lunes, 23 de septiembre de 2013

Mentiras de Franco sobre Gibraltar

Wilhelm Canaris
Ya no es poco lo que se ha escrito sobre las relaciones del general Franco con Hitler durante la guerra civil española y durante los primeros años de la segunda guerra mundial. N. Godam, M. Séguéla, D. Detwiler, H. Feis, B. Gordon y A. Viñas son solo algunos de los especialistas que se han ocupado de este asunto. Por ellos y otros sabemos que el viejo mito de que Franco se resistió a entrar en la segunda guerra mundial al lado de Alemania a pesar de las exigencias de Hitler, se ha derrumbado en toda regla. Más bien fue al revés: en un primer momento los consejeros de Hitler (entre ellos Canaris) y él mismo no contemplaron la necesidad estratégica del noroeste de África, del estrecho de Gibraltar y de la propia España con vistas a la extensión de la influencia nazi. 

B. Gordon ha resumido que durante los meses de mayo a octubre de 1940, una vez vencida Francia con toda facilidad y firmado el armisticio que permitió la existencia de la Francia de Vichy como estado satélite de Alemania, los contactos entre Franco y Hitler fueron intensos, que el primero exigió para que España entrase en guerra al lado de Alemania armas, combustibles, Gibraltar y ciertas colonias francesas en África. El mismo autor, basándose en la bibliografía publicada y en investigaciones propias ha demostrado que Hitler nunca estuvo dispuesto a favorecer a la España franquista con más colonias en África de las que ya tenía, entre otras cosas porque la Francia de Vichy era aliada de Alemania y no iba a vestir a un santo desvistiendo a otro, máxime teniendo en cuenta que la España de Franco estaba totalmente en ruinas tras su guerra civil y de poca utilidad sería para los nazis. 

Al mismo tiempo se pone de manifiesto el antipatriotismo y la miseria del embajador de España en Francia, José Félix de Lequerica, que cambió de opinión en varias ocasiones según sus conveniencias y no según los intereses nacionales españoles. Por su parte Javier Tusell le califica de "inteligente, culto, cáustico y cínico", añadiendo que le caracterizaba "la absoluta impudicia con la que podía pasar a llevar a cabo una política que nada tenía que ver con su pasado... no tenía reparos ni en la adulación ni en asumir cualquier cambio de rumbo, incluso diciendo que España actuó igual en la política exterior ante la guerra mundial". Como embajador en la Francia de Vichy se empeñó con saña en perseguir a los españoles refugiados tras la guerra civil y como ministro de Asuntos Exteriores con Franco rompió relaciones con Japón tras la masacre cometida por el ejército nipón en Manila, donde murieron varios españoles: como la guerra tocaba a su fin, tocaba también ponerse al sol que más calentaba.

Barco de guerra francés en Dakar
El primero que entró en contacto con las autoridades nazis por orden de Franco fue el general Juan Vigón: era el 10 de junio de 1940 y llevaba una carta para Hitler. Cuatro días después España se apoderó de la zona internacional de Tánger y a finales de mes los nazis se plantearon la "Operación Félix", un plan para conquistar el norte de África francés y resarcir a Alemania de la pérdida de sus colonias durante la primera guerra mundial.

A comienzos de julio los nazis se plantearon la "Operación León Marino", consistente en la invasión de Gran Bretaña, algo que, como es sabido, nunca ocurriría. Por su parte el gobierno británico, ante la posibilidad de que los barcos franceses del norte de África cayesen en manos alemanas atacaron las bases de Orán y Mers-el-Kébir, con resultado de muerte para unos mil trescientos franceses. La respuesta de la Francia de Vichy fue bombardear Gibraltar, lo que ocurría sin contar en absoluto la opinión del general Franco, que había expresado durante la guerra civil española su intención de recuperar la plaza. Sin embargo Pétain seguía teniendo cierta autonomia, pues ante las exigencias de Hitler de que le cediese ocho bases aéreas en la región de Casablanca y la línea férrea Rabat-Túnez, entre otras cosas, aquel se negó a hacerlo y ahí quedó la cosa. Una muestra de que Hitler no estaba convencido del todo de la necesidad de intervenir en el noroeste de África, para lo que la intervención Española podía tener sentido.

B. Gordon señala que "en la segunda mitad de julio, los alemanes mostraron un mayor interés en Gibraltar y en conseguir que España participara en la guerra, de modo que el almirante Wilhelm Canaris, un veterano del equipo de apoyo alemán a Franco durante la guerra civil, fue enviado a efectuar un reconocimiento de Gibraltar y a obtener una completa descripción de las condiciones de España". Mientras tanto Franco, en su discurso del 18 de julio, cuatro años despúes del levantamiento que dio ocasión a la guerra, reclamaba Gibraltar y una gran parte del norte de África, anunciado que "dos millones de soldados están preparados para crear una nación y un imperio". Es evidente que no existían esos soldados y que España no tenía la mínima posibilidad de aportar algo útil a los nazis, mucho menos de recuperar Gibraltar, sobre cuya plaza Franco insistió a Hitler varias veces que debía ser tomada por tropas nacionales, a lo que Hitler señaló que serían soldados alemanes los que lo harían.

B. Gordon señala que Hitler llegó a aprobar el plan de ataque a Gribraltar y que el diario del general Franz Halder revela cómo la posición alemana sobre España coincide con la visión pesimista y desaprobatoria de Canaris: España no estaba preparada para ayudar a Alemania en la guerra y las palabras de Franco eran una superchería para consumo interno, aprovechando que no existía libertad de prensa para criticarlas. Según Helder España no tenía ni víveres ni carbón, había generales en contra de Franco y el clero no aprobaba otra guerra.


Cuando el 31 de agosto el gobierno británico envió naves desde Scapa Flow, en las islas Orcadas, llevando tropas fieles al general De Gaulle para desembarcarlas en Dakar, Pétain hizo lo mismo desde la base de Toulon, al sureste de Francia. Los barcos de guerra franceses pasaron por el estrecho de Gibraltar para llegar a Dakar y evitar el desembarco de las tropas gaullistas en Dakar, lo que consiguieron. Mientras tanto Serrano Suñer se reunía con Ribbentrop en Berlín intentando una vez más lo imposible: que Alemania aceptase la entrada de España en la guerra a cambio de armamento, territorios y dinero (España estaba pagando los 212 millones de dólares que debía a Alemania por su ayuda durante la guerra civil). Las dificultades fueron tales que España se vería obligada a enviar la División Azul cuando los nazis invadiesen la Unión Soviética, al tiempo que trabajadores españoles salían para trabajar en las industrias de guerra alemanas.

Poco después del 17 de septiembre Franco aceptó reunirse con Hitler en Hendaya: "por nuestra parte -dijo el español- llevamos preparando esta operación [la conquista de Gibraltar] durante mucho tiempo". Como es sabido Hitler no aceptó las exigencias materiales y territoriales de Franco, la armada de Vichy estaba fuerte hasta el punto de parar una embestida británica y la guerra en África tendría otros escenarios alejados de Gibraltar y de Marruecos hasta la iniciativa aliada en Casablanca, pero era ya noviembre de 1942 y Franco estaba desdiciéndose de todas las supercherías anteriores. No es difícil adivinar que si España hubiese entrado en guerra al lado de Alemania la península hubiese sido ocupada por tropas nazis, con el objetivo de Gibraltar o con otros.

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