miércoles, 12 de diciembre de 2018

Don Antonio quiere ser rey

Palacio de San Telmo, residencia sevillana del duque de Montpensier

Eu es una población que se encuentra en la costa norte de Francia, en Normandía. En 1845 tenía unos 4.300 habitantes, cuando se reunieron allí el rey francés Luis Felipe de Orleáns y la inglesa Victoria. Se trataba de ponerse de acuerdo sobre quien debía ser el esposo de la reina Isabel II de España, pues entonces era importante para cada una de las casas reinantes que la monarquía española no favoreciese a una o a otra. Tal importancia cobraba este asunto que la reina española, que lo era desde 1843, tuvo numerosos pretendientes, seguramente para fortalecer determinada posición familiar más que por razones sentimentales.

Uno de esos pretendientes, seguramente de los mejor situados, fue don Antonio de Orleáns, duque de Montpensier, hijo del rey francés, pero a la postre don Antonio tuvo que contentarse con la hermana de la reina de España, María Luisa Fernanda, pues Inglaterra no aceptó que, de acuerdo con el Tratado de Utrecht, un hijo del rey de Francia se convirtiese en rey de España, aunque fuese consorte. Orrego Penagos, por su parte, señala que el controvertido Presidente de Ecuador, Juan José Flores, ya en el exilio, intentó convertir al duque de Montpensier y a su esposa Luisa Fernanda en reyes del país andino, pero sin éxito.

María del Carmen Fernández Albéniz[i] ha estudiado este asunto y dice que en las negociaciones de Eu no intervino la monarquía española, pero mientras se produjo dicha reunión en la población francesa, la reina Isabel, su hermana, la madre de ambas (María Cristina de Borbón) y el primer ministro Narváez, viajaron a Pamplona para reunirse con dos de los hijos de Luis Felipe de Orleáns, el duque de Nemours y el duque de Aumale y aquí se ratificó lo que ya había acordado María Cristina de Borbón con el rey de Francia con anterioridad y durante el exilio de aquella. Así se estableció que don Francisco de Asís, nieto del rey español Carlos IV, fuese el que contrajese matrimonio con la reina Isabel II, mientras que su hermana recibiría por esposo al duque de Montpensier (don Antonio de Orleáns).

Francisco de Asís era primo de la reina Isabel, a la cual parece no le hizo gracia alguna la suerte que le tocó: “pequeño, delgado, de gesto amanerado, de voz atiplada y andares de muñeca mecánica. En la intimidad le llamaban Paquita. Le gustaban los baños, los perfúmenes [sic], las joyas y las telas finas”, cita Fernández Albéniz. No sabemos si esta descripción procede de una maléfica pluma o tiene algo de verdad, pero lo cierto es que el personaje tuvo abundante prole antes de separarse de la reina y pasar a vivir en su palacio de Épinay-sur-Seine, habiendo recibido muchas condecoraciones. Ni siquiera la restauración de la monarquía borbónica en 1875 en la persona de su hijo Alfonso XII, le hizo volver a España.

Por lo que se refiere al duque de Montpensier, cuando contrajo matrimonio con la hermana de la reina Isabel, no hablaba el castellano, como doña María Luisa Fernanda el francés, y aquel colaboró con el general Prim en el destronamiento de la reina (1868) quizá con la esperanza de que los militares le reconociesen como rey, lo que tampoco se produjo en esta ocasión. Hasta que llegó este momento, los recién casados vivieron dos años en París, pero como el rey francés había sido destronado en 1848, el duque de Montpensier se apresuró a reclamar su herencia, que ascendía a 57 millones de reales entre joyas, fincas y dinero.

Montpensier y su esposa se instalaron en Sevilla a la vuelta de París y allí comenzó el duque a conspirar contra la reina; el caso era llegar a ser rey de España. Incluso quiso ir a combatir en Marruecos aprovechando el nombramiento real de Capitán General del Ejército, pero la reina no se lo permitió ante el temor de que volviese convertido en un héroe. Lo cierto es que mientras la reina Isabel se apoyó durante todo su reinado en los moderados, los unionistas de O’Donnell prefirieron al duque de Montpensier, aún teniendo en cuenta que en 1857 había nacido el hijo de Isabel II, Aflonso.

Estando delicada de salud la reina, su hermana la infanta viajó a Madrid para aconsejarla en el sentido de que abdicase nombrando una regencia, a sabiendas de que un firme candidato sería su esposo. A tal punto se temió por la vida de la reina que incluso viajó a Madrid su madre, la reina María Cristina, mientras que Luisa Fernanda tuvo que regresar a Sevilla sin haber conseguido nada de sus objetivos, pero este intento marcó una ruptura entre la reina y el matrimonio Montpensier, hasta el punto de que se llegó a hablar de dos Cortes en España, Madrid y Sevilla. En 1867 don Antonio se aseguró el apoyo de Ríos Rosas, que era opuesto a Narváez en ese momento. “La conspiración –dice Fernández Albéniz- ya no se hacía solapadamente, sino a la luz del día” y el palacio de San Telmo sevillano era lugar de cita de todos los enemigos de la reina Isabel.

La reina, por medio del entonces Presidente del Gobierno, González Bravo, decidió expulsar de España a su hermana y cuñado, los cuales se instalaron en Lisboa no sin dificultades, pues en un principio la Corte portuguesa no los quería en su territorio. Incluso estando enfermo Napoleón III se especuló con la posibilidad de una posible vuelta de los Orleáns al trono de Francia, lo que sabemos no se produjo. Los generales Fernández de Córdoba, Serrano y Dulce, mientras tanto, hacen acopio de oficiales en 1867 para ofrecer la Corona de España (“en caso de que esta quedase vacante”) a la infanta y a su esposo, cuando los Duques ya estaban resueltos a destronar a Isabel II, lo que les costó, según la infanta Eulalia[ii], la cantidad de 16 millones de francos.

Empezaron entonces la detenciones mientras los generales Dulce y Serrano fueron enviados a Cádiz y encerrados en un fuerte; otros fueron enviados a las islas Canarias y otros a lugares del interior de la península. Por contra el almirante Topete concentró en la bahía de Cádiz cuatro fragatas, tres vapores, cuatro goletas y varios transportes más, mientras el general Prim llegó a Cádiz desde Inglaterra junto con Sagasta y Ruiz Zorrilla para unirse a Topete. Poco después llegó Serrano y se puso de acuerdo con Prim, dándose inicio a la revolución llamada “gloriosa” de 1868, que destronó a la reina. La proclama fue redactada por Adelardo López de Ayala[iii], Sevilla se sublevó a continuación, así como otros pueblos de Andalucía, poco antes de que en Alcolea, barriada cordobesa, se diese la batalla con la victoria de los sublevados.

Ya estaban dadas las condiciones para que Montpensier fuese propuesto como rey de España, pero hubo otros candidatos como el portugués Fernando de Sajonia-Coburgo, que no aceptó. Leopoldo de Hohenzollern fue descartado al oponerse Napoleón III, y Alfonso, hijo de la reina destronada, no fue aceptado por Prim. No sabemos hasta qué punto Montpensier fue descartado por haber matado en duelo a un cuñado de la reina Isabel II, pero lo cierto es que el elegido sería el hijo del rey de Italia, Amadeo de Saboya… Cuando este reinado se demuestre inviable y nazca la I República española, Montpensier no podrá ya soñar con ser rey de España, y menos cuando el golpe de estado de Martínez Campos traiga de Inglaterra al hijo de Isabel y este sea aceptado por una camarilla con el nombre de Alfonso XII.

Don Antonio murió en 1890 en un cortijo que había adquirido hacía tiempo en Torrebreva, Sanlúcar de Barrameda.



[i] “El duque de Montpensier y sus aspiraciones a la Corona de España”, Universidad de Sevilla.
[ii] Una de las hijas de Isabel II.
[iii][Dramaturgo y académico español.

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