domingo, 11 de octubre de 2015

Una lámina de bronce samia




Frente a las costas de Jonia se encuentra la isla de Samos, con algo más de 477 km2, siendo su monte más elevado el Ampelos. El Heraion fue un santuario en honor de la diosa Hera, al sur de la isla, y en él se ha encontrado una lámina de bronce en forma de creciente lunar de finales del siglo VII a. de C.  Según Pilar León (1) que sigue a otros autores, se representa la lucha de Herakles y Geryon, siendo este un gigante formado por tres cuerpos con otras tantas cabezas, seis piernas y seis brazos. Vivía en la isla que hoy ocupa la actual Cádiz y se dedicaba a la ganadería, lo que está reflejado en la lámina aquí comentada, con venados de largos cuernos y otros animales más o menos fantásticos.

Fue precisamente el robo de los rebaños de Geryon por parte de Herakles lo que provocó su enfrentamiento, venciendo este último. La autora citada abajo ha realizado un trabajo en el que estudia las relaciones entre griegos y pueblos ibéricos en la época arcaica (hasta el siglo VI a. de C.) que es cuando considera la influencia griega en la península Ibérica fue mayor. Fueron precisamente samios y foceos los griegos que más visitaron las costas mediterráneas de Iberia, dejando muestra más o menos efímera y escasa en Huelva, Cádiz y Málaga, antes que en Emporion. Estos restos son sobre todo cerámicos, pero también algunas monedas de origen fenicio.

En fundaciones fenicias habrían existido barrios griegos claramente diferenciados, además de enclaves propios dentro del ámbito cultural fenicio. En la costa de Málaga, a finales del siglo VIII y principios del VII ya hay testimonio de griegos, antes por lo tanto que en Massalia y bastante antes que en Emporion (en torno al 600 a. de C.). Luego las factorías griegas se extenderían por el Levante peninsular.

La riqueza de las costas mediterráneas de Iberia habría asombrado a aquellos griegos, que no obstante colonizaron con menor intensidad que la Magna Grecia. De aquello da alguna muestra la lámina que aquí comentamos, donde se representa el paisaje de Gadir, a cuyo resultado se llega por la presencia del drago gaditano. La mayor parte de la lámina está decorada con toros, cabras y aves rapaces, mientras que solo un tercio se dedica a la lucha de los dos personajes mitológicos.

La forma de creciente lunar induce a pensar que la pieza pudo haber servido de pectoral, pero lo cierto es que no hay orificios en sus extremos para sujetarla por detrás del cuello, pero lo que está fuera de duda –según la autora a la que sigo- es su carácter votivo, por sus dimensiones considerables (53 cm. de ancho y 88 cm. de largo siguiendo el borde inferior). Véase la imagen de la lámina comentada en http://www.upo.es/arqueologia/_galerias/descargas/Romvla-2.1.pdf

(1) "Jonia e Iberia", 2003.

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