lunes, 24 de agosto de 2015

Colonización de los llanos en Colombia


En 1598 se establecieron los jesuítas en Nueva Granada dedicando buena parte de sus esfuerzos a incorporar las vastas llanuras de Casanare, fundando pueblos en el piedemonte y controlando y aprovechando estratégicamente los yacimientos de sal existentes. Así explica un fenómeno de extraordinaria importancia como es la colonización de los llanos colombianos, que ocupan buena parte del país, tres investigadores colombianos (1). Los indígenas que habitaban la región de Casanare, al nordeste de Colombia, eran salivas, cusianas, caquetíos, tunebos y otros, que fueron sometidos para trabajar en las encomiendas de los conquistadores.

Agustín Cadazzi, en el siglo XIX, decribió los llanos como una gran uniformidad, "en donde todo parece inmóvil... El aspecto de la tierra tan uniformemente nivelada ofrece, sin embargo, algunas pequeñas desigualdades, causadas por los médanos y bancos. Aquellos son unos terrenos un poco arenosos que se elevan algunos metros sobre la llanura, mientras que los otros son de greda" (arcilla arenosa blanquecina). En la estación de las lluvias quedan en seco, "cuando el resto de la sabana está cubierto de agua". Los llanos colombianos alcanzan una superficie de 150.000 km2 (el 29,7% de la superficie de España). Treinta años después de la llegada de los jesuítas, habían establecido ya varias fundaciones en las cabeceras de los ríos Cravo, Pauto y Casanare (2).

Antes de que los españoles introdujeran en los llanos las reses que luego pacieron en número de miles, los indígenas vivían de la caza y de la pesca, además de una agricultura rudimentaria. A partir del siglo XVI la introducción del ganado vacuno ha sido uno de los factores que ha transformado más profundamente el paisaje. Se trata de una agricultura extensiva que provocó los desplazamientos de familias por la destrucción y despojo de sus sementeras, chagras y conucos (campesinos pobres con una agricultura de subsistencia, respectivamente). Los autores de la obra que se cita abajo hablan de los "geófagos" o devoradores de tierra, "que han multiplicado sus hatos y han extendido los linderos de sus haciendas a costa de la miseria, del destierro y, aún, de la existencia física de comunidades campesinas e indígenas enteras".

El impacto ecológico fue enorme con la usurpación de tierras comunales e incluso acciones genocidas, que han continuado en época postcolonial, pues los dueños de la economía han tenido los mismos intereses que los antigios españoles, y esto no solo en los llanos sino en la cuenca del río Sinú, que desemboca en el Caribe.

Pero la vasta región de los llanos no es uniforme desde un punto de vista fisiográfico: los autores distinguen el pidemonte, que se encuentra a una altitud de ente 500 y 1.000 metros sobre el nivel del mar: se trata de valles por los que suelen discurrir ríos; los llanos altos, que son los mejores suelos por ser los menos propensos a las inundaciones; los bancos y médanos al norte de los ríos Meta y Orinoco y a partir del Pauto hasta el Apure; las altillanuras con pobre drenaje, al sur del río Meta y la selva transicional, intercalada con sabanas entre los ríos Vichada y Guaviare.

En los llanos colombianos, entre la cordillera andina, el río Aruca, el Orinoco y la región amazónica (sus límites naturales) se producen con frecuencia desbordamientos de los ríos que inundan una gran superficie debido al escaso declive existente. Hay otros factores naturales como la existencia de ojos y yacimientos de sal, ejemplo de lo cual es el caso de Recetor, donde se extre sal en pozos cercanos al río Recetoreño. Allí han subsistido animales domesticados y cimarrones, gracias a las vastas extensiones de gramíneas y al establecimiento de hatos ya desde el siglo XVII (obra inicial también de los jesuítas). E hato, según Mejía, es "la obra maestra colonial en el Llano". Ya en 1530 la Audiencia de Santo Domingo "redespachó" a Venezuela dieciocho vacas paridas, dos potros garañones (para procrear) y diez yegüas jerezanas. Once familias cordobesas partieron de El Toyuco (en el noroeste de Venezuela) para fundar un caserío en el piedemonte entre el Arauca y el Apure. Para fines de siglo ya existían en el Apure y Guárico 14.000 vacunos y 7.000 caballares...


En 1628, sin embargo, el arzobispo Julián de Cortázar, natural de Durango (Vizcaya) privó a los jesuitas las facultades que ejercían como doctrineros (la vieja polémica entre obispos y congregraciones religiosas) y tuvieron que abandonar sus misiones en Chita y Casanare, pero en 1669 la Real Audiencia volvió a autorizar a los jesuítas sus trabajos en las misiones e iniciaron el primer intento de integrar todo el Orinoco a sus reducciones. Labor imposible porque los indígenas de la vasta región vivían aislados en algunos casos, en contacto intermitente en otros, en contacto permanente o ya estaban integrados en la civilización española. 

Cuando en 1767 fueron expulsados los jesuítas, se encomendaron sus misiones a los dominicos. La conversión de los llanos en praderas de gramíneas no fue fácil. En los primeros años las sabanas "crudas" no habían sido cultivadas, siendo necesario cultivar sus pastos dispersos para que, después de dos o tres quemas, el suelo esté apto para el florecimiento de las gramíneas. Todo esto se hizo para poner en valor los llanos en favor de la agricultura, pero el coste fue enorme, particularmente al principio y cuando las guerras de independencia los ejércitos patriotas y realistas necesitaron los ganados para abastecerse. Se produjeron, pues, drásticas transformaciones, se llevó a cabo la destrucción progresiva de la fauna silvestre original por las quemas que sufrió la vegetación; esto destruyó una gran diversidad biótica y favoreció un nuevo paisaje.

Emiliano Restrepo ha escrito que los hacendados generalmente no comían la carne de sus vacas, sino que cazaban dantas, venados, cafuches, saínos, cachicamos, patos y pavas reales y paujiles. En las desiertas dehesas, por su parte, había tigres, culebras, caimanes y mosquitos, además de incursiones de los indíegnas. Este "mundo" fue desplazado por la colonización de los llanos a manos de esforzados jesuítas con los miles de indígenas y hacendados, cada uno a su interés.

(1) "Vichada: éxodo y etnocidio indígena; el avance de la ganadería extensiva y de la colonización", Augusto J. Gómez López, Nathaly Molina Gómez y Carolina Suárez Pérez.
(2) Los tres nacen en la cordillera andina. Hay dos ríos de nombre Cravo, uno de ellos afluente del Casanare.

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