetarla por detrás del cuello, pero lo que está fuera de duda –según la autora a la que sigo- es su carácter votivo, por sus dimensiones considerables (53 cm. de ancho y 88 cm. de largo siguiendo el borde inferior). Véase la imagen de la lámina comentada en http://www.upo.es/arqueologia/_galerias/descargas/Romvla-2.1.pdf

(1) "Jonia e Iberia", 2003.