viernes, 12 de octubre de 2018

La procesión de las panateneas


Así la relata un autor antiguo: A la salida del sol, el cortejo procesional, que en las últimas horas se había ido formando, emprendía la marcha desde la puerta principal de la ciudad, o mejor dicho, desde las tres puertas contiguas por las que se salía y entraba para Eleusis, el Pireo y Corinto o el Peloponeso... Había allí, embutido entre la puerta doble del Dípylon y el paso de la Puerta Sacra, un edificio dedicado a gimnasio de la juventud, pero que en las Panateneas servía de almacén de los objetos de culto que se llevaban en la procesión. De este uso recibió el nombre de Pompeíon, por el que era conocido hasta que Sila lo dejó en ruinas cuando el ataque romano a Atenas. Desde el Pompeíon la procesión se dirigía al ágora y de allí a la Acrópolis. Los responsables de la organización, los hieropoioí, velaban por el buen orden del desfile...

Se celebraba en Atenas en honor de la diosa Atenea pero asistían gentes de otras póleis distintas (de ahí el prefijo pan-). La procesión formaba parte de una fiesta religiosa anual, aunque cada cuatro años con más pompa. Jóvenes de ambos sexos llevaban regalos a la diosa (paños, animales…) en agradecimiento por su protección. El Dípylon se encontraba en las afueras de Atenas, había un cementerio con este nombre y era al mismo tiempo el barrio de los alfareros.

La procesión entraba en la Acrópolis por la gran escalinata de los propileos. Fidias, escultor del siglo V a. de C., dirigió las obras del friso del Partenon, en la Acrópolis, donde se representa la procesión de las Panateneas: mujeres con vestidos que caen en delicadísimos pliegues, jóvenes a caballo en animado movimiento, escorzos, los dioses sentados, y otras figuras (se encuentra en el Museo Británico).
                                                                                           
Fue en la segunda mitad del siglo VI a. de C. cuando se instituyeron estas fiestas, donde quedaba de manifiesto que los participantes reconocían ya la supremacía de Atenas en el Ática. Antonio Blanco Freijeiro (“Mitología de las procesiones…”) relata así las panateneas: “Se trataba de ofrecer un peplo [vestido] a Atenea en una de las advocaciones más antiguas que tenía la diosa, Atenea Polías, la protectora de la pólis, representada por una estatua sedente”. La procesión terminaba en el Erecteion cuando este estuvo terminado en el siglo V a. de C. La procesión de las panateneas es un símbolo -pero solo uno más- de la unidad de los griegos del Ática en torno a Atenas.

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