jueves, 29 de octubre de 2020

Cerebro, creencias y ciencia

 

                                                     Fotografía tomada de "El Universal"

El proceso de hominización es uno de los fenómenos más oscuros a pesar de las investigaciones que se han venido haciendo. Los homo habilis eran homínidos pero los homo sapiens ya son lo que nosotros sin la carga cultural de milenios. Ambos usaron herramientas, lo que no es exclusivo de los homo, pero no tuvieron la misma conciencia de sí mismos[i]. En un momento de la evolución humana –dicen los autores consultados- comenzamos a preguntarnos de dónde venimos, el sentido de la vida y qué hay tras la muerte.

La evolución de los homínidos que conocemos como australopithecus a los homínidos homo habilis comenzó hace tres millones de años. Hoy sabemos que emigraron a Asia los homo erectus hace unos 2,1 millones de años; en torno a 1,5 millones de años de antigüedad controlaron el fuego (lo conocieron antes al observar incendios) y la primera evolución humana, con innovaciones tecnológicas (herramientas como hachas de piedra y cocinar con fuego) les llevó a manifestaciones culturales específicas.

Unos homo que conocemos como heidelbergensis o rhodesiensis, que vivieron hace 700.000 años fueron los primeros que enterraron a sus muertos, encontrados en lo que se ha llamado “Sima de los Huesos, situada en la sierra de Atapuerca, en el pueblo del mismo nombre (España). Se trata de 28 esqueletos de homínidos que algunos consideran neandertales tempranos (es decir, homo), que se habían separado de otros del sur de Siberia (denisovanos) hace unos 430.000 años. Luego se encontraron con humanos cuando emigraron a África y al cercano Oriente hace unos 75.000 años. Estos humanos se habían separado de los neandertales hace unos 370.000 años, compartiendo un ancestro común que vivió hace más de 700.000 años.

Los humanos se cruzaron con denisovanos y neandertales, según algunos especialistas aunque no todos están convencidos, y los primeros sostienen que hubo mezclas genéticas ancestrales entre denisovanos y neandertales. Tales cruzamientos –dicen- no deberían sorprender, ya que no eran especies diferentes, sino subespecies, aunque denisovanos y neandertales fueron menos diversos que los humanos, y posiblemente ello fuera una de las causas de la extinción de aquellos.

Darwin, como sabemos, se embarcó en el barco Beagle a finales de 1831 y se pasó viajando por el mundo (a pesar de los mareos que le producían los viajes en barco) durante casi cinco años. Ello le permitió recopilar muestras muy diversas de fósiles, plantas y animales de forma metódica y laboriosa. Darwin, al parecer, se inspiró al leer en 1838 el “Ensayo sobre el principio de la población”[ii], que había sido publicado por primera vez a finales del siglo XVIII. Malthus decía en la obra citada que los recursos naturales crecen aritméticamente, mientras que las poblaciones humanas se duplicaban cada 25 años siempre que haya recursos disponibles y no se ejerza control reproductivo alguno. La consecuencia es la superpoblación y, con ella, el hambre y la muerte, a menos que se controlase la natalidad, comprendiendo Darwin lo que se ha llamado “beligerancia de la naturaleza”.

El estudio de todo esto llevó a Darwin a plantear su teoría de la selección natural en la lucha por la supervivencia y, volviendo a los primeros homínidos, los arqueólogos han podido demostrar que en un punto de su evolución hacia los homo, se construyeron sepulturas ceremoniales, incluyendo utensilios que apuntan a creencias religiosas y en vida más allá de la muerte. Además se desarrolló el lenguaje y todo esto generó un crecimiento exponencial de logros culturales y técnicos. Si aquellos seres eran capaces de perfeccionar instrumentos es porque, al mismo tiempo, sus cerebros habían evolucionado hacia una mayor complejidad. El templo más antiguo hasta ahora conocido, Gobekli Tepe (Turquía), demuestra que primero fueron las creencias religiosas, la vida en comunidad, y luego el desarrollo de la agricultura y la ganadería, aunque fuese de forma muy primaria, algunas plantas y animales.

Lo atrasados que estamos en cuanto al conocimiento de nuestro cerebro, no ha impedido que conozcamos la base molecular de los cambios biológicos –primero en el genoma y luego en el cerebro como consecuencia de la primera-, desde los primeros homínidos hasta los humanos, aunque de forma incompleta y muy recientemente: unos parálogos que incluyen genes que están implicados en el desarrollo cortical del cerebro humano, son fuerza impulsora de su evolución desde los primeros homínidos hasta los humanos.

El potencial del descubrimiento de cierta familia de genes[iii] en el desarrollo general y las enfermedades del neurodesarrollo es impresionante, según los autores citados en la nota 1. Por primera vez, la evolución de los primeros homínidos a los humanos se ha explicado científicamente. Ello implica genes que desencadenan el desarrollo y crecimiento de la corteza cerebral.



[i] Gabriel Dorado, Fernando Luque, Plácido Pascual, Inmaculada Jiménez, Francisco Javier S. Sánchez-Cañete, Patricia Raya, Jesús Sáiz, Adela Sánchez, Teresa E. Rosales, Víctor F. Vásquez y Pilar Hernández.

[ii] Thomas Robert Malthus.

[iii] NOTCH2NL

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