viernes, 21 de octubre de 2016

La transierra extremeña: musulmanes y cristianos



Entre la sierra de Gata y el Tajo se encuentra la transierra extremeña, poco poblada siempre y más en época medieval, sobre todo cuando ya se había producido la invasión y conquista musulmana de Hispania. El rey Alfonso VI de Castilla llegó a ocupar Coria en 1079 y, a partir de este momento, según la historiadora María Dolores García Oliva, las fuentes solo hablan de algunos hechos de armas relacionadas con Coria y Plasencia[1]. La escasez de población mantuvo estas tierras sin un poder continuado que las gobernase.

Se ha hablado de un sistema defensivo en la región, lo que ha llevado a pensar que el poder político cordobés era efectivo aquí, pero no está claro que ese sistema defensivo existiese. La autora señala que el escaso interés prestado a esta tierra por los cronistas es una muestra de que las autoridades no estaban interesadas en ella más que para defender territorios más al sur (por parte cristiana para defender el norte). El silencio de las fuentes permite deducir que, al igual que en otras partes de la península, no hubo oposición masiva y generalizada al avance de los conquistadores musulmanes. Por ello no habría un arrasamiento de las ciudades y los campos, y que los habitantes permanecieron en la zona. Ibn Hayyan[2] dice que hacia 840 en la zona de Coria había “varias tribus bereberes… y otras, junto a gentes del país y cristianos”; los dos últimos grupos descendientes de árabes y mozárabes respectivamente.

Por todo el territorio estudiado se encuentran topónimos de origen preindoeuropeo y celta, entre los que figuran Gata, el Palancar, los que incluyen el componente nava, como Navalmoral, o los que empiezan por Mal-, caso de Malpartida. Los nombres influidos por la romanización son Eljas, Trevejo, Marchagaz y Cilleros, al norte del río Alagón; o Belvís (de Monroy) y Mirabel en la margen derecha del Tajo. Los restos materiales demuestran que la región debió de ser habitada ininterrumpidamente al menos desde época romana.

En el Ajbar Machmûa se dice que en las últimas décadas del siglo VIII rebeldes de Coria huyeron hacia el norte, indicando que buscaban refugio en el país agreste. A partir de ese momento se produjo un desmoronamiento de la red de poblamiento anterior y la diseminación de los habitantes. De los invasores, parece que el grupo más representado fue el de los norteafricanos. Individuos de este origen instalados en tierras de Coria participaron en el levantamiento general de 741, y en 794 llegaron a Trujillo y Talavera bereberes de Takurunna[3], de donde huyeron escapando del emir por haber participado en una revuelta. En la región castellano-manchega, pero cerca de la extremeña, se ha localizado Nafza, topónimo ligado a ese mismo grupo étnico, que ha sido identificado con el despoblado de Vascos*, al sureste de Puente del Arzobispo, aunque Pierre Guichard considera que hay dos lugares con ese nombre: la fortaleza de Mojáfar, situada entre el Guadiana y el Zújar, frente a Villanueva de la Serena, sería la capital de los Nafza, tribu que daría origen al topónimo.

Parece que en la zona la soberanía omeya era acatada, pues hubo revueltas que obligaron a intervenir a los emires, pero solo Abd al-Rahman I emprendió auténticas expediciones en este sector al norte del Tajo, lo que quiere decir que en estas ocasiones las revueltas significaron algún peligro para la continuidad de la dinastía. La primera actuación del emir se corresponde con la sublevación del bereber al-Wahid, originario de Egitania –Idanha a Velha- el cual se apoderó del distrito de Coria hacia 770. Este coincidió con otros movimientos de oposición al Omeya, de forma que Abd al-Rahman I dirigió personalmente dos expediciones contra el rebelde, una en 772 ó 773 y allí tuvo noticia de la sublevación de árabes yemeníes en Sevilla. Algún tiempo después volvió para perseguir a al-Wahid hasta Castelo Branco o Montalvâo. Y más tarde aún el prófugo venció a una hueste enviada contra él por el emir, pero quizá entonces el encuentro ya no fuese en la transierra extremeña, sino en la zona de Santaver[4], lugar donde terminó sus días, asesinado, en torno a 776-777.

En el año 785 Abd al-Rahman I volvió a Coria contra otro insumiso, Abul-Aswad, quien se había sublevado en Toledo y, tras ser derrotado, se había refugiado entre los bereberes del Alagón. Este Abul-Aswad era hijo del último gobernador de al-Andalus, defenestrado por el emir y derrotado de nuevo en 759-760, cuando intentó recuperar el poder, mientras dicho gobernador fue asesinado.

Otra insurrección es narrada por Ibn Hayyan: la de los bereberes de Mérida en 826, que llegó hasta Coria, y unos años después, hacia 840, los que vivían en el territorio de Coria gozaban ya de gran autonomía según el mismo historiador, cuando narra el final de Abd al-Chabbar, rebelde de Mérida, que buscó refugio en el reino asturiano; tras permanecer unos años al servicio de Alfonso II, parece que quisó regresar a la obediencia omeya y, sabido esto por el rey cristiano envió un ejército contra él.

Más adelante, con motivo de la expedición enviada por Muhammad I en 875 contra unos bereberes, estos se unieron a la causa del emir y combatieron a los muladíes de Mérida, logrando apoderase de esta ciudad, pero Ibn Hayyan dice que el Gallego[5], tras haber derrotado a las fuerzas cordobesas, se instaló en Marvâo (ver aquí mismo "Mahamud de Galicia"). El “hijo del Gallego” hizo luego una correría por el Alentejo pero no tuvo más remedio que volver a la obediencia del emir. Más tarde estuvo operando en la región de Lisboa, de donde fue rechazado por los partidarios del emir, y de Marvâo, desde donde solicitó ayuda a Alfonso III

En 915 el rey Ordoño II hizo una expedición por la cuenca del Guadiana y tuvo como guías a las gentes de la transierra extremeña, pero los cristianos solo se apoderaron de la zona situada al norte del Tajo en un momento en que Coria se encontraba arruinada a causa de los partidismos, y uno de los grupos en disputa había solicitado ayuda al rey asturleonés. Dada la distancia que separaba Coria del núcleo astur-leonés, no parece lógico considerar –dice la autora a quien sigo- que el rey cristiano hubiera pretendido incorporar el valle del Alagón a sus dominios, sino más bien acentuar su despoblación para dificultar aún más el control de al-Andalus.

A finales del siglo IX una fuente musulmana decía que Mérida está enfrente de la tierra de los infieles, y en la primera mitad del siglo X otra fuente decía que las fronteras con los gallegos son Mérida, Nafza, Guadalajara y Toledo, mientras que otra incluye Coria y Trujillo entre las poblaciones de al-Andalus, e Ibn Hawqal[6] cita como en poder musulmán Alcántara, Cáceres, Trujillo y Albalat, núcleos todos ellos al norte de Mérida.

En 889 el territorio de Sevilla fue saqueado por los bereberes de Mérida y de Medellín, los cuales habían sido incitados a hacerlo por rebeldes de Sevilla. Por su parte, no parece que Abd al-Rahman III prestase atención a las tierras al norte del Tajo en el área de estudio, por lo que parece que los habitantes de la transierra gozaron de autonomía, tanto del poder musulmán como del cristiano. La razón quizá esté en la falta de valor estratégico de estas tierras, pues la mayor parte de las expediciones contra tierras leonesas por parte de los dos primeros califas salieron de Toledo o de Medinaceli, y el resto fue por la fachada atlántica.

Durante esta época, al norte del Sistema Central se produjeron cambios importantes, sobre todo la colonización de la margen izquierda del Duero, llevada a cabo por Ramiro II en el valle del Tormes y por Fernán González en el área de Sepúlveda, pero ni el reino de León ni el califato de Córdoba controlaban de manera efectiva la totalidad del territorio respectivo hasta una hipotética línea divisoria.



[1] “Un espacio sin poder: la transierra extremeña durante la época musulmana”.
[2] Nacido en Córdoba a finales del siglo X, fue historiador y funcionario.
[3] Cora o distrito de Ronda.
[4] Cora entre las provincias de Cuenca, Guadalajara y Teruel.
[5] En realidad este apodo era el de Abd Al-Chabbar, mientras que su hijo, Ibn Marwan, es el protagonista de este episodio.
[6] Geógrafo y cronista que a finales del siglo X escribió la obra “La faz de la Tierra”-
* Hoy es un yacimiento arqueológico con los restos de una antigua madina habitada entre los siglos IX y XII. Nafza hace referencia a una supuesta madina, no localizada, de origen bereber.

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