domingo, 3 de octubre de 2021

Somos los primeros

 

                                                           Fósil de Lucy, anterior a homo

Si es cierto que el universo tiene una antigüedad de 13.800 millones de años (que está por ver) y que el ser humano tiene una antigüedad de 2,5 millones, veremos que somos los primeros en un ciclo en el que imaginemos que la especie humana tenga por delante solo cien millones de años, y seguramente tendrá muchos más.

Los científicos, sobre todo físicos, cosmólogos y matemáticos por un lado, y los filósofos, teólogos, antropólogos, etc. por el otro, nos hablan de un “big-bang” que –digámoslo cuanto antes- no ha sido más que una forma accidental de designar el origen del universo, de forma que antes de dicho “big-bang” no existiría el tiempo, y por lo tanto tampoco el espacio.

Valga decir que el que el universo se haya ido formando a partir de una masa densísima comprimida en un espacio que podría no ser mayor que una cabeza de alfiler, requiere un gran acto de fe, porque no hemos tenido ocasión de comprobarlo y los científicos no han hecho sino enunciar teorías que, eso sí, parecen verosímiles a partir de las ecuaciones matemáticas que las podrían confirmar. Después de ese primer momento vendría la inflación, es decir, una expansión rápida del universo hasta que se formasen las primeras estrellas, estas se agrupasen formando galaxias y estas se multiplicasen al tiempo que el universo se expandía –y se expande- al parecer ilimitadamente; o tal vez limitadamente para implosionar y volver toda la masa del universo a contraerse en un espacio tan pequeño como la cabeza del alfiler…

A falta de que los físicos, los cosmólogos y los matemáticos nos anuncien nuevas comprobaciones, pues no todos están de acuerdo con lo que publican los otros, los paleontólogos, arqueólogos, antropólogos, filósofos y otros tienen también un interesante trabajo por delante para darnos luz sobre si los primeros homo tienen una antigüedad superior a la dicha, o si han existido homínidos que, extintos, aportarían más datos sobre la naturaleza originaria de homo.

Hemos alcanzado un nivel tecnológico no desdeñable en muchos campos: la genética, los logaritmos, los transistores y los chips, el estudio del universo y los satélites a nuestro servicio, el comportamiento de los astros y el funcionamiento de los agentes que forman parte de las atmósferas (por ahora solo sabemos suficiente de la de La Tierra). Nos encontramos, sin embargo, muy lejos de poder estar satisfechos en materia neurológica, y no pocas “leyes” que se habían considerado definitivas, han sido revisadas y aún arrumbadas.

La física newtoniana, por ejemplo, con haber sido un monumento para el conocimiento de la naturaleza, no es ya definitiva, como tampoco está todo dicho en cuanto a las demostraciones darwinistas, por muy importantes que sean para el conocimiento de los seres vivos animales. No debemos olvidar que Copérnico no fue el primero en enunciar el heliocentrismo, pues muchos siglos antes, en el III a. de C., Aristarco ya lo había intuido, pero en ambos casos nada más. Tuvo que venir Galileo para demostrarlo y pagar por ello.

Como es muy difícil concebir que el universo tuvo un origen como se defiende por algunos científicos (casi todos) los teólogos y filósofos han reflexionado sobre los límites de la ciencia, en los que están de acuerdo aquellos y estos, planteando la existencia de una fuerza, energía o ser no material, que estaría en el origen de todo. Millones de personas en el mundo así lo creen, pero ello se debe a razones culturales y de tradición; en todo caso sería pretencioso por parte de cualquiera desechar las creencias de millones de personas, algunas de las cuales muy sabias, como Platón, Aristóteles, Plotino, Tomás de Aquino, Descartes, Spinoza, Kant, Unamuno, Ortega, Zubiri y otros muchos. El mismo Albert Camus, descreído donde los haya, concibió que tenía que haber una justicia absoluta (atormentado por la injusticia que veía a su alrededor) lo que está a un paso de Dios, pues no otro concepto está relacionado con dicha justicia absoluta.

Los que dicen que Dios existe, en realidad no lo saben, y los que dicen que no existe, tampoco lo saben; se limitan a expresar su confianza en lo que dicen, pero sin poder aportar prueba empírica alguna; por lo tanto, ya que lo del big-bang está por ver, vayamos a lo que nos puede resultar más cercano y comprensible: la antigüedad del ser humano en La Tierra (bien entendido que también está por ver si hay otros seres inteligentes en otros astros o galaxias; el concepto de inteligencia también podría ser distinto en este caso, con lo que nos complicamos aún más).

Dos millones y medio es muy poco tiempo; somos los primeros, a pesar de los muchos avances científicos y técnicos que hayamos alcanzado, a pesar de lo sofisticado de nuestras reflexiones filosóficas y teológicas. Imaginemos –si es que podemos- qué será el ser humano dentro de cien millones de años (seguramente poco para lo que es previsible que exista antes de su extinción o evolución en otro ser distinto del que conocemos como tal). Como somos los primeros, pues nuestra antigüedad no supera los 2,5 millones de años, cabe pensar que, al ritmo actual, el desarrollo epistemológico será enorme dentro de algunos millones de años… si es que no se ha destruido todo, porque de la misma manera que el universo podría implosionar (otro acto de fe) el ser humano también podría destruirse o extinguirse después de haber cumplido su papel, bueno o malo, en el mundo, en el universo.

Esto de ser los primeros debiera hacernos reflexionar sobre nuestra pequeñez, si no hubiese razones suficientes que ya la demostrasen, aunque nos creamos que estamos en el cénit de nuestro desarrollo como animales racionales. ¿Será nuestra mente más poderosa en un futuro lejano? ¿Será esto posible sin una mayor complejidad de la maraña neuronal de nuestro cerebro? ¿Cómo se manifestará nuestra conciencia dentro de unos cuantos millones de años? ¿Qué relación habrá entre nuestra conciencia y los valores morales que se sostengan dentro de unos cuantos millones de años?

De la misma forma que las primeras células que dieron origen a la vida en La Tierra, fueron enriqueciéndose en proteínas y otros elementos ¿cabe pensar que el ser humano también desarrollará mediante un enriquecimiento en los componentes de carbono y nitrógeno su constitución?

Somos los primeros; los que vivan dentro de unos cuantos millones de años quizá también puedan considerarse los primeros si la vida de los seres humanos se desarrolla durante varios milenios de millones de años…

(La fotografía está tomada de publico.es/ciencias/lucy-primer-hominido-camino-erguido)

jueves, 30 de septiembre de 2021

Un día en Os Ancares

 

facebook.com/LucensesSinLua

En el municipio de Becerreá, provincia de Lugo, se encuentra la aldea de Penamaior, donde visitamos un antiguo monasterio del siglo XII del que solo queda la iglesia y algunas construcciones en ruinas. Una fuente y un molino aprovechan el agua de un riachuelo que lleva el nombre de Convento, aunque el molino, muy posterior al siglo citado, no está en uso.

La iglesia se encuentra bien conservada, tanto en su interior como en su exterior, pues ha sido convertida en sede parroquial. Una fachada sobria con portada románica entre dos contrafuertes, los que indican la separación entre las naves laterales del interior y la central. Sobre la portada un relieve con mitra y báculo, probablemente porque los abades, en algún momento, fueron mitrados. Tres vanos en la parte superior, mayor en el centro y, sobre él, una espadaña con dos huecos que da equilibrio a una construcción de no mucha altura.

En el muro de la izquierda, según se mira hacia la fachada de la iglesia, un rosetón que puede estuviese antes en la fachada, aunque no hay documentación que lo acredite. El interior es rústico, con columnas gruesas de planta circular y otras cruciformes; arcadas apuntadas entre las naves y tres ábsides, el central con un retablo barroco. Se conservan capiteles figurativos y otros con motivos vegetales, en algunos con el ajedrezado jacetano y estando otros restaurados.

Lo que fue monasterio está en ruinas, pero se adivina una sencillez absoluta, muy lejana a los grandes cenobios que todos conocemos; se conserva, no obstante, una escalera de piedra muy llamativa y algunas construcciones con muros de mampostería.

En dirección sur se llega a Liñares, nombre que hace alusión al cultivo y quizá el trabajo del lino, y poco después a Cereixal, donde se encuentra una “casa grande” con todas las características del poderío, incluyendo el alto muro que la cierra.

En la misma dirección se llega a la villa de Becerreá, donde también hay algunos edificios notables bien aprovechados para la utilidad pública, como la antigua cárcel del siglo XIX que ahora el sede del Juzgado. Y desde aquí, hacia el Este, se llega a Ponte Gatín, o “ponte do demo”, una construcción medieval con una sola arcada y doble pendiente sobre el curso alto del río Navia. Teniendo en cuenta que parece documentada la vía XIX de Antonino, el airoso puente sería un hito en su recorrido.

La vegetación, en todos los lugares que hemos citado, es exuberante y umbrosa, formada por especies forestales autóctonas: carballos y castaños sobre todo, pero también abedules y manzanos. Abundan los prados, pues es zona ganadera para leche y carne de vacuno, acompañando el clima lluvioso y de montaña para conservar el verdor perenne de las laderas, las vaguadas y los valles.

Podemos encontrar pallozas, construcciones antiguas de familias campesinas de una sencillez asombrosa que se remontan a siglos atrás, con techumbres vegetales y muros de sillería o mampostería: Pedrelada, Fontarón, Regosmil…También encontramos hórreos que se parecen a los asturianos, cuadrados en su planta: Pontes de Gatín, Pedrelada…, molinos en Cruzul y Gatín…

Estamos en los Os Ancares, una comarca montañosa formada por varias sierras al Este de la provincia de Lugo que se extiende a la de León. En las proximidades de Triacastela nace el río Navia, pródigo en meandros, atravesando de sur a norte Os Ancares, abundante en caudal que se aprovecha, ya en tierra asturiana, para el gran embalse en Grandas de Salime y los más pequeños de Doiras y Arbón.

Hay algunos castros excavados, como el de Santa María, en el municipio de Cervantes, unas pocas construcciones redondeadas a la espera de que salgan a la luz sus compañeras, en el rellano de una ladera, con arborescencias y matorrales. Piedras o fitos que marcan límites (Agüeira), un dolmen en Pedra Cobertoira, roquedos con formas caprichosas que se asoman al aire, vistas panorámicas de unas montañas viejas azotadas por la erosión y la antigüedad.

sábado, 7 de agosto de 2021

Arquelógos, médicos y escultores

 

                                                    El rapto de Proserpina, obra de Bernini (*)

En una conferencia que tuve ocasión de escuchar, debida a la profesora Leticia Azcue Brea, esta expuso la evolución de la escultura desde el Renacimiento de Donatello hasta el barroco de Bernini. Lo que interesó a la conferenciante fue el canon, pero también las comparaciones, inspiraciones, aportaciones de la arqueología al progreso de la estatuaria entre los siglos XV y XVII.

La figura humana como modelo no es un redescubrimiento del Renacimiento (sí el desnudo), pues en la Edad Media la representación de humanos fue constante. La novedad del “David” de Donatello es el aniñamiento y cierto erotismo mediante la pluma que esculpe sobre un muslo. Aunque el tema es bíblico, no interesa que el héroe represente a un hombre poderoso, sorprendiendo de esta manera a los que le habían encargado la obra, los Médici. El empleo del bronce es también un saludo a la antigüedad clásica, pues aunque la mayor parte de las obras conservadas lo eran en mármol, se trataba de copias romanas.

En la “María Magdalena” en madera policromada, en cambio, intenta mostrar el sentimiento y el sufrimiento propio de la penitencia. Los brazos hombrunos de la mujer nos sorprenden, quizá para dar un mayor dramatismo a la composición, que recoge la preocupación de franciscanos y dominicos a favor de la penitencia.

Cuando Leonardo dibujó en 1490 el hombre de Vitrubio (un personaje 1.500 años anterior) tiene delante una obra del mismo, y al tiempo, el de Vinci conoció el canon llamado pseudovarroniano[i]; lo lee y presta atención al punto de vista del espectador para que la figura no se vea desproporcionada. El padano Tulio Lombardo, que vivió entre los siglos XV y XVI, aportó a todo ello la serenidad, lo que se puede ver en su “Adán”[ii] conservado en el Metropolitan Museum de Nueva York.

Más expresividad se ve en el “David” de Miguel Ángel (el rostro, tensión de los miembros)… Los escultores pintaban y dibujaban a partir de los hallazgos que les proporcionaban los arqueólogos. Un ejemplo es el “Toro Farnesio”[iii], hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Otro ejemplo es el “Torso Belvedere”[iv], donde el trabajo anatómico se puede comparar con el Adán de la “Creación” miguelangelesca.

La primera versión de Cristo obra de Miguel Ángel, fue encontrada en una localidad del norte de Italia, Bassano, concretamente en el monasterio de San Vincenzo. El autor la dejó inconclusa debido a ciertas dificultades que presentó el bloque de mármol sobre el que trabajaba, y entonces realizó otra versión que se conserva en Santa María sopra Minerva, en Roma (contraposto y movimiento). Eligió el mármol blanco, como otros autores, pero ya sin la policromía de los antiguos. La “Piedad” florentina, por su parte, fue hecha cincuenta años más tarde que la del Vaticano, dejando de tallar el bloque como forma de expresividad.

Los escultores de la época que estamos estudiando estuvieron en contacto con médicos y anatomistas, e incluso los artistas asistían a disecciones para un mejor conocimiento del cuerpo humano. Vesalio, médico de Carlos de Gante, dedicó su obra De Humani Corporis Fabrica al citado rey y luego fue médico también de Felipe II. Juan Valverde de Amusco, por su parte, se tiene por un médico romano, pero su nacimiento fue en Amusco, en la actual provincia de Palencia. Las ilustraciones de sus obras se deben a Gaspar de Becerra, pintor y escultor nacido en Baeza.

La figura de Antinoo que se creyó encontrar, y que luego se sabría era un Hermes del siglo II, sirvió de modelo en todos los sentidos (hoy en el Museo de Nápoles). Excavaciones en Villa Adriana (Tívoli) dieron bustos, estatuas y otras iconografías en el siglo XVIII, por lo que en este siglo se pudo seguir admirando la antigüedad clásica sin necesidad de remitirse a las obras del Renacimiento.

El “Carlos V y el furor” del Museo del Prado, obra del milanés Leoni, aunque este nunca estuvo en España, muestra el modelo áulico que se pretendía para un rey victorioso. El autor eligió el bronce para poder hacer una armadura que permitiese o no mostrar el desnudo, solución que, en contacto con Granvela, este aceptó. El encadenado de la composición podría estar inspirado en el dolor y esfuerzo del “Laocoonte”. Y en cuanto a los estudios anatómicos, otro tanto se podría decir del “Hércules y Caco”[v] de Bandinelli, que se encuentra en la plaza de la Señoría de Florencia.

Para entonces ya el manierismo se había enseñoreado de la escultura (y de la pintura) con Benvenuto Cellini: en la ninfa de Fontainebleau el canon se alarga para ocupar el espacio disponible y que el personaje femenino no aparezca indelicadamente grueso, pero luego se añaden elementos animales que nada tienen que ver con el clasicismo. Giambologna, que ya entra en el siglo XVII, trata de vencer la gravedad con su “Mercurio”, y aún Valerio Cioli, observador de las desproporciones de la naturaleza, nos dejará obras que nada tienen que ver con los cánones admitidos por el Renacimiento: véase su “Sátiro echando agua” en el Museo Nazionale del Bargelo, Florencia.

Esto lo vamos a ver después en Velázquez, cuando pinta alguna de las figuras femeninas que acompañan a las “Meninas” o en sus bufones. También vemos figuras desproporcionadas en el retablo de la basílica de El Escorial, obra de Pompeo Leoni (hijo del anterior). Ello es debido a la distancia desde la que han de ser observadas por el espectador: las figuras que se encuentran más abajo miden 1,68 m., las del centro 1,96 y las de arriba 2,66; no de otra manera se pueden evitar distorsiones.

Bernini añadió el efectismo y el desequilibrio heredado del manierismo, añadiendo una morbidez[vi] que denota un gran conocimiento del cuerpo humano y una gran destreza técnica. En su “Apolo y Dafe” contrapone el hombre a la mujer, el vicio a la virtud, la violencia a la tranquilidad, y aporta una nota de instantaneidad muy lograda.


[i] En un principio se atribuyó a Varrón, autor del siglo I a. de C.

[ii] El pedestal que sostenía la escultura se rompió y esta quedó partida en muchas piezas, mayores y menores, que los especialistas tardaron varios años en componer. Es obra de 1490.

[iii] Vasari dice que fue encontrada la escultura a mediados del s. XVI en las Termas de Caracalla, Roma.

[iv] Debió de formar parte de una composición más compleja, guardándose ahora en el Museo Pío-Clementino (Museos Vaticanos). Primero estuvo expuesta la figura en el patio Belvedere, al norte de la basílica de San Pedro.

[v] Gigante de la mitología romana que inspira la maldad, viviendo en una cueva en la colina Aventina.

[vi] Véase su “Rapto de Proserpina”.

(*) mymodernmet.com/es/bernini-el-rapto-de-proserpina/

viernes, 6 de agosto de 2021

Renoir, Sorolla y otros

 

                                                                  Obra de Ramón Casas

Se trata de una exposición en Pontevedra donde lo que menos hay es de los pintores del título, pero no deja de tener interés porque, sin embargo, pone de manifiesto el papel de la mujer en la pintura entre finales del siglo XIX y principios del XX.

Las mujeres representadas son, generalmente, burguesas en actitud de descanso, leyendo, desnudos, practicando deporte (lo que solo era concebible entre las acomodadas), pintando al aire libre, en la playa, asistiendo a espectáculos en el teatro, en cafés o acompañadas de sus esposos u otros hombres, en el palco para asistir a una corrida de toros; la mayor parte de las veces se trata de mujeres jóvenes.

Una mujer sentada, obra de Rusiñol, contrasta con la imagen hierática de otra obra suya, una joven representada de perfil, junto a un espejo que refleja parte de su rostro y la figura del pintor. En este caso se trata de un óleo sobre lienzo de 1894 (100 por 81 cm.) que se encuentra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Teniendo en cuenta que el autor nació en 1861 es obra de un Rusiñol todavía joven.

Algunos de los cuadros expuestos son de Ramón Casas, con su peculiarísimo estilo (una mujer burguesa), pero también hay otras obras que representan mujeres humildes (una gitana, una pastora o mujeres en la playa). De Casas se ha seleccionado una obra donde se representa a una mujer asomada a la ventana. Junto a estas pinturas destaca una mujer desnuda en bronce, obra de Gargallo, de mediano formato. Contrariamente a su predilección por el vacío, en este caso la mujer es compacta e incluso rolliza, en actitud pudorosa.

De Renoir destaca una obra titulada “Mujer e hijo en el campo”, de inconfundible factura con los colores cálidos y muy mezclados, mucho menos conocida que las escenas bulliciosas con la gente divirtiéndose en el baile o junto a un río.

Se exponen obras de Isidre Nonell, que también cultivó el dibujo, en el que el tema de la mujer se repite: su “Cabeza de gitana” fue pintada en 1906, siendo el autor aún joven. Es un óleo sobre lienzo de 54 por 46 cm. que se encuentra en el Museo Español de Arte Contemporáneo, en la ciudad universitaria de Madrid desde la década de los setenta del pasado siglo. Su obra “La Paloma”, representando a otra gitana, muestra la pincelada rápida y superpuesta con colores obscuros y el rostro de perfil reflejando nostalgia o pesar.

Más joven que los citados es Benjamín Palencia, del que se expone un desnudo, cuando sus preferencias son los paisajes, urbanos y rurales, con ensayos en diversos estilos, en algunas ocasiones bajo la influencia de Cézanne.

De Sorolla hay expuestas cuatro obras, la más llamativa (y quizá de mejor calidad) es una de pequeño formato donde se representa una escena de playa, pero también un desnudo femenino y una mujer sentada.

Algunas obras representan tenuemente el realismo declinante, otras están en la línea del impresionismo; las de Casas y otros representan escenas plácidas de la vida burguesa, bien conocida por el autor citado en la Barcelona de su tiempo. En esta exposición se produce un gran contraste cromático: la luminosidad, los rojos y amarillos por un lado, las escenas campestres por otro, pero también la soledad, la melancolía, la ociosidad de ciertos personajes, el desgarro o, al menos, la angustia, la tristeza de esas mujeres humildes, de esas gitanas.

miércoles, 28 de julio de 2021

La América de Humboldt

 

                           webtenerife.com/tenerife/historia/personajes/alexander-von-humboldt

Los noventa años de vida de Alexander Humboldt son prolíficos como en pocos casos se habrá podido dar. Estudió los paisajes geográficos y celestes, fue científico y al mismo tiempo divulgador, estuvo en contacto con pueblos indígenas de América y describió la geografía de territorios peruanos, ecuatorianos, colombianos, venezolanos, antillanos, mexicanos y aún de algunas ciudades como Filadelfia y Washington.

Sus conocimientos abarcan la astronomía, las ciencias naturales, la geología y otras disciplinas, plasmando en una obra inmensa todas sus experiencias que, en el caso de América, cobraron la forma de atlas, dibujos y narraciones.

Desde el oeste de México exploró las regiones de Guanajuato, Ciudad de México, Taxco, Puebla, Veracruz y, viajando por el golfo de México, llegó a La Habana, Trinidad[i] y de aquí, a Cartagena de Indias. Exploró el Orinoco y llegó a las regiones de Angostura, San Fernando, Cumaná, Barcelona y Caracas. Desde Zapote[ii] siguió en dirección sur por el río Magdalena hasta Honda y Bogotá; luego Cartago y de nuevo hacia el sur en dirección a Quito, Cotopaxi, Chimborazo, Loja, Cajamarca, Trujillo, Lima y, por mar, regresó a Acapulco. Desde La Habana viajó también por mar hasta el nordeste de Estados Unidos, para regresar a Europa.

Ríos y zonas montañosas, selvas y paisajes nevados, zonas ecuatoriales y climas fríos, costas e islas, el altiplano mexica y la costa del Pacífico. Su obra es inmensa. Taxco, por ejemplo, al sur de Ciudad de México, es una población en medio de cerros y montañas que describió el geógrafo prusiano; Cotopaxi, al sur de Quito, se encuentra en plena cordillera andina con su volcán que conoció y describió Humboldt. ¿Qué reflexiones haría este cuando llegó a Cajamarca, lugar donde se produjo el encuentro entre el inca Atahualpa y Pizarro en 1532? No podría nuestro personaje dejar de considerar los aspectos humanos de la conquista, la ferocidad de unos y otros, las víctimas, los conflictos entre españoles y el lento sometimiento de aquellos indígenas, habitantes del noroeste del actual Perú.

Humboldt, en su “Cosmos”, nos ha dejado las sensaciones vividas durante los años en América, entre 1799 y 1804; no se limitó a la mera descripción, que en su caso es minuciosa, abundante y certera, sino que mostró la pasión que le inspiraron aquellas tierras inmensas, sin parangón en Europa.

Salió en compañía de su amigo Bonpland, médico y botánico francés, del puerto de A Coruña para un viaje que marcaría un antes y un después en la historia de la Geografía, pero también fue el grandioso preludio de otras muchas expediciones geográficas y científicas que se hicieron durante el siglo XIX. El viaje de los dos amigos –más bien epopeya- no fue lineal; muy al contrario, estuvo entreverado de visitas repetidas, idas y venidas, anotaciones sin número, experiencias extraordinarias, acopio de información riquísima sobre pueblos, paisajes, climas, sistemas montañosos e hidrográficos, destacando lo estudiado sobre el río Orinoco. Emplearon canoas y levantaron un mapa con ayuda de relojes de longitud[iii] y los conocimientos que tenían de astronomía. Les acompañaron los españoles Nicolás Soto y el Padre Bernardo Zea, llevando unas decenas de indios las cargas de la expedición.

La Sociedad Geográfica Española (iv) ha dado cuenta de la exploración de Humboldt y Bonpland del Orinoco, redactando un informe que dirigieron al presidente de los Estados Unidos, Th. Jefferson. 

Y como geógrafo que inicia la moderna concepción de la Geografía se ocupó de los aspectos humanos, de las desigualdades en México, de la multitud de razas, del mestizaje, del contraste entre la belleza y aún bravura de los paisajes... y de los vicios humanos.


[i] En la costa sur de la isla de Cuba, tiene un gran interés patrimonial reconocido oficialmente.

[ii] En la costa colombiana del Caribe, al sur de Cartagena de Indias.

[iii] Parece que fue invención de un relojero inglés en el s. XVIII, por medio del cual es posible determinar la longitud en que se encuentra un punto. En un museo situado en el edificio Guildhall de Londres se encuentra el primer modelo.

[iv] Sociedad Geográfica Española: sge.org/publicaciones/numero-de-boletin/boletin-34/los-secretos-del-orinoco-humboldt

domingo, 25 de julio de 2021

Una interpretación de la Alta Edad Media

 

                                                            Dibujo tomada de Wikipedia

En su obra “Los enemigos del comercio”[i], Antonio Escohotado hace un estudio de las diversas civilizaciones remontándose al mundo antiguo y llegando al paradójico capitalismo actual, que él dice haber vencido pero no convencido, pues no son pocos los resquemores que despierta.

Me ha parecido especialmente sugerente la interpretación que hace de la Alta Edad Media europea, empleando el término por él ideado de “pobrismo”, quizá huyendo de la palabra “comunismo” por las connotaciones diversas que entraña. El pobrismo –dice- fue característico de los esenios judíos, una suerte de comunismo primitivo que nada tiene que ver con el que hemos conocido posteriormente y, por supuesto, con las realizaciones históricas durante el siglo XX.

Aquellos esenios, llegado el cristianismo, habrían interpretado el séptimo mandamiento en el sentido de que “robar es comerciar”. Dos de esos esenios, Juan el Bautista y Jesús de Nazaret, ya habrían considerado que la propiedad privada era un robo, sin tener que esperar a Pierre-Joseph Proudhom[ii]. No lo habrían expresado así, pero por los documentos que se pueden considerar históricos cabe deducirlo. Debe tenerse en cuenta la acumulación de riqueza en manos de los que detentaban el poder, controlaban el comercio y financiaban a los estados.

Para los “pobristas” esenios, los cristianos de los primeros siglos y aún de la Alta Edad Media, había una oposición entre Dios y el dinero, y de hecho los cristianos de dicha época mostraron el amor al más allá y el desprecio por la vida, de ahí los muchos mártires y los que, pretendiendo volver al primitivo cristianismo, sufrieron todo tipo de circunstancias.

Según Escohotado, la crisis del Imperio romano, ya desde el siglo II pero más aún en los siguientes, se habría hecho más soportable con la espiritualidad del cristianismo, fuese o no consciente de ello el emperador Constantino cuando decide legalizar a sus seguidores y hacer al propio Imperio cristiano. A partir de ese momento muchos templos paganos fueron expoliados por las autoridades y las riquezas que atesoraban constituyeron un respiro para las arcas del Estado.

Luego, la gente que sobraba en las ciudades y en el campo –la sociedad romana como se había conocido en occidente se ha ido dislocando- forman lo que conocemos como bagaudas. Estos no tienen nada que perder, están desheredados, son pobres y se dedican a sobrevivir de la forma más bárbara que sus instintos les dictan.

Por su parte, los “padres de la Iglesia”, Agustín de Hipona uno de ellos, escriben que en toda compra-venta siempre hay un perdedor, tendiendo por ello a una vida de autosuficiencia que es lo que va a caracterizar a la Alta Edad Media. El comercio, por tanto, se hace raro y el comunismo se extiende en forma de vida en común: campesinos, monjes, grupos de personas que conviven más o menos fraternamente sin una idea de propiedad (entendido esto en un sentido general). Pero esto también tiene su precio: el empobrecimiento es tal en los siglos oscuros que se han constatado sesenta hambrunas por año en el oeste de Europa.

Mientras tanto subsiste el Imperio Bizantino y se extiende el Islam; los esclavos van desapareciendo  y aumentan los cautivos, hasta el punto de que estos son objeto de comercio masivo por parte de aquellos imperios. Tanta pobreza había en occidente que no es posible mantener al esclavo, que se va convirtiendo en cautivo –si cae en manos de bizantinos o musulmanes- o en siervo. Este presta homenaje entregándose a uno de condición superior que, aceptándolo, sella el pacto con un beso (ósculo).

Los santos pasan a ser considerados como dioses, lo que da a los musulmanes un argumento contra el politeísmo del mundo cristiano, si no fuese suficiente con el misterio de la Trinidad, mientras que las razias de cautivos hacen mil estragos.

Algunos, no obstante, se niegan a ser siervos, forman caravanas acorazadas y crean relaciones terrestres de unos lugares a otros, son los “negotiatores”, que serán mal vistos por las autoridades imperiales francas. Esos “negotiatores” necesitan, recorriendo los caminos, establecer altos donde repostar, descansar, permanecer unos días, y esos puntos son el origen de los burgos posteriores. Hasta tal punto tuvieron importancia estos burgos –por muy pequeños que fuesen- que se impuso la norma de que el que residiese en ellos un año y un día al menos, dejaría de ser siervo.

Son estos “negotiatores” los que restauraron la circulación monetaria e hicieron nacer las sociedades autogobernadas (las comunas o concejos según los lugares) que luego serán sancionadas por reyes y señores. Cuando se llega al siglo XVI, con un cristianismo en crisis galopante desde hace centurias (disidentes, cátaros, herejes, reformadores…), protestantes y católicos en una cosa están de acuerdo: el cristianismo debe dejar de ser “pobrista”…



[i] “Los enemigos del comercio I: historia de las ideas sobre la propiedad privada”.

[ii] 1809-1865. En su Besanzón natal, región de la Borgoña, pudo conocer el progreso económico heredado del siglo XVIII gracias a su papel como bastión defensivo.

viernes, 23 de julio de 2021

"Los rios e los puertos e los caminos publicos perteneçen a todos los onbres..."

 

                                                            fuentesdenava.es/index.php/

Becerril de Campos se encuentra al sur de la actual provincia de Palencia, y su historia se encuentra marcada por el aprovechamiento del agua para la agricultura y las construcciones llevadas a cabo en relación a ella: un acueducto para el canal de Castilla, un puente sobre el mismo y un pontón sobre un arroyo. En un plano de mediados del siglo XIX se muestra la concentración del caserío rodeado de los campos de labor que, a fines de la Edad Media, estaban dedicados sobre todo a viñedo, combinado en ocasiones con el cereal; en otras zonas solo este último, dos pequeñas porciones de monte y, al sur, la laguna de la Nava, que después de su casi total desecación, desde finales del siglo XX se está intentando recuperar.[i]

Es de una gran monumentalidad la iglesia de San Miguel, compuesta por un enorme ábside que, junto con el resto del muro exterior, está sujeto por proporcionados contrafuertes, pero la techumbre está en ruinas.

Los caminos entre las diversas poblaciones, el agua y otros bienes se consideraban comunitarios ya en la Edad Media, reflejándolo así las Partidas: los ríos, los puertos y los caminos públicos pertenecían al común, pudiendo usarlos los que no fueran naturales del lugar[ii]. Las mismas Partidas distinguían el agua corriente (por ejemplo, de los ríos) de las surgientes (pozos y estanques): si el dueño de la heredad donde se encontraban estas aguas lo autorizaba, los demás podían hacer uso de ellas para “sus bestias e sus ganados por tal otorgamiento”.

En 1528 –dice Oliva Herrer- el 80% de los habitantes de la Tierra de Campos occidental vivía en núcleos de más de 450 habitantes, y el 37% en núcleos de entre 900 y 2.250 habitantes, dándose un porcentaje parecido para los vecinos que vivían en núcleos mayores. Esto quiere decir que no se trataba de núcleos pequeños para la época estudiada, además de que proliferaban dichos núcleos, prueba de que la Castilla del norte aún no había experimentado el despoblamiento que comenzará en el siglo XVII y se acentuará en el siguiente. A finales del siglo XV esta comarca tenía una alta densidad en el conjunto de la cuenca del Duero.

Los núcleos de la comarca estudiada carecían de relaciones de interdependencia política y tenían parecidas actividades económicas, contando también con parecidos problemas. Algunos de estos núcleos tenían una auténtica estructura urbana, lo cual no es extraño tratándose de poblaciones concentradas, por oposición a las dispersas de las zonas montañosas o del norte de España.

En cuanto al clima dominante es el mediterráneo continentalizado (esto último por la fuerte oscilación térmica anual) con escasas lluvias a veces torrenciales, sobre todo en los equinoccios, y fuertes estiajes. El autor al que sigo dice que la comarca carece de importantes cursos fluviales, y de ahí que en el siglo XVIII se acometiese la construcción del canal de Castilla. El Pisuerga está lejos de la comarca estudiada y el Carrión pasa desplazado al Este de Becerril, siendo los afluentes del Carrión que vienen de Villaumbroso a Palencia, de Ampudia y Cisneros, los que pueden aprovecharse hídricamente. Salvo el Carrión, no llegan a la comarca de Becerril y su espacio meseteño los ríos que se encajan desde el norte en los valles de la cordillera Cantábrica.

De ahí la competencia entre unas poblaciones y otras, además de la intensa utilización del agua disponible. El proceso de algunos productos se veía alterado por la falta de agua en los meses de verano, por ejemplo la molienda, pues los caudales de agua no son suficientes para mover las ruedas de los molinos, mientras que la industria textil se concentraba en Dueñas, donde el caudal del Pisuerga la favorece[iii]. Al oeste del río Carrión, por ejemplo, donde abundan los cuérnagos o cauces, se instalaron paradas y molinos cuya densidad fue notable.

Importancia tuvieron los humedales (Boada)[iv] y los acuíferos de la laguna de La Nava, ingente fuente de recursos –dice Oliva Herrer- cuya extensión ha sido estimada en 2.000 Ha., y en los momentos de máxima extensión llegó a superar con sus desbordamientos las 4.500 Ha.

La gestión del agua, en la medida que fueron los concejos los encargados de llevarla a cabo, tuvo dimensiones políticas, estableciendo aquellos la mayor parte de las disposiciones para el aprovechamiento del agua y para solucionar los numerosos conflictos. En definitiva, la gestión concejil contribuyó a la cohesión de las comunidades que tenían unos mismos intereses en la economía de la comarca.

El caso de Becerril de Campos es un ejemplo que rompe con el tópico de que Tierra de Campos es una región de monocultivo cerealista[v], por cuanto el viñedo ocupa un lugar importante también, dándose una rigurosa organización del terrazgo, donde quedan relegados a los espacios más reducidos los huertos en los márgenes de los arroyos cercanos a la villa. En cuanto a los aprovechamientos colectivos se da el monte de encina, carrascos y rebollos en la zona norte del término, aprovechándose para la ganadería, principalmente ovina[vi]. También se encontraban prados diseminados en las proximidades de arroyuelos, siendo el más importante una dehesa herbácea conocida como la Vega. La reserva de pastos se completaba con el prado comunal de La Nava, al sur de Becerril, una importante área de pasto de carrizo[vii] disponible cuando se retiran las aguas de la laguna.


[i] Este resumen se basa en el trabajo de Hipólito R. Oliva Herrer, “Gestión del agua, economía agraria y relaciones de poder en Tierra de Campos a fines del medievo”. El autor considera que los datos aportados sobre Becerril son significativos de una parte de la Tierra de Campos.

[ii] Partida tercera, título 28, ley doce. Citada por Oliva Herrer en la obra citada en nota i.

[iii] Los grandes consumos de agua en la industria textil tienen lugar en la tintura de las fibras y en el acabado de los tejidos. Ver: iagua.es/noticias/agueda-garcia-durango .

[iv] En Boada de Campos (suroeste de la actual provincia de Palencia). Contiene gran cantidad de sal.

[v] El autor señala que dicha imagen empezó a gestarse en el s. XVIII.

[vi] Tendió a concentrarse en manos de unos pocos propietarios.

[vii] Agrupa a las plantas gramíneas y otras con tallos largos, principalmente las que crecen en el agua.

Final de un reinado

 

La amnistía que el primer gobierno de la regente María Cristina concedió, fue una constatación de la debilidad del mismo y un reconocimiento de su incapacidad para hacer frente al carlismo sin el apoyo de los liberales[i]. Donoso Cortés[ii] escribió que esta amnistía “vino a abrir las puertas de España a las revoluciones”, y por su parte Pacheco[iii] dijo que “no entraban los liberales como perdonados, no se olvidaba el liberalismo; entraban como auxiliares”. 

Un real decreto de 1832 creó el Ministerio de Fomento, “el más eficaz instrumento contra el carlismo y al mismo tiempo el golpe de gracia dado al Antiguo Régimen”[iv]. Éste ministerio reunió todas las competencias sobre gobierno interior, por lo que vino a sustituir al Consejo de Castilla, estando al frente de aquel Narciso Heredia y Begines de los Ríos, no precisamente un liberal, pero con experiencia de gobierno. Entonces se produjo la dimisión de Cafranga[v], aunque no le fue aceptada, y se dieron manifestaciones realistas (carlistas) que forzaron a la regente a decir que el único gobierno posible era el de una “monarquía sola y pura”, texto que se ha atribuido a Cafranga.

Los sucesos de La Granja, donde tuvieron lugar los amaños de los carlistas para que el rey anulase la Pragmática Sanción de 1789, llevaron a la regente a confirmar a Cea Bermúdez al frente del Gobierno, el cual hizo aprobar un Decreto suspendiendo las elecciones municipales[vi], teniendo lugar a principios de diciembre de 1832 el primer Consejo de Ministros para anular la Pragmática Sanción, lo que obviamente disgustó a los liberales.

Cuando el rey Fernando se recuperó de su enfermedad, por la que su esposa había ejercido por primera vez la regencia, mostró su desacuerdo con las medidas tomadas por esta, pero no dejó de expresar su agradecimiento a la reina, inclinándose entonces el Gobierno por mantener una política que no contentaba ni a carlistas ni a liberales. Salía entonces Carlos de Borbón (mediados de marzo de 1833) hacia Portugal. Por su parte los liberales “cristinos” reaccionaron a los sucesos de La Granja siendo potenciados por varios miembros de la más alta nobleza, consiguiendo reprimir a los realistas de Madrid en octubre de 1833.

En febrero de ese año Cea informó a su gobierno de la voluntad del rey de que se convocasen Cortes para jurar a la heredera Isabel, pero dichas Cortes debían ser las tradicionales por estamentos, sin otra misión más que la descrita. Debe tenerse en cuenta que no se convocaban dichas Cortes desde 1789 (cuarenta y cuatro años) y se escribió a los Capitanes Generales para que garantizasen que los elegidos para asistir a ellas fuesen acordes con la voluntad del rey. Respondió, entre otros, el marqués de las Amarillas[vii], destacado en Sevilla, diciendo que dicho asunto era indiferente porque fuesen quienes fuesen los elegidos no se opondrían al rey.

La importancia que Cea daba al control que los capitanes generales pudieran ejercer sobre las elecciones ha quedado de manifiesto en varias fuentes, y cuando el conde de Puñoenrostro[viii] hizo público un documento en el que se afirmaba que “la voluntad de los pueblos eleva los Reyes al trono”, además de que las Cortes debían discutir otros asuntos aparte el juramento de la heredera al trono, se le hizo rectificar por el rey y se le ordenó salir de la Corte “con destino de cuartel a Pamplona”. En todo caso esas Cortes fueron las últimas del Antiguo Régimen.

Mientras tanto corrió un texto carlista en el que se atacaban unas Cortes “para jurar unos derechos controvertibles, sin controvertirlos”, calificando al ministro de Gracia y Justicia[ix] de “enjorguinado” y añadiendo que se trataba de “la más grotesca farsa que se pueda ver”. García de León y Pizarro en sus “Memorias”, citadas por Bullón de Mendoza, escribió que “los amantes de principios templados y sospechados de liberalismo en lo político, están por la obediencia al Rey, y los que se llaman realistas por excelencia, y absolutistas por apodo, están por el otro partido”.

De todas formas hubo circunstancias dignas de consignar: el arzobispo de Toledo[x] se negó a jurar como diputado, siendo sustituido por el de Sevilla[xi]. Entre quienes prestaron el juramento había fervientes carlistas, y entre los que se negaron estuvieron el conde de Orgaz[xii], los obispos de Mondoñedo, Ourense y Orihuela, además del de León[xiii], con la particularidad de que éste protestó públicamente, habiendo tenido que abandonar su diócesis ya con anterioridad. Se dio incluso el caso curioso de don Francisco de Velasco que, elegido diputado por la ciudad de Burgos, juró y tres meses después participó en la sublevación carlista dirigida por Merino[xiv].

Pero la jura de la heredera no había despertado entusiasmo en la calle; el embajador portugués, miguelista, dijo que “en vez de fiesta parece un funeral, ni un viva”, en alusión a las fiestas que se organizaron en villas y ciudades para celebrar dicha jura. Un moderado como Burgos, que no tardaría en ser ministro, señaló que la jura de doña Isabel se vio en todas partes con desdén, y García de León y Pizarro (Secretario de Estado con Fernando VII) dijo que “la indiferencia, casi hostil, es general…”.


[i] Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera en su tesis doctoral.

[ii] Marqués de Valdegemas (1809-1853) fue filósofo, político y diplomático con el régimen liberal, evolucionando hacia posiciones cada vez más conservadoras.

[iii] Joaquín Francisco Pacheco era natural de Écija (1808-1865), jurista y escritor, militó en el partido moderado.

[iv] Véase la nota i.

[v] Jurista salmantino, tuvo cargos públicos tanto durante las etapas absolutistas como en el “trienio”, pero apoyó a la regente María Cristina frente a las pretensiones de Carlos de Borbón.

[vi] Después de 1823 eran los Ayuntamientos salientes quienes proponían a las Audiencias el nombre de los que debían sucederles.

[vii] Pedro Agustín Girón, militar partidario de un liberalismo moderado.

[viii] Juan José Matheu y Arias Dávila.

[ix] Francisco Fernández del Pino, con amplia trayectoria de gobierno y en los tribunales de justicia.

[x] Pedro Inguanzo Rivero.

[xi] Francisco J. Cienfuegos Jovellanos.

[xii] Joaquín Crespí de Valldaura.

[xiii] Francisco López Borricón, Dámaso Iglesias Lago, Félix Herrero Valverde y Joaquín Abarca Blanque respectivamente.

[xiv] Sacerdote y líder guerrillero. 

Ilustración: historiaymedicina.es/la-muerte-de-fernando-vii/