miércoles, 29 de febrero de 2012

Alegoría de "La Marsellesa" (para alumnos)


Se trata de una escultura en altorrelieve con el título de "La Marsellesa", que F. Rude, escultor neoclásico francés, realizó para una de las partes del Arco del Triunfo de París en 1833. Tengamos en cuenta que en Francia se produce una revolución liberal que eleva al trono al rey Luis Felipe de Orleáns tres años antes, por lo que estamos en plena exaltación de las ideas liberales en el país.

Tras el largo período revolucinario, que termina con la derrota de Napoleón Bonaparte, Francia se sume de nuevo en el absolutismo "templado" de Luis XVIII y en el más violento de Carlos X, que llevaría a la burguesía liberal a derribarlo en 1830. Romanticismo y neoclasicismo, en la obra que comentamos, se dan de nuevo la mano: el heroísmo es común a los dos, pero el tratamiento del tema no. Algo antes Canova en Italia, por el mismo tiempo Thorvalsen en Dinamarca, están produciendo obras que nos hablan con el mismo lenguaje: una vuelta a la antigüedad clásica pero con una personalidad distinta que en el Renacimiento. Ahora la escultura es más serena -si bien el ejemplo que tenemos delante es excepción- más poética (esto también podemos decirlo de "La Marsellesa") tratándose además de una alegoría de los que lucharon en 1792 (la época más violenta de la revolución francesa) contra las potencias absolutistas de Europa (particularmente Austria y Prusia). 

La escena presenta a unos guerreros en una composición cerrada que muestran todo su vigor y decisión para luchar contra un enemigo al que se considera inferior moralmente: la libertad contra la opresión. Rude pone en los personajes toda la energía; el tratamiento anatómico es muy propio de la época helenística griega (podemos recordar el Laocoonte) y las actitudes son teatrales, pues se trata de una obra decorativa también, y dramáticas. Poco antes había pintado Delacroix "La libertad guiando al pueblo" donde la mujer que aparece enarbolando una bandera es la "misma" que Rude esculpe aquí sobrevolando a los guerreros, alguno de los cuales eleva su vista hacia ella para encontrar el camino de la victoria. Se trata de la diosa Belona (la de la guerra para los antiguos romanos, y esto mismo es otra alusión al mundo antiguo). 






martes, 28 de febrero de 2012

Una obra de la Ilustración (para alumnos)

Planta del Museo del Prado sin la ampliación reciente
La planta y la fotografía corresponden al edificio del Museo del Prado, obra de finales del siglo XVIII, aunque sufrió algunas reformas en 1818 por iniciativa del rey Fernando VII, que quiso distinguirse como rey ilustrado. Los planos son de Juan de Villanueva, y la iniciativa fue del rey Carlos III (1786) aunque la obra se ejecutó durante el reinado de Carlos IV. Primero se concibió para Gabinete de Historia Natural y luego para Museo de Ciencias Naturales. Su estructura y forma corresponden al estilo neoclásico español.

La Ilustración española, con ser menos ambiciosa que la de otros países europeos, particularmente la francesa, contó con la figura del rey Carlos III y sus ministros, que estuvieron imbuidos del racionalismo y la "filosofía" de las luces. La misma idea de dedicar este edificio al estudio de la naturaleza, pues se concibió junto con el Jardín Botánico anexo, indica el sentido práctico de quienes lo inspiraron. Fue una época fecunda en obras de embellecimiento de Madrid, que se urbanizó por primera vez como una capital europea. También es obra de Juan de Villanueva el Observatorio Astronómico, cercano, de planta circular y con columnas clásicas. Puede decirse que el otro gran arquitecto español de ésta época es Ventura Rodríguez. (A continuación deben añadirse las características generales de la arquitectura neoclásica que ya hemos puesto al comentar otras obras).

Como el edificio no fue concluido por su tracista continuó las obras el arquitecto López Aguado. En la planta vemos un edificio muy alargado lateralmente, con un cuerpo central terminado en ábside y, a derecha e izquierda, galerías alargadas que rematan en los extremos con mayor anchura. Ello confiere a éste edificio una gran originalidad, y destaca el hecho de que se trata de una obra civil, cuando aún en el neoclasicismo la mayor parte de las obras eran religiosas. En la parte central destaca el pórtico con seis columnas de orden toscano (el equivalente en la civilización romana al orden dórico griego), un entablamento que marca la línea dominante horizontal y un ático decorado en relieve con una alegoría del rey Fernando VII como protector de las artes y las ciencias. Este relieve es obra de Ramón Barba, así como de los medallones que decoran la fachada, pero en lo demás tenemos que decir que predomina la sobriedad propia de éste estilo.

El autor no decidió poner frontones, lo que también es una particularidad de éste edificio. En altura vemos (en la fotografía) tres cuerpos, pero el tercero que asoma no es de la obra original, sin añadido con mucha posterioridad; las columnas del cuerpo superior son jónicas, siendo el ritmo el siguiente: entre cada dos columnas, en el cuerpo inferior un nicho con una estatua o un vano peraltado y rematado en arco de medio punto. El edifio ha sufrido múltiples modificaciones, entre las que destaca la de Narciso Pascual y F. Jareño; así mismo la última que lo ha ampliado en su parte posterior, que no aparece en la fotografía.

El museo del Prado desde la puerta de Velázquez

El gremio de mareantes

La iglesia de Santa María se construyó, en parte, con las rentas del gremio de mareantes
En la Pontevedra del siglo XVI el gremio de mareantes alcanzó gran notoriedad. Juan Juega Puig, entre otros, ha estudiado este asunto e ilustra bien la jurisdicción que logró para sí dicho gremio, en una época de privilegios y exclusiones para la actividad económica. "El deslinde de la ría de Aldán con los mareantes de Cangas data de 1501", señala el autor citado. Dicha jurisdicción abarcaba, en la costa, "desde los Tranqueiros de Aguiño hasta las Estelas de Baiona", en la que el gremio de mareantes de Pontevedra ejercía su autoridad. (Aguiño en la costa suroccidental de la actual provincia de A Coruña y Baiona cerca del extremo suroccidental de la de Pontevedra).

Arte del xeito
Pero si los mareantes tienen este poder es por dos razones: la primera porque el arzobispo de Santiago se lo da, y la segunda porque el gremio constituye una fuente de ingresos extraordinaria para la villa de Pontevedra, entonces la más poblada de Galicia, incluídas las ciudades con obispado. El arzobispo, por su parte, va a recibir su cuota no pequeña. Las primeras ordenanzas de mareantes conocidas -seguimos a Juan Juega- son de 1523, renovándose luego para adaptarse en 1531 y en varios años más hasta 1596, pareciendo que estas últimas no llegaron a ser efectivas. El principal objetivo de las ordenanzas será limitar al máximo la actividad de los "xeitos", que eran muy utilizados en la ría como arte de pesca para la captura de la sardina. Consiste en extender la red dejándola en el agua para que las sardinas queden atrapadas. El cerco, por su parte, consistía en rodear con la red la zonda donde se pretendía pescar, sujetando los extremos de aquella a la proa y a la popa de la embarcación. Durante el siglo XVII decayó su uso.

La comunidad de intereses entre arzobispos de Santiago y mareantes no evitará los pleitos entre ambas partes: los segundos eran conscientes de que el trabajo dependía de ellos, y el primero era ducho -como en todo momento la Iglesia- en pleitear por el más pequeño motivo. Pero los pleitos no se limitaron a las dos partes indicadas, sino que el gremio de mareantes de Pontevedra también tuvo diferencias con los pescadores de Portonovo, particularmente en los años 1569, 1582 y 1594, "cuando la lucha entre los cercos y los 'xeitos' alcance su mayor virulencia". El problema es que los 'xeitos" fueron aumentando en número y ocupaban toda la ría, haciendo que las capturas por medio de cercos disminuyese. Así lo vio Melchor de Teves Brito, corregidor de Pontevedra en los pocos años en que la villa fue de realengo. La Real Audencia de Galicia, poco después, fue de la misma opinión, llegándose a plantear que a finales del siglo XVI la floreciente pesca pontevedresa dependía de ganar o de perder en esta disputa. Ya entonces se sabía que la ría no era capaz de soportar una explotación con las dos artes de pesca.

Arte del cerco
Lo cierto es que "los cercos, siempre poco numerosos y, por lo tanto, facilmente fiscalizables, fueron privilegiados frente a las restantes artes pequeras. De ahí que todos los informes realizados por los funcionarios de la Corona fuesen favorables a ellos". Pero los 'xeitos' no desaparecieron, como si un instinto de supervivencia hiciese que sus usuarios se resistiesen, sabiendo que la ría, más allá de jurisdicciones conseguidas de una forma u otra, era de aprovechamiento común. La preferencia por las artes menores -dice Juan Juega- iría acompañada de un desplazamiento poblacional desde las grandes villas hacia los pequeños puertos. Un privilegio arzobispal se había convertido en un arma de doble filo. El abandono del barrio de la Moureira, en Pontevedra, coincide con el aumento de vecinos en poblaciones como Portonovo.

Pero entonces los mareantes pontevedreses se desplazarán a esos puertos, produciéndose un cambio de estrategia. El autor al que glosamos aporta los datos siguientes en relación al uso del cerco: en el año 1526, ocho; hasta 13 en 1550; 15 en 1574; para descendeer a 1 en 1608. La guerra con Portugal por su independencia de la monarquía española, que en Galicia y otros puntos se extendió hasta los años sesenta del siglo XVII, supuso un abandono total del cerco como arte de pesca.

lunes, 27 de febrero de 2012

El nombre de Galicia

Castro de Baroña, SO de A Coruña

Dice Ubieto Arteta que "todas las regiones españolas se configuraron en sus límites durante la Edad Media (711-1492). Y solo el nombre de Galicia tiene antecedentes romanos, si bien sus extensiones durante la época romana y medieval fueron diferentes". 

Los calaicos que conoció Estrabón vivían en varias agrupaciones en la Galicia meridional y norte del actual Portugal, pero no exactamente en la costa, de forma que la geografía que habitaron era montañosa, aunque las cumbres y alturas estuviesen ya configuradas como en la actualidad, con valles y ríos, bosques y prados, penillanuras y montañas viejas.

Castro de Viladonga, NE de Lugo
Cuando Estrabón escribe sobre los calaicos, como sobre otros pueblos del noroeste peninsular, ya se había desarrollado abiertamente la cultura de los castros, poblados pequeños en altozanos, en las laderas de colinas y montañas, en algunas zonas costeras, con fortificaciones simples o dobles, con viviendas tendentes a la planta redondeada, con algunas excepciones que han hecho pensar en almacenes o en casas de ritos religiosos. Fosos y murallas, ya de tierra o de piedras, defendían el poblado, pero también podían dar a entender el poder o independencia de los pobladores frente al exterior.


Algunos castros estaban situados estratégicamente y a distancias que permitían la comunicación entre ellos, como si se tratase de una pequeña nación de castros en una comarca más o menos definida. Roma hizo que los habitantes de los castros -si eran belicosos- bajasen al llano, o bien se reconstruyeron los castros que habían sido abandonados o dañados por las batallas y enfrentamientos. Hoy se distinguen algunos castros perfectamente por la antigua factura indígena y por la época romana que los reconstruyó.

Vista aérea de Lugo con la muralla romana
Están catalogados varios millares de castros entre las actuales Asturias, León, Galicia y norte de Portugal, pero no todos existieron al mismo tiempo, pues de ser así la densidad de población de "Gallaecia" habría sido enorme. Asociados a la época del hierro, se superponen a ellos los lugares de habitación de la época del bronce, más brillante que la del hierro en Galicia, donde ésta formó una "koiné" atlántica con otras regiones costeras del oeste de Europa. El antiguo megalitismo también contribuyó a un cierto contacto e influencia mutua entre la antigua Galicia (en realidad el noroeste hispano) y otras partes del centro y oeste de Europa. 

Cuando Roma se instale en Brácara, en Lucus y en Astúrica, la ciudad -mayor o menor- se impondrá a las forma de poblamiento rural, pero éste será dominante aún así; de forma que cuando el imperio romano de occidente desaparezca, y Galicia sea poblada por bandas de suevos y otros pueblos germánicos, que se mezclarán con indígenas y población romana, aún las antiguas calzadas, los núcleos de población muy dispersos, seguirán existiendo; mientras que el cristianismo se introducirá en Galicia con muchas dificultades, de lo que es muestra la obra de Martín de Dumio "De correctione rusticorum". En pleno siglo VI Galicia estaba todavía anclada en formas de vida paganas, que en sincretismo interesantísimo hacía convivir creencias y ritos ancestrales. 

Razón tienen algunos cuando dicen que la verdadera cristianización de Galicia vino de la mano de los siglos pleno-medievales, cuando se refundaron las diócesis de Tui y Ourense, entre otras. En el paisaje, entre tanto, quedaban ocultos los antiguos castros, que la arqueología ha venido descubriendo en el último siglo y medio.

Torre del obispo Sotomayor, junto a la catedral de Tui
 

domingo, 26 de febrero de 2012

Walhalla

Elevado sobre el Danubio, el Walhalla

¿Quien ha concebido un "partenón" bávaro en medio de un bosque de frondosas sobre el Danubio? En el siglo XIX conviven y se solapan dos gustos artísticos que se influyen mutuamente: el neoclasicismo y el romanticismo. Cierto que aquel siempre ha perseguido una perfección formal que no caracteriza al segundo, pero ¿no hay un halo de romanticismo en "El juramento de los Horacios" o en el "Napoleón cruzando los Alpes" de Louis David? Lo que ocurre es que el romanticismo viene a desdibujar las formas exteriores del neoclasicismo, pero la admiración por lo heroico, por lo épico, por lo antiguo, es común a los dos. Cierto que los románticos se fijan más en la Edad Media, porque es la época de la "caballerosidad" y el amor cortés; en la época de los románticos muchos edificios góticos estaban en ruinas como consecuencia de las guerras o del tiempo. En esa época que se tenía por heroica pusieron su admiración los románticos. ¿Y no tiene romanticismo una obra clásica en medio de un paisaje boscoso?

Sobre el Danubio, en Ratisbona (y no en Munich donde se había construído el edificio para la Gliptoteca) concibieron Luis I de Baviera y sus colaboradores la construcción de un edificio clásico, al que se accediese por unos escalones en zig-zag, con una monumentaliad extraordinaria. Tenía entonces el que sería más tarde rey de Baviera 20 años y casi toda Alemania estaba administrada por la Francia napoleónica; el mismo Luis colaboró con el emperador francés hasta el momento en que intuyó que se agotaba su estrella. 

La Gliptoteca había sido construída por el más prestigioso arquitecto, pintor y poeta neoclásico alemán de la época, abarcando desde 1816 hasta 1830. Cuando Luis fue coronado rey en 1825 quiso llevar a cabo su idea, y el nombre, al parecer, sería cosa del historiador Johannes von Muller: "walhalla", un vocablo que hace referencia al lugar para los muertos en el campo de batalla de la mitología nórdica. Algo muy romántico, pero la obra sería neoclásica. Se pensó también en un edificio gótico, porque lombardos, godos y otros pueblos se consideraban "góticos" en relación al mundo latino, y la construcción de una Alemania unida de la mano de Prusia era también objetivo de Luis de Baviera, aunque con la católica Austria que luego quedaría excluída. 

Hoy el Walhalla alberga una colección de esculturas en mármol, entre las que se encuentra la de Lutero: un reformador religioso que puso en solfa al catolicismo del siglo XVI, pero prevaleció el criterio humanista y nacionalista en favor del monje agustino. El arquitecto fue también Leo von Klenze, inaugurándose el Walhalla en 1842. En orden dórico, con 8 por 17 columnas en derredor, todo él en mármol; el friso norte está decorado con alegorías de los estados alemanes, y el friso sur con escenas de guerra. Más de 350 ecalones lo elevan sobre el bosque circundante, mientras el Danubio, en un pasaje romántico, discurre hacia la vecina Austria.

  

Mateo Sánchez o Montoya

Convento de las Descalzas Reales
La regente de la monarquía española, Juana de Austria, lo fue entre los años 1554 y 1559, pues tanto el emperador Carlos como su hijo Felipe estaban fuera de España. Cuando asumió la regencia tenía solo 19 años, por lo que no debió estar muy avisada del gran berenjenal en el que se metía, pero lo cierto es que una serie de cortesanos estuvieron a su lado, que fueron quienes realmente dirigieron la política interior de la monarquía en esos años. Quizá el más importante fue el portugués Gómez da Silva, que había nacido en el centro del pais, Chamusca, y cuya política en España se caracterizó por el pactismo entre los diversos territorios de la monarquía, particularmente con Flandes; todo lo contrario de lo que defendían el duque de Alba y sus partidarios. Por lo demás intervino en muchas intrigas, que era una afición muy propia de la época en la Corte española (y en otras) pues se trataba ya de una monarquía autoritaria donde los reyes tenían un verdadero poder.
Otros colaboradores de la regente fueron Francisco de Borja, que influiría en ella para que fundase el convento de las clarisas descalzas en Madrid (el que se conoce como de las Descalzas Reales) una verdadera joya del patrimonio nacional hoy. También tuvo relación con Ignacio de Loyola, a quien ayudó en la extensión de la compañía de Jesús, sobre todo en Flandes (Lovaina en particular). La piedad de la regente era claramente contrarreformista, a pesar de que su formación era esmerada, conociendo el latín y por lo tanto a varios clásicos de primera mano. Pero la situación que ocupó en la Corte española y en la Europa de su tiempo no le invitaron nunca a plantearse otra cosa que el catolicismo rancio anterior a Trento.

Coro del convento con los sepulcros al fondo
Tal fue su devoción por la compañía de Jesús que quiso ingresar en ella, y así se hizo, al parecer, después de vencer los escrúpulos del fundador de la orden, pues no podían militar mujeres en la misma. Por ello adoptó el hombre de Mateo Sánchez (o Montoya más tarde) y así practicó una curiosa forma su jesuitismo. 

Aquella monarquía española salía del medievo en algunas cosas: por ejemplo, el oro y la plata de Indias venían abundantemente y más tarde aún más, por lo que algunos se enriquecieron para despilfarrar el dinero o hacerse con extraordinarias obras de arte de Italia o de Flandes. La monarquía había dejado de ser débil, como las medievales, y los problemas religiosos afectaron tanto a grandes como a medianos y pequeños, pero más a las dos primeras categorías. Erasmistas, críticos del papado, imbuidos del espíritu italianizante y humanista, algunas elites españolas serían partidarias de conducir al país por derroteros distintos a los que eligió el rey Felipe II. 

Pero en otras cosas la monarquía española tenía mucho de medieval: los señoríos, que se agrandaban y endeudaban sus titulares, continuaron hasta -como se sabe- el siglo XIX; el genio de Cervantes nos ha dejado una muestra de que a principios del siglo XVII seguía habiendo una mentaliad caballeresca y feudal, poco moderna y nada evolucionada, mientras que en ciudades europeas como Florencia, Brujas, Barcelona, París, Nápoles, Milán, Londres o Hamburgo los mercaderes se enriquecían, industrializaban sus regiones y minaban el poder marítimo de los monarcas españoles. La idea imperial defendida por éstos hasta bien entrado el siglo XVII también es una prueba de medievalidad. 

Retrato de Juana de Austria
Mateno Sánchez murió tempranamente, a la edad de 38 años en el monasterio de El Escorial (otro monasterio) aunque en este caso porque era residencia de su hermano el rey. El convento de las Descalzas Reales (en su origen se le llamó Nuestra Señora de la Consolación) fue establecido en el solar de un antiguo palacio del rey Carlos, acondicionado por Antonio Sillero y luego por Juan Bautista de Toledo. El sepulcro de Mateo Sánchez, o Montoya, o Juana de Austria, está en dicho convento, hecho por Pompeo Leoni. Otros dos sepulcros reales están el el coro del convento: el de la esposa del emperador Maximiliano II, María, hermana del rey Felipe II de España; y el de la hija de aquellos, Margarita. 

Un convento innecesario si no es para demostrar la piedad de una regente; un patrimonio irrenunciable hoy; un mausoleo para tres mujeres de la realeza Habsbúrgica. Todo ello nos ayuda hoy a comprender las mentalidades y algo mejor la naturaleza humana, pero nada más (que no es poco).

sábado, 25 de febrero de 2012

Sedentarios antes que agricultores

El promontorio de Kharaneh IV
PLoS One ha publicado una información que, de confirmarse, vendría a revolucionar muchas ideas sobre los orígenes de la sedentarización humana y la necesidad de la agricultura para que aquella tuviese lugar. Ciertamente los equipos de arqueólogos que han trabajado en el yacimiento de Kharaneh IV, al este de Jordania, han llegado ya a algunas conclusiones, pero falta un debate más a fondo y las comparaciones con otros yacimientos e investigaciones, por ejemplo el de Ohalo II, a orillas del mar de Galilea. La principal diferencia externa entre estos dos yacimientos, hoy, es que Ohalo está mucho más cerca del mar, en tierras fértiles, mientras que Kharameh IV está en una zona desértica. Pero lo que hoy es desierto pudo no serlo hace 20.000 años, y de hecho se tienen conocimientos de que la zona tenía un clima muy distinto al actual, con agua, vegetación y la posibiidad de formas de vida sedentarias (si se confirma lo investigado hasta ahora) sin necesidad de que se conociesen la agricultura y la ganadería.


Las cabañas, o restos de ellas, que han sido descubiertas en Kharaneh IV tienen una antigüedad de 20.000 años, por lo tanto son muy anteriores a los testimonios de que el ser humano practicase la agricultura, siquiera sea someramente. La agricultura, como es sabido, comenzó su andadura en algunas regiones de Anatolia, Palestina y la alta Mesopotamia hace unos 10.000 años, discutiéndose si fue simultánea a la ganadería o una de las dos actividades precedió a la otra. La idea de que la agricultura traería la sedentarización se sustenta en que es una actividad que necesita método y sistematización; no se puede practicar en nomadismo. Pero una cosa es que la agricultura necesite a la sedentarización y otra cosa que esta necesite a aquella. Podrían haberse sedentarizado grupos humanos en número notable sin necesidad de practicar la agricultura, por el solo hecho de que la caza y recolección abasteciesen suficientemente a dichos grupos humanos en un área relativamente reducida. 

Topografia de Kharaneh IV
Los grupos que habitaron hace 20.000 años Kharanen IV no conocieron la agricultura (esto es evidente) pero gozaron de un clima y de un medio natural mucho más favorable que el actual en la zona. Algunos estudiosos han lanzado la hipótesis de que incluso la antigüedad del poblamiento sedentario en la zona se remonte a 30.000 años atrás. Los datos hasta ahora extraídos son los siguientes: los habitantes de este yacimiento, en su época, enterraron a sus muertos, estaban concentrados en gran número de personas en un solo lugar, intercambiaban objetos con otras comunidades, habiéndose encontrado "cientos de miles" de herramientas de piedra, huesos de animales, cuentas de concha, huesos con líneas incisas, piedras con signos geométricos, siendo las cabañas excavadas (solo dos) de 2 ó 3 metros de longitud, con paredes y techos de arbustos. La datación con radiocarbono ha sido de entre 19.300 y 18.600 años de antigüedad, apareciendo también cuernos de gacela quemados dentro de las chozas, pigmentos ocres y cientos de conchas marinas perforadas: la lejanía del mar (unos 250 kilómetros) sugiere que los intercambios entre unos grupos y otros haría llegar dichas conchas a Kharaneh IV.

Pero creo que debemos de ser cautos. En primer lugar el número de cabañas estudiadas es muy pequeño y la información facilitada tras tres temporadas de trabajo debe ser tomada con todas las precauciones. Entre tanto, un nuevo motivo para preguntarnos sobre seres que decidieron sedentarizarse y lo consiguieron sin necesiad de conocer práctica agrícola alguna. 

miércoles, 22 de febrero de 2012

Acre cristiana y musulmana

Arquería en el iterior de la muralla

En la costa mediterránea israelí, al sur de la antigua Tiro, la ciudad de Acre es el símbolo más notable de la lucha entre dos mundos, entre dos ambiciones, a finales del siglo XII: musulmanes que la habían tomado en 1187 y cristianos que la conquistarían cuatro años más tarde. 

Ciudad que remonta sus orígenes, según los estudios arqueológicos que se han venido realizando hasta el momento, a mediados del segundo milenio antes de Cristo, en la primera mitad del siglo VII de nuestra era ya estaba administrada por árabes y quizá sirios, durante la inicial expansión del islam hacia el norte a partir de la península Arábiga. Ahora lo que nos interesa es la época en que más encarnizada fue la lucha entre musulmanes y cristianos: las décadas finales del siglo XII.

Una calle fortificada de Acre
Olimpia Niglio ha estudiado la estructura e historia arquitectónica de la ciudad, señalando que nos han quedado muestras de las arquitecturas sucesivas, tanto cuando edificios de una etapa se han integrado como cuando han venido a sustituir a otros, e igualmente ocurre con los materiales. Antiguo puerto comercial, Acre fue lugar de encuentro (hay muchas ciudades "lugares de encuentro") entre oriente y occidente, fundamentalmente -dice la autora cidata- de italianos y españoles. En particular ha quedado el barrio de los genoveses configurado ya a principios del siglo XII; el de los venecianos por la misma época; el de los pisanos, que se forma en la segunda mitad de la centuria; y algo más tardío el barrio de los templarios. Estos son los barrios que se vieron ocupados por los musulmanes de Saladino, tan capaz de extender la fe musulmana como los cristianos Ricardo, Felipe y Berenguela la suya.

Eran barrios mercantiles, que hacían de Acre una ciudad cosmopolita en la Edad Media, en la costa entre Palestina y Líbano. Algunas plazas porticadas, con rudas columnas sin basa, bóvedas y entibos, hablan de riqueza y de actividades al aire libre: mercantiles, cívicas, guerreras, incluso religiosas. La ciudad sale prominentemente hacia el mar, y desde él se dejan ver algunas de sus torres. La dominación cristiana durante el siglo XII dejó una clara impronta europea, "cuyo impulso fue particularmente relevante" en dicho siglo, de la misma forma que será relevante la influencia musulmana a partir del XVI por obra de los otomanos. Los recorridos -dice Olimpia Niglio- los barrios bien definidos, con ejes carreteros principales y secundarios, evolucionaron de forma que, en ocasiones, las calles quedaron convertidas en espacios cubiertos y destinados al comercio.

Murallas de Acre
En este marco es donde se desenvolvió la lucha entre Saladino y los reyes de Francia e Inglaterra, principales interesados en que la ciudad retornase a manos cristianas. Era un centro estratégico, era "tierra santa", pero aquella lucha era también el símbolo de una concepcion feudal del mundo, donde un reino en oriente próximo podía ser tributario de los reinos occidentales. En el año 1191 se dio el sitio: los cristianos pusieron por la parte no litoral de la ciudad sus trabuquetes y manganas, sus torres de madera de varios pisos para alcanzar la altura de las murallas; allí se empleó el llamado "fuego griego", y allí había llegado el rey Ricardo tras una estancia en Chipre, el único que se quedaría en Acre para administrar la victoria, con su esposa Berenguela de Navarra. El asedio no fue duradero, pero sí muy intenso, llegando a extremos de crueldad que diríamos nunca vistos si no tuvíesemos sobrados testimonios en la historia: varios miles de musulmanes, prisineros de Ricardo, fueron muertos impiamente: la carga de conciencia no era tal, pues se trataba de "infieles". E infieles eran los cristianos para Saladino, por eso consideró legítima la ocupación de la ciudad cuatro años antes. 

Cuando Felipe, rey de Francia, regresó a su país desinteresado de Acre, abandonó las gruesas ménsulas y los grandes y bien labrados sillares de los muros, las callejuelas medio cubiertas por túneles y pasadizos para comunicar una plaza, un espacio con otro; abandonó una ciudad con arquitectura riquísima en pleno auge del gusto románico; y dejó a los cristianos a quienes se restituyeron sus propiedades, sus casas, sus tierras en torno a la ciudad. Ahora de nuevo surcarían naves cristianas el mar de Acre, pero atentas a la próxima embestida de un islam en plenitud de ambición y de fe; de crueldad también, como los cristianos opuestos.

martes, 21 de febrero de 2012

Viaje a través de la Cólquida

Saliendo de Trebisonda, a orillas del mar Negro y al nordeste de Anatolia, se sigue la imperfecta llanura costera vigilada muy de cerca por montañas de mediana altura. La ciudad de partida es antigua. Debieron ser colonos milesios (griegos) los que se asentaron en aquel lugar a mediados del siglo VIII a. de C., pero tras la ocupación del territorio por los persas de la dinastía aqueménida, la población se iranizó. Las colonias griegas del mar Negro, sin embargo, mantuvieron siempre una influencia sobre aquella población híbrida que incluso desde el siglo III a. de C. se mantendrá independiente de Seleúcia y de otros estados helenísticos. 

En dirección este y luego norte, bordeando la costa oriental del mar Negro, llegamos a la Cólquida, donde el mito dice que Jasón consiguió el vellocino de oro que daba prosperidad. La ciudad más importante de la costa georgiana hoy, es Batumi, pero a finales del siglo II a. de C. incluso existió el reino de Cólquida, formado por la convivencia de varios pueblos que se habían ido asentando allí desde hacía siglos, los mismos en que la región fue objeto de rapiña por parte de cimerios y escitas. 

Seguimos hacia el norte y nos vamos acercando a la gran muralla natural del Cáucaso, que separa Georgia de Kabardino-Balkaria, bajo soberanía rusa. La cima más alta, a 43º 3º' de latitud norte, es la mole de Elbrus, en realidad dos picos macizos y nevados, rodeados de nubes casi siempre, con paisajes inmensos y bellísimos. Es el Strobilus de los antiguos; varios glaciares se alimentan de su nieve, que corre por sus pendientes, picachos enérgicos y agudos se elevan sin someterse a la erosión; los valles se esparcen radialmente en unos casos desde la base de la montaña; en otros, paralelamente a ella. La altura máxima está a 5.642 metros sobre el nivel del mar.

Desde Trebisonda nos hemos desplazado, en dirección norte, solo 2º y 21'; algo más de un tercio de lo que separa el Mulhacén de la costa de Lugo, en España (6º 31'). Y sin embargo el cambio ha sido sorprendente: desde las llanuras del Ponto hemos ascendido hasta las nubes, a las cumbres más altas del Cáucaso, frontera natural entre Europa y Asia. Las pendientes mayores se dan en la dirección norte-sur; menos hacia el este; presentando un paisaje más aplanado y esparcido las pendientes noroeste-sureste y suroeste-nordeste. Pero lo que impresiona son los mares de nubes, los prados muy ralos, las lagunas quietas en la altura, heladas casi todo el año; y en cualquier dirección las elevadísimas montañas de toda la cordillera. 



lunes, 20 de febrero de 2012

Dos estilos

Entre persas y griegos (sabido que los primeros y los segundos son el resultado de sendos mestizajes) si en algo cabe distinguirlos es en su estética, en su arte, en su concepción de lo bello, lo fantástico, lo misterioso. 

Solo dos obras traigo aquí a colación para comprender, y basta con ver, la gran diferencia de gustos y estilos entre los artistas de una y otra civilización, porque en cuanto a brutalidad, contradicciones y ambiciones imperialistas, no se diferencian apenas. 

En el museo del Louvre se conserva un friso de 2,8 por 2,06 metros que representa en relieve al dios Dionysos guiando a las horas, momentos del dia o de la naturaleza: la mentalidad poética de los griegos (en la que sus mitos son un ejemplo) les hizo personificar el amanecer, la paz, el orden, las plantas, el otoño, la justicia, la abundancia, la música, el atardecer, la música, etc. Se trata de una copia romana de época imperial a partir de un original neoático. Las proporciones y el ideal de belleza abstracta, de las que siempre se ha hablado, están presentes; así como el movimiento sereno y poético, el naturalismo y el tratamiento delicado de los ropajes. El dios está representado de una forma inusual, barbado y como caudillo que conduce. Podemos imaginar la parte del friso que no se ha conservado, pues las horas eran muy numerosas.
En el relieve persa que nos sirve de comparación toda proporción está ausente: muy al contrario, se intenta representar la fuerza y la violencia, se exagera la musculatura del león, pero no se persigue dar la sensación de dolor del animal atacado, un toro, símbolo del vigor viril, que se retuerce no obstante en escorzo y donde encontramos un geometrismo arcaizante en el pelaje y en las facciones de los animales. Esta escena ha sido representada en el arte persa en varias ocasiones de diversas maneras. No hay aquí poesía, aunque sí una técnica depuradísima, una capacidad de orbservación extraordinaria para plasmar las garras del animal y otros detalles. 

Puede haber una diferencia de uno o dos siglos entre una escultura y la otra, pero la evolución de uno y otro estilo nunca fueron en la dirección de encontrarse, sino de mantener sus señas de identidad. Cuando Persia esté bajo dominio alejandrino se impondrá, antes que otra cosa, el gusto griego en el arte. 

Católicos contra hugonotes

La noche de S. Bartolomé. Fresco de Giorgio Vasari. 

Me parece uno de los fenómenos más complejos de la historia europea y de más difícil interpretación. Las reformas religiosas iniciadas en el siglo XVI por monjes, reyes, autoridades religiosas y otros personajes constituyen un fenómeno de transcendencia extraordinaria que alargaría sus consecuencias hasta el siglo XX. 

Creo que no podemos dejar de tener en cuenta las ambiciones nobiliarias y cortesanas, las pretensiones territoriales, el afán por la hegemonía europea y también, claro está, el deseo de que la cultura europea fuese una u otra según la confesión religiosa que se impusiese. Porque si bien las disputas de las que hablamos son entre cristianos, se están dando al mismo tiempo en que algunas potencias europeas luchan contra el turco no solo porque éste sea portador de otra religión y otra forma de vida, sino también por la hegemonía en el Mediterráneo y sureste de Europa. Es decir, tenemos durante buena parte del siglo XVI y el siglo XVII a unas monarquías, grupos nobiliarios, militares y burgueses empeñados en guerras y crímenes sin límite. Pero la prueba de que el conjunto de la población no contribuyó a éste fenémeno es que durante dichos siglos Europa prosperó económicamente, ya sea por los metales preciosos que venían de América, ya por la puesta en cultivo de nuevas tierras, el desarrollo del comercio internacional y el crecimiento de la población. Si bien las dos centurias citadas no son iguales en todos los países, lo cierto es que en el XVII despegan Inglaterra y Holanda; Flandes y los estados italianos alcanzan una prosperidad extraordinarias.

En el norte de Francia y al sur de la ciudad de Lille está la villa de Cambrai, cerca de la cual, en un castillo (Cateau-Cambrasis) los reyes de Inglaterra, Francia y España firmaron unos acuerdos de paz que, curiosamente, a los únicos que librarían de guerras sería a los italianos, pues Francia renunció definitivamente a sus aspiraciones en Italia. Esta paz demuestra también el triunfo de la diplomacia española, pero no servirá para que los Países Bajos de Felipe II, ni la Francia de Catalina de Médici, ni la Inglaterra de Isabel I, se librasen de una conflictividad continuada. 

En el siglo XVI había una obsesión en buena parte de Europa (se entiende por parte de reyes y nobles): cortar la extensión de la reforma protestante en sus diversas vertientes; calvinista, luterana y otras. No deja de ser paradójico que la reina inglesa Isabel lo fuese, entre otras causas, por la influencia de Felipe II de España, que recomendó su elección. Por su parte la regente Catalina, con su política cambiante en materia "religiosa", apoyando ahora a los hogonotes y luego a los católicos en función de sus intereses dinásticos, contribuyó también a cebar el conflicto, que ya se ve no es meramente religioso; más bien me parece que la religión es un prietexto para dirimir otros intereses. En estos intereses están nobles como los Condé, Borbón y Chatillón, los Guisa y otros; la Holanda de la época, que con toda lógica aspiraba a la separación de la monarquía católica, lejana e intransigente. El edicto de tolerancia en Francia (1563) no calmará las cosas sino por poco tiempo, sencillamente porque no se trataba de un tema esencialmente religioso el que se dirimía, sino de otro tipo: ¿a que viene, si no, el apoyo de Catalina a los Orange, como así mismo de Inglaterra? ¿A que viene el asesinato de María Estuardo que llevó a la ruptura de relaciones entre Inglaterra y España (quiero decir las dos monarquías) y la intervención de Gregorio XIII más como político que como clérigo? ¿Se iban a arreglar las diferencias religiosas en Europa con la pretendida invasión de Inglaterra por parte de España, como aconsejó en mala hora Álvaro de Bazán al rey español?

El puzle flamenco en el s. XVI
La matanza de hugonotes, primero en París y luego en otras partes de Francia en 1572 ("noche de San Bartolomé") no puede tener solo una intencionalidad religiosa, por la sencilla razón de que unos y otros temían no solo por la libertad religiosa (los hugonotes) y por la seguridad de la dinastía Valois (Catalina de Médici), sino que estaban de por medio los privilegios de los Guisa, de los Condé y de otras familias nobles de Francia. Tanto escrúpulo religioso y resulta que Enrique IV no tuvo inconveniente en someterse a la disciplina de la Iglesia (vamos a suponer que lo hizo por convicción) sino que además proclama la tolerancia religiosa con su Edicto de Nantes (1598)... que sería revocado casi un siglo más tarde por Luis XIV (1685: Edicto de Fontainebleau). 

Cuando estalle la guerra que conocemos como "de los treinta años" en 1618, comprometido el Imperio germánico y otros países satélites, ¿será solo por razones religiosas? El siglo del racionalismo, heredero del humanismo; el siglo de las "razones de Estado", el siglo de la lucha por la hegemonía europea, no permiten reducir a aquel asunto el gran conflicto europeo que aún no tendría solución en el cacareado año de 1648.

domingo, 19 de febrero de 2012

Un galeón en Ribadeo


"Antigua y Medieval" informa que la Consellería de Cultura "acometerá un tapado de los restos del galeón hundido en la ría de Ribadeo para poder protegerlo y evitar que se produzca cualquier tipo de expolio". El tapado -sigue diciendo la misma fuente- se hará con arena de la propia ría y mediante métodos específicos no lesivos para evitar que pueda ser localizado con facilidad y que además el galeón no sufra ningún tipo de daño. Quedará incluido en las cartas náuticas y de éste modo se podrá preservar como cualquier otro elemento patrimonial de Ribadeo. 

Se extraerán con métodos arqueológicos los materiales que se encuentren alrededor del pecio y que puedan ser susceptibles de expolio, para que los expertos puedan estudiarlos y se puedan restaurar y conservar. Estas conclusiones se obtuvieron tras una reunión mantenida por el Director Xeral de Patrimonio y el Alcalde de Ribadeo, que también acordaron suspender las obras de dragado del puerto de Mirasol.

Un galeón es una embarcación de los sigos XVI y siguientes de origen español, que se construyó para realizar los viajes atlánticos tras el descubrimiento de América. Eran embarcaciones lentas dedicadas al comercio, la guerra y, en menor grado, a la pesca que se movían por la acción del viento, siendo su velamen muy completo. Su capacidad de carga superó a la galera, embarcación medieval que se movía fundamentalmente a remos (podía llegar a 80). 

Los reinos independientes al sur del Ponto

El mapa corresponde a la época mitridática

En la época helenística, cuanto el imperio macedonio se reparte entre los llamados diádocos y epígonos, se mantuvieron algunos estados independientes al norte de Anatolia y al sur del Cáucaso, por mucha fortaleza que demostrasen los antigónidas, lisímacos, casandros, seleúcidas y ptolemaicos. No tanta forteleza, pues bajo el común denominador del helenismo, lo cierto es que las instituciones fueron inestables e incluso ineficaces; las dinastías se sucedieron en unos casos, aunque se mantuvo la misma en otros; pero en definitiva la impresión que nos queda es de un caos que solo la fuerza militar y la cohesión griega pudieron mantener a duras penas.

Mientras a finales del siglo IV a. de C. Antígono y Seleúco se repartían el Asia alejandrina, al norte de Anatolia quedaron independientes, con etapas de sometimiento y vasallaje, unos estados de los cuales el de más personalidad fue Bitinia, con capital en Sinope; o por lo menos esta fue la ciudad con más tradición y riqueza. Como los demás territorios de Anatolia, con excepción de la parte occidental, había estado bajo influencia hitita, para luego pasar Sinope a ser una colonia griega de Mileto. Cimerios del Cáucaso habían intervenido en la región hasta que en el siglo VII se establecieron en Sinope colonos de Éfeso: es un momento de prosperidad para la ciudad, antes de que colonos atenienses la poblasen. Strabon nos habla de que en su época (cambio de era) Sinope tenía una importante flota.

Sometida la región a los persas y luego a los macedonios, aparece como independiente tras la muerte de Alejandro, siendo atacada un siglo más tarde (220 a. de C.) por Mitrídates del Ponto. La ciudad y su región se defendieron con la ayuda de Rodas, hasta que de nuevo sufra el ataque de Farnaces del Ponto en 183 a. de C., adueñándose entonces de la capital. Participó en las guerras mitridáticas hasta que César la convirtió en colonia romana.

Paflagonia tenía sus límites, según Strabon, en el río Parthemis al oeste y el Halys al este. Habiendo conocido también la influencia hitita, alternó la independencia con la dependencia tras el imperio de Alejandro, pasando a depender a veces del reino del Ponto y otras veces de Bitinia.

Armenia había sido un estado desde el siglo VI al V a. de C. (casi dos centurias) hasta que se integra en el reino seleúcida y, con la destrucción de éste, se divide en 190 a. de C. en "dos Armenias". La máxima expansión de la región más extensa se da en la primera mitad del s. I a. de C., cuando al parecer (las fuentes son contradictorias en esto) se asomaba a los mares Caspio, Mediterráneo y Negro.

Media Atropatene recibe su nombre del sátrapa persa de Darío III, Atropates, que la heredó tras el imperio alejandrino (320 a. de C.), pero en 211 entra en vasallaje de Seleucia y en 140 es ocupada por los partos. También Capadocia fue un reino independiente a partir de 270 a. de C., aunque con épocas de sumisión a Selucia. 

El reino del Ponto comenzó como entidad en 291 a. de C. bajo la dinastía de Mitrídates. Su cultura es un híbrido de lo persa y lo griego, llegando en su momento de máxima expansión a dominar casi todas las riberas del mar Negro, con la Cólquide al este. La historia de este reino es la de contínuas guerras llamadas mitridáticas, por el nombre de sus reyes, terminando repartido el territorio entre Bitinia y los gálatas. Estos gálataas, galos o celtas formaron un reino en el interior de Anatolia con el nombre de Galatia, que terminaría siendo satélite de Roma desde 189 a. de C. y provincia romana en 25 antes del cambio de era.


sábado, 18 de febrero de 2012

La ruta de Alcibíades a Sicilia


Busto de Nicias
En el contexto de la guerra del Peloponeso, que enfrentó a Esparta y sus aliadas con Atenas y las suyas durante casi todo el último tercio del siglo V a.de C., se produjo la expedicion marítima de Alcibíades a Sicilia, después de una paz conseguida por el general ateniense Nicias, siempre más favorable a acuerdos diplomáticos con Esparta que Alcibíades. Este personaje fue ciertamente contradictorio, de forma que cambió de opinión muchas veces, de bando y de ejército: Plutarco dice de él que "parecía, por tanto, que no había andado errado Arquestrato en decir que la Grecia no podría llevar dos Alcibíades. Y cuando Timón el Misántropo, encontrándose con Alcibíades a tiempo que se retiraba de la junta pública muy aplaudido y con un brillante acompañamiento, no pasó de largo, ni se retiró, como solía hacerlo con todos los demás, sino que acercándose y tomándole la mano: Bravo, muy bien haces, le dijo, oh joven, en irte acreditando, porque acrecientas un gran mal para todos éstos; unos se echaron a reir, otros lo miraron como una blasfemia, y en algunos produjo aquel dicho una completa aversión: ¡tan difícil era formar opinión de semejante hombre por las contrariedades de su carácter!"

En 421 a. de C. las ciudades que formaban la confederación espartana, y las que formaban la confederación ateniense, estaban exhaustas en gastos, pérdidas humanas y materiales; por lo que se llegó a una paz -que resultó ser tregua- capitaneada por el ateniense Nicias, aunque también muy deseada por los generales espartanos, entre los que destaca quizá Metágenes. Pero el afán hegemónico de las clases dirigentes en una y otra confederación, sobre todo en Esparta y Atenas, no había cesado. Los regímenes políticos de cada una de las dos ciudades capitanas habían dado sus frutos, y ambas se creían fuertes para combatir a la otra, para imponer sus concepcionees y su primacía en la riqueza y en el territorio. Además estamos en un momento de gran auge de lo militar, que había comenzado con las guerras contra los persas. 

Estando Sicilia sobre todo en manos espartanas, pero siendo una tierra estratégicamente situada en la geopolítica de la época, cerrado ya el paso hacia Iberia por Cartago, es también Plutarco quien nos informa del interés ateniense por la isla, donde tenía las ciudades de Catana y Leontina, entre otras, aliadas a su causa. Por su parte Esparta contaba con Mesina y Siracusa, Gela, Selinus e Himera, y asegurar el control de la isla fue lo que se intentó con la expedición de Alcibíades. La ciudad de Segesta, griega en el extremo occidental, había pedido ayuda a Atenas. Y saliendo una flota al mando de Alcibíades, se formó con más de cien navíos, más de cien carros, arqueros, cinco mil hoplitas, varios cientos de caballos, honderos y lanzadores de jabalina. Los preparativos, los recursos, los gastos y el destino incierto de la expedición, debieron de constituir una verdadera epopeya.

(Pinchar en la imagen para ver a mayor tamaño)

Desde el Ática salieron las naves en 415 a. de C., para dirigirse por el sur del Peloponeso dejando a la izquierda la isla de Kythira; luego la costa occidental de Grecia; el golfo de Tarento, ya en Italia, bordeando el sur de la península y llegando a la ciudad amiga de Catana. La ruta elegida no careció de riesgos, pues todo el sur de Grecia era espartano; así como Locri en el sur de Italia; Mesina en el estrecho de su nombre y Siracusa, vecina pero enemiga de Catana y Leontina. 

Dos batallas frente a Siracusa tuvieron lugar entre 415 y 413 a. de C.; la primera sin resultado definitivo en favor de ninguno de los dos bandos, y llegando el invierno los atenienses lo pasaron en Catania, que debió experimentar en este momento un auge económico o una gran servidumbre de su población. La segunda batalla fue más encarnizada, pues los siracusanos recibieron refuerzos espartanos, así como llegaron también refuerzos para los atenienses. Nada salvó a estos últimos; siendo derrotados y teniendo que ser el prudente Nicias quien se rindiese. Alcibíades, el gran defensor de la expedición -contra la opinión de Nicias- huyó a Eparta muy pronto, y luego se puso al servicio de gobernadores persas... Toda una vida dedicada a la demagogia, a la lucha, a la imprudencia y a la traición. 

Ser quizá descendiente de Eurusaces, según cuenta Plutarco; tutorando de Pericles, amigo de Sócrates, no le sirvió de nada para que se cumpliese en él la frase de Eurípides: en todos los que son hermosos es también hermoso el otoño.

Bastetanos y contestanos

Dama de Cabezo Lucero
Estos dos pueblos iberos, que poblaron en la época prerromana y romana el sureste de la península Ibérica, quizá fueron los únicos que recibieron, al mismo tiempo, la influencia fenicia y griega. Aunque Cástulo, más en el interior (actual provincia de Jaén) era "ciudad" oretana, debe tenerse en cuenta que estos pueblos tuvieron asentamientos diferentes según los momentos, pues entre ellos no hubo concepto alguno de estado ni de frontera, aunque defendían aquellas tierras en las que estaban más asentados.

Sureste de  la península Ibérica

Lucentum es la población romana que los griegos llamaron Akra Leuké, si es que se acepta que se trata del mismo topónimo. El yacimiento se encuentra en la actual ciudad de Alicante, en su barrio de la Albufereta. Se han hallado muestras de poblamiento ibero de una antigüedad del siglo IV a. de C., quizá poblada por contestanos si tenemos en cuenta la información de Strabon, que nos habla en el cambio de era; siendo éste su momento de apogeo. Recibio influencia cartaginesa y tuvo muralla.

En Guardamar se encontró la Dama de Cabezo Lucero, una de las "damas" en piedra caliza que son propias de la misma región en un sentido amplio. De unos 50 cm. de longitud, teniendo en cuenta la restauración, muestra un arcaísmo mayor que otros ejemplares, y la influencia griega es evidente. La más famosa de todas es la Dama de Elche, datada entre los siglos V y IV a. de C., de 56 cm. y que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional. Se encontró en la localiad de La Alcudia, cerca de Elche. La indumentaria que luce es ibera pero la influencia griega es también evidente, siendo el material piedra caliza. La Dama de Baza, de piedra caliza, está datada en el siglo IV a. de C., conservando policromía que permite imaginar la brillantez de su factura original. Se encuentra también en el Museo Arqueológico Nacional.

Cástulo es el nombre que recibe una antigua "ciudad" oretana en el actual municipio de Linares, Jaén, a donde pudo llegar la influencia de fenicios y griegos, si bien estos, como se sabe, no se adentraron en el interior de la península; otra cosa es que los pueblos en tránsito, de un lugar a otro, pudieron hacer llegar dichas influencias.

Una interpretación de la primera cruzada



Para los musulmanes llamar cruzadas a las luchas entre los dos mundos puede resultar ofensivo, pues se trata de una denominación que se refiere solo a una de las partes en conflicto. Dicho esto no puedo dejar de utilizar el término, en primer lugar porque "cruzados" se llamó a los que se alistaron en aquellos ejércitos totalmente irregulares, donde iban desde experimentados soldados y generales hasta mujeres y niños, formando familias enteras. Para los musulmanes de la época, y así lo revelan sus fuentes, aquellos seres que invadieron los trritorios ocupados por ellos (turcos selyúcidas y sus vasallos) eran "francos". La memoria que existia en el siglo XI es la del antiguo imperio de los merovingios, Carlomagno y sus sucesores, que ocuparan buena parte de Europa occidental. 

Un aspecto de las cruzadas -de la primera a la que aquí me refiero- es el enorme recorrido que implicó, con todo lo que ello significa de penalidades, sufrimiento, muertes en el trayecto y necesidades insatisfechas. La geografía recorrida fue variadísima: valles y angosturas, páramos y mesetas, montañas y zonas desoladas. En el camino habría robos, pero también compras, recurriendo a los campesinos y comerciantes que salían al paso y se asombraban de aquella turba. 

Cuando el papa Urbano predicó la primera cruzada a finales del siglo XI ¿por quien se dejó aconsejar? ¿fue el mismo papa el inspirador o hubo otros? ¿Podemos considerar que el papa Urbano era un fanático, era un cristiano convencido de que defendía su fe de la mejor manera o ambicionaba acrecentar su poder político al ayudar al emperador bizantino en apuros? Una buena dosis de fanatismo parece evidente, pero no solo en el papa, sino en todos aquellos que le siguieron convencidos y en los opositores turcos. Aquel sería un mundo sin medias tintas: las dos partes se creían poderosas, las dos estaban en expansión, incluso el imperio bizantino, que volvería a tener una "segunda edad de oro" y sobre todo la cristiandad occidental, en la que los papas habían tomado una primacía evidente sobre reyes y emperadores. Por otra parte no se puede negar la importancia comercial de Palestina y las regiones circunvecinas, ya desde los primeros siglos del Islam e incluso antes. Era el centro entre Egipto, oriente, Arabia y Anatolia, antes de llegar a la Grecia europea.

Otro aspecto a tener encuenta es el de cómo se juzgaría por los protagonistas la muerte infligida al enemigo o los crímenes cometidos en el camino, la rapiña ejercida tras las victorias o los abusos de los jefes militares: el pecado en la Edad Media estaba muy presente en las conciencias, pero ante una moral totalmente relajada se pretendía compensar con una sobredosis de fe. El "no matarás" canónico se entendía con la excepción de si las víctimas eran "infieles", y como este calificativo se atribuía recíprocamente entre un bando y otro, el conflicto estaba servido. La "guerra santa" musulmana, más o menos desdibujada entre los turcos, cobró actualidad ahora con la predicación del papa Urbano, que al parecer prometió a los cruzados un perdón por los pecados cometidos.

La primera cruzada -como las posteriores- fue ocasión dorada para cometer crímenes de todo tipo, siendo de las primeras víctimas los judíos que salían al paso, primeros infieles para los cruzados. La ilegitimidad de estos hechos se agranda con el pillaje que siguió a los asesinatos, y todo ello no se evitó porque fuesen monjes acompañando a aquella monumental comitiva. ¿Que podían hacer unos cientos de monjes ante la decisión tomada por el papa y su corte? Haría falta un verdadero reformador que no existió en la época, como sí conocieron los siglos venideros. El coste de la cruzada debió de ser inmenso: armaduras, caballerías, animales para ser sacrificados, víveres, soldadas (pues habría mercenarios a los que la fe o la defensa de la cristiandad importaba un bledo)... ¿Que aspecto presentaría aquella turbamulta con mujeres y sus niños, acompañando a sus maridos y padres, pasando noches al raso, bajo el cobijo de abrigos naturales, acampando allí donde era posible y la prisa no lo impedía? Las enfermedades, las defecciones corregidas a golpe de amenazas se habrían producido.

La llegada a Constantinopla se produjo tras varios meses, sorprendiendo al emperador bizantino, Alejo, porque al parecer él había pedido al papa unos cientos de soldados experimentados y no aquel ejército que más parecía una amenaza para su ciudad. Las fuentes hablan de que sólo pasaron las murallas los jefes cruzados, negándose el permiso a todos los que les acompañaban, varios miles de personas. Esperando fuera de las murallas, mientras dentro parlamentaban los jefes cruzados y Alejo una estrategia que creo tuvo más de componenda o improvisación que de plan estudiado. Debe tenerse en cuenta que entre los cruzados estaban los normandos cuyos padres habían expulsado del sur de Italia a los musulmanes, formando allí un efímero reino. Y estos normandos ¿que tenían en común con los "civilizados" latinos o los habitantes del Mediterráneo europeo?

Irzyk, la antigua Nicea (al fondo, el lago)
Lo que sí parece obtuvieron de Constantinopla los cruzados es intendencia para seguir el camino; hasta el primer enfrentamiento en Nicea, ciudad entonces musulmana. Hubo dos estrategias: una guerrera e inútil, la de los cruzados; la otra diplomática y exitosa, la del emperador bizantino, que logró se le entregase la ciudad con burla para los luchadores occidentales. Una muestra de las desavenencias entre bizantinos y cruzados, entre el oriente y el occidente cristianos; una desconfianza que no cesaría ya nunca, aún salvando momentos comprometidos.

En futuros enfrentamientos los cruzados pudieron comprobar prácticas militares desconocidas para ellos, como la de los arqueros turcos acostados sobre sus espaldas, levantando los pies y colocando bajo sus plantas los arcos para lanzar las flechas, en cantidades nunca vistas y al unísono, con la fuerza de las piernas. Las carnicerías fueron imponentes, pero el mayor número de cruzados permitió a estos seguir camino hasta llegar a Jerusalén y formar allí los primeros estados cristianos de la época. ¿Para que? Para seguir en medio del enemigo, para que en adelante hubiese que organizar más cruzadas, durante dos siglos de absoluta ambición por ambas partes enfrentadas. Pero ¿era posible algún acuerdo? ¿Como imaginarlo en un tiempo belicoso como la Edad Media, donde la guerra era endémica e incluso una forma de vida?

¡Cuidado! Tengo mis dudas de que la Edad Media haya sido la época más violenta de la humanidad: el mundo antiguo está lleno de guerras y de miserias; los últimos siglos han conocido las más terribles guerras y solo unas generaciones anteriores a la nuestra han protagonizado el más atroz genocidio que conozcan los tiempos. ¿Aprendieron aquellos hombres de la utilidad o inutilidad de las cruzadas? ¿Se lo plantearon? ¿Hemos aprendido nosotros de la historia? Un blog al que sigo con frecuencia tiene en su cabecera una frase de Hegel que reza: "lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia".