sábado, 2 de julio de 2011

El quinquenio negro

Me refiero a los cinco años (creo que fueron cinco) en los que estuvo en vigor un sistema de oposiciones a los cuerpos de profesores que dio ocasión al siguiente acertijo: opositor A, obtiene un 10 en el conjunto de exámenes de la oposición; opositor B, interino, obtiene un 5 en el conjunto de exámenes de la oposición. Este último suma, en la fase de concurso, 3,001 puntos (son los méritos que se le reconocen como profesor interino y dicha puntuación es un posible ejemplo). Si la plaza a cubrir fuese una, ¿quien la obtiene y quien se queda fuera? Pues por raro que les parezca a los no familiarizados con esto, el que obtuvo 5, al que se le suma el 3,001 puntos de sus méritos como profesor interino. Se me dirá: pero aún así este último suma 6,001 puntos, mientras que A ha obtenido nota 10. Todo tiene una explicación derivada de la legislación pactada entre los poderes públicos y algunos sindicatos (que una vez más han preferido defender a la minoría que tiene empleo que a la mayoría que no lo tiene -me refiero al caso aquí tratado-): El 10 obtenido por el opositor A se convierte en un 6 porque se le aplica el baremo del 60% establecido en dicho acuerdo. Por la misma razón, el 5 obtenido por el opositor B se convierte en un 3, que sumado a los puntos reconocidos (3,001) suman una milésima más que la nota reconvertida del opositor A. Que cada uno juzgue esto.

No es todo: el opositor B, por ser interino, no está obligado a superar uno de los ejercicios de la oposición (aquí ya no estamos en la fase de concurso): la defensa de una unidad didáctica de tres sacadas al azar de un total de 15 en la mayoría de los casos. A cambio debe presentar un informe de diez folios (cuya autoría no tiene que demostrar) que será juzgado por una Comisión, distinta del Tribunal, informe que se valorará entre 0 y 3 puntos. Ni que decir tiene que los opositores que gozaron de esta ventaja presentaban un informe elaborado con toda minuciosidad (por ellos o por otros, quizá a cambio de un pago) para conseguir la nota 3.

No es todo: si un opositor se presenta por primera vez y -debido a su buena nota, pongamos por ejemplo 10- queda como primer excluido tras la adjudicación de las plazas ofertadas (imaginemos que las plazas son 12 y nuestro opositor ha quedado en el número 13) no por ello pasará a engrosar las listas de espera en primer lugar para hacer sustituciones, sino que se le situará detrás de los opositores que ya están en dichas listas desde los años anteriores, aunque muchos de ellos hubieran obtenido notas muy bajas. Juzgue cada uno la clase de cacicada que se ha venido haciendo.

Aún hay más: algunos sindicatos consiguieron que el número de bolas que se insaculaban para determinar el tema a desarrollar, en vez de tres (como siempre había sido) fuese 5. Con ello aumentaban las posibilidades de que, habiendo estudiado pocos temas, uno de ellos correspondiese a una de las bolas insaculadas. Es decir, se premia al que tiene la intención de no estudiar; no al que prepara la oposición a conciencia y con toda su buena fe. Es fácil colegir que los profesores interinos, sabedores de los puntos que habían acumulado por su actividad docente, jugaban la carta de preparar pocos temas, mientras que el no interino tenía que preparar muchos más. ¡Todo un ejemplo de equidad!

A partir de ahora entrará en vigor otro sistema distinto del aquí descrito (quienes lo negocian no deben tener la conciencia muy tranquila, pues si considerasen justo el actual lo confirmarían: autoridades públicas y sindicatos). Ahora nos podemos explicar el poco predicamento de los sindicatos de la enseñanza entre el profesorado, asunto que puede ser constatado facilmente. Veremos el modelo que se aprueba, porque las primeras noticias sobre el anteproyecto no augura nada bueno para los licenciados en paro.

Otra cuestión es la tergivesación que se ha hecho del concepto "interino" en la enseñanza ("interin", mientras que...); pues bien, aquí el interino se considera con derecho a seguir como tal aunque se le suspenda N veces en la oposición a la que se presenta. Ello ha contado con el beneplácito de autoridades y sindicatos en prejuicio de los licenciados en paro (mayoría). Esto ha llevado a una picaresca hiriente y hasta cruel: el interino impreparado se presenta ante el Tribunal de oposiciones, dice que viene a buscar el certificado que acredita se ha presentado, pero sin hacer examen alguno, el Tribunal se lo da, el pícaro presenta el certificado en la Administración... y a disfrutar de otro año de interinidad... hasta el año siguiente, que se reproducirá el episodio. Los culpables de todo esto tienen nombres y apellidos, y todos los docentes los conocemos. L. de Guereñu Polán.