domingo, 13 de agosto de 2023

El poder de unos pocos

 

En el siglo XVI da comienzo cierta competición por demostrar la mayor suntuosidad posible en la construcción de Villas rurales que pueden tener el carácter de centros económicos, pero también lugares de recreo o apartamiento del vulgo. Es el caso de familias como los Medici, Grimaldi, Orsini, Farnesio, Borghese y otras, que se hacen contruir Villas en Roma, Nápoles, Ferrara, Siena, Génova, Venecia, Milán... Es el tiempo de Villa Lante en el monte Janículo próximo a Roma, las Villas Giustiniani y Pallavicino en Génova, construidas con el dinero de los negocios y de los altos puestos políticos y eclesiásticos, de traer alumbre y resinas aromáticas a Europa, de comerciar con vinos y sedas, de controlar monopolios en algunas ciudades del continente. Las Villas combinan la sobriedad del exterior (en algunos casos) con la suntuosidad de los interiores: frescos donde se representan escenas mitológicas (dioses, Ulises, Nausica, Minerva), salones, balaustradas y mobiliario. Alrededor, espléndidos jardines y parques, avenidas flanqueadas por estatuas clásicas. Es el tiempo de los grandes arquitectos como Palladio, Giuliano Romano, Galeazzo Alessi, Jacopo Sansovino, Miguel Ángel; y fresquistas como Aníbal Carracci, Thomaso Gherardini o Giuliano Trabellessi.

En el monte Janículo, cerca de Roma, construyó Giulio Romano la Villa Lante para Baldasare Turini, hijo de una familia adinerada de Pescia que estudió derecho y se relacionó con los Medici, siendo en 1512 miembro del séquito del cardenal Giovanni de Medici (luego papa con el nombre de León X). Entonces Turini le siguió a Roma y fue nombrado datarius (jefe de la oficina responsable de fechar los documentos papales), pero murió inesperadamente en 1521. Como el lugar de Villa Lante se suponía había pertenecido al poeta Marcial, Romano se esmeró, aunque no todos le atribuyen este mérito y lo hacen recaer sobre Rafael Sanzio.

Cuando Galeazzo Alessi construyó la Villa Giustiniani Cambiaso, en Génova, estaba al servicio de Luca Giustiniani, y aquel hizo un edificio en dos cuerpos con resalte de las calles laterales, arcos de medio punto, frontones rectos y curvos, es decir, características de una época avanzada para el Renacimiento italiano (1548). Los entablamentos partidos, columnas, pilastras y las balaustradas completan esta fachada. Desde mediados del s. XIV, doce patricios de Génova se unieron y adoptaron el mismo apellido para dominar el comercio mediterráneo hasta la segunda mitad del XVI. Acumularon títulos y riquezas basadas en la almáciga (una resina aromática), la vid y la seda. Esta Villa pasó a manos de la familia Cambiaso en 1787, y en 1921 al Municipio de Génova, albergando hoy la Facultad de Ingeniería de la Universidad. Alessi, por su parte, fue discípulo de Miguel Ángel. 

Personajes mitológicos en los frescos de la Villa Pallavicino delle Peschiere, en Génova, después de que Il Bergamasco (Giovanni Battista Castello) trabajara en esta Villa en torno a 1560, una de cuyas estancias es su gran salón; era la forma en la que las familias patricias de Génova hacían gala de su estatus, siendo el prototipo el de la Villa Giustiniani. En 1556 Tobia Pallavicino había comenzado la construcción de su propia villa, la llamada Peschiera, en un lugar elevado en medio de un lujoso jardín frente a las puertas de la ciudad. Este comerciante, junto con su hermano Agostino, se dedicó a la importación de alumbre por cuenta de la familia Grimaldi, convirtiéndose en el monopolizador de este comercio en las plazas de Roma, Londres y Amberes. También ejerció la política siendo senador entre los años 1544 y 1577, y gobernador entre 1576 y 1580, muriendo al año siguiente.

Quizá sea Andrea Palladio el principal constructor de Villas italianas, a partir de cuyos modelos se construyeron otras. Un ejemplo es Villa Emo, en Fanzolo de Vedelago, cerca de Venecia. Fue construída entre 1554 y 1561, y está considerada una de las más exitodas de Palladio, cumpliendo la función de un centro de producción agrícola y como retiro para el propietario. El bloque central elevado, similar al de Villa Badoer, está unido a los lados por “barchese” largas y arqueadas (lugares de trabajo con bodegas, graneros y cuadras) que están cerradas en los extremos por palomares como en Villa Barbaro. El frontón de la casa principal aúna ostentación y un juego de formas escultóricas, y la sencillez del exterior oculta un interior suntuoso con frescos de Giovanni Battista Zelotti.

También de Andrea Palladio es Villa Foscari, en Malconeta de Mira (cerca de Venecia). Es obra de 1558-1560, con fuertes cualidades escenográficas; el edificio se levanta sobre una base inusualmente alta, lo que le da un aspecto urbano en medio de la vegetación. El pórtico de la fachada que da al río, coronado con un macizo frontón, se equilibra en la fachada posterior que da al campo circundante, por una gran ventana inscrita en un frontón de lecho quebrado. Villa Almerico Capra Valmarana, en Vicenza, es obra suya (1550-1567), también conocida como La Rotonda, que se diferencia de otras residencias rurales en que fue construida principalmente como un retiro suburbano en lugar de una granja en funcionamiento. El autor dio a cada lado de la Villa una logia con frontón, y en el interior un espacio central; a cada pórtico le precede una amplia escalera, y toda la obra se culmina con una cúpula poco profunda.

Jacopo Sansovino hizo entre 1547 y 1550 Villa Garzoni, en Ponte Casale (al suroeste de Venecia). Las primeras Villas en el Véneto se construyeron en la década de 1530 siguiendo líneas clásicas; en la década siguiente, los modelos romanos impusieron su influencia, como se puede ver en Villa Garzoni. En 1597 el cardenal Odoardo Farnese encargó a Aníbal Carracci que pintase los frescos de la Gallería Farnese en el Palacio del mismo nombre. Agostino, hermano del anterior, le ayudó en, al menos, dos de las escenas, hasta que se separaron y Agostino se fue a Roma. Los frescos fueron ejecutados entre 1597 y 1602, viniendo de atrás los ciclos de frescos con temas mitológicos, aunque habían estado reservados a Roma. La decoración abiertamente erótica en las estancias privadas del cardenal puede sorprendernos, pero no a las clases pudientes de la época. Las obras de arquitectura fueron iniciadas por Antonio de Sangallo (el joven) por encargo del futuro papa Paulo III, pero a mediados del s. XVI ya estaba Miguel Ángel encargado de su continuación, y aún otros arquitectos participaron en algunas partes. Los Farnese remontan su influencia a la primera mitad del s. XV, emparentándose con los Orsini; mecenas durante casi dos siglos, no se distinguieron en cuanto a ostentación de los ricos comerciantes que se valían del favor político para medrar.

De todas las Villas de los Medici en los alrededores de Florencia, Poggio Imperiale es la más próxima al Palacio Pitti, pasando la propiedad a manos de Cosimo de Medici en 1565. Villa Poggio Imperiale, en Arcetri (Florencia), fue decorada bajo el reinado de Pedro Leopoldo (1747-1792), quien sucedió a su padre como Gran Duque de Toscana (“Imperiale” se añadió en 1624 por la esposa de Cosimo II de Medici, de la casa de Austria). Tres estancias en el ala sur fueron pintadas al fresco entre 1768 y 1772 por Tommaso Gherardini y Giuliano Trabellessi con la colaboración de Giuseppe del Moro, uno de los mejores perspectivistas de la época. En el ala oeste, entre 1773 y 1778, trabajaron como fresquistas Terreri, Gricci, del Moro, Fabrini (todos ellos de nombre Giuseppe) y Tommaso Gherardini. La Sala del Secretario del Gran Duque es la más importante de las oficiales, pues aquí realizaban sus reuniones el soberano y los secretarios que supervisaban los asuntos de gobierno, correspondiéndole el programa a Fabrini, que había sido alumno de Anton Raphael Mengs.

Estas y otras Villas de Italia, distintas en su concepción de los palacios y de los castillos alemanes, son un patrimonio -hoy- de incalculable valor, habiendo sido instaladas en ellas dependencias oficiales, centros de enseñanza superior, embajadas u otras instituciones de estudio. Ya no reinan los Orsini ni los Médici; ya no se pavonean los Borghese ni los Farnese; no señorean sus estados los condotieros, ni los banqueros, ni los nobles del gran comercio, enriquecidos con mucho de astucia, no poco de favor y otro tanto de suerte.