domingo, 28 de mayo de 2023

Las tabernas del barroco

 


No solo, pero llegado el espíritu barroco al arte, con su parte de picaresca y de gusto por lo popular y lo real, las escenas donde la gente se divierte, se emborracha, juega a los naipes o pasa el rato en las tabernas, ha sido un tema muy representado. El clasicismo convive con otros géneros en la pintura, proliferan los bodegones, la plétora de frutos y animales resultado de la caza, el tratamiento minucioso de las texturas y los mercados al aire libre.

En punto a tabernas el mismísimo Aníbal Carracci, ejemplo de pintor clasicista, no se sustrajo a una escena donde un hombre anónimo come fríjoles con fruición en una taberna (1584); y Brueghel “el joven” nos ha dejado un pequeño cuadro con campesinos en la parte exterior de una taberna de nombre “El Cisne”, donde predomina el colorido, el movimiento y la bebida, y en su “Fiesta de San Jorge” los vecinos se alborotan dentro y fuera de varias tarbernas, en la calle, con un estilo juvenil.

Adrian Brouwer pintó un pequeño cuadro donde representa a “Un patán dormido” a la entrada de una taberna (ver arriba) y también una “Campesina borracha en una taberna”. Muchos pintores han sentido veneración por el mundo de los aldeanos, como es el caso de David Teniers “el viejo” o de su hijo, pues trabajaron juntos: por ejemplo en su “Fiesta del pueblo”. De finales del siglo XVI es “ Una pareja en una taberna”, donde el hombre muestra con claridad los estragos de la bebida, obra de Hans von Achen.

Pieter de Bloot pintó varios cuadros donde se ven aldeanos en una posada y en una taberna; en este caso uno está vomitando mientras otro pide más vino. En un ambiente pobre, los demás personajes asisten a la única diversión que les es posible (1630). Adrian Brouwer, por su parte, tiene dos cuadros titulados, respectivamente, “Campesinos peleones” y “Jugadores de cartas en una posada” (1635). En el primer caso, uno de ellos agarra del cabello a otro haciendo ademán de golpearle con un jarro; en el senguno, la atmósfera es cálida y dos están entregados al juego mientras otros observan (ver abajo).

Brouwer ha sabido imprimir a los personaje en sus tabernas la degradación a la que conduce la bebida, la pobreza de su condición, lo grotesco de las escenas y la indistinción entre hombres y mujeres, con un colorido muy vivo: “Campesino borracho en una taberna” (1624) y “Campesinos borrachos” (1620). En un cuadro suyo, “En la taberna”, unos personajes en torno a una mesa parecen dar comienzo a otra ronda. En “Campesinos luchando” (1631) no se trata de un campo abierto, sino de una desvencijada taberna después de haber bebido aquellos más de la cuenta. Parece haber una intención moralizante en el autor, pero nos ha dejado una muestra de la sociedad más menesterosa de su tiempo.

En “Trago amargo” (1635) Brouwer muestra a un joven con un forzado gesto en el rostro, pero puede ser el resultado de haber ingerido una medicina. En “Los jugadores de cartas” se ve a dos individuos en primer plano, y a otros, en una taberna totalmente desordenada, donde el juego va acompañado de la bebida (ver abajo).

Jan Jansz Buesem es más comedido, sus tabernas son más amplias y los personajes están más calmados, pero también bebiendo, dormitando, charlando o tocando música: “Taberna campesina” (1630) e “Interior de taberna con campesinos” (1640) entrando en este caso un amplio haz luminoso por una gran puerta abierta.

No son los únicos casos, pero sí unos pocos ejemplos de cómo vieron algunos pintores a sus compatriotas aldeanos. El deseo de sociabilidad, la falta de instrucción, las penurias de la vida, la necesaria piedad ante el clero, las preocupaciones ante la muerte, no fueron obstáculo para la fiesta, el desenfreno, el vicio y la bebida, refugio de tantas penas que, de otra manera, serían insufribles.

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