lunes, 24 de diciembre de 2018

Los orígenes de Prusia

Grabado del lugar donde ahora se encuentra la puerta
de Brandemburgo http://berlunes.com/otro-muro-berlin

Brandemburgo era, originariamente, un territorio de unos 40.000 km2 cuyo centro era Berlín. Alrededor estaban las marcas o fronteras con Polonia, Sajonia, Hannover y Mecklemburgo. Dos ríos importantes recorren el territorio, el Elba desagua en el mar del Norte y el Óder en el Báltico, dividiendo Pomerania. Christopher Clark ha descrito el territorio como una uniforme llanura que, históricamente, había atraído a pocos visitantes; abundan los bosques de abedules y abetos y, tomando como fuente al topógrafo Nicolaus Leuthinguer[i] (1598), habla del territorio como pantanoso, arenoso, llano, cenagoso y sin cultivar[ii].

Los suelos eran de nula calidad en su mayor parte, y a mediados del siglo XIX esta situación poco había cambiado, con pocas aldeas alejadas entre sí, sin acceso al mar y sin fronteras naturales. Brandemburgo era una entidad puramente política cuyas tierras habían sido arrebatadas a los eslavos en la Edad Media y colonizadas por inmigrantes franceses, neerlandeses, italianos e ingleses. La población eslava fue desapareciendo aunque ha quedado una minoría hasta bien entrado el siglo XX (“wendos”) en las aldeas cercanas a Berlín.

Los sistemas de transporte eran primitivos, pues no existían canales que uniesen los dos ríos citados, por lo que estos eran los mejores medios de comunicación. Berlín y Postdam, por ejemplo, quedaban sin acceso directo a estas arterias, y a mediados del siglo XVI dieron comienzo los trabajos para construir un canal que debía unir el Óder y el Spree, río este que corre entre Berlín y la cercana Cölln, pero fueron abandonados por demasiado caros.

Todo Brandemburgo quedaba fuera de las zonas manufactureras alemanas basadas en el lino, el vino y el fustán, la lana y la seda, y no disponía de minerales. El más importante centro manufacturero era la ciudad fortificada de Peitz (hierro), que ni siquiera prosperó, pues hoy es una población de menos de cinco mil habitantes. De esta industria se valía Brandemburgo para el municionamiento, y para intentar sobrevivir, las autoridades practicaron una política de restricciones a la importación.

Solo las regiones de Altmark[iii], Uckermark[iv] y Havelland, esta al oeste de Berlín, tenían extensiones suficientes de tierra arable para cultivos intensivos de cereales, y hacia 1600 se dieron signos de vitalidad económica. Aprovechando el favorable ciclo de crecimiento europeo en el siglo XVI, los terratenientes amasaron fortunas exportando sus productos, lo que se une a los inmigrantes de Franconia, Sajonia, Silesia y Renania, que se establecieron en las tierras no ocupadas. De todas formas un terrateniente de Brandemburgo no se parecía a los de otras partes de Europa, con desventaja para aquel, que no llegó a acumular excedentes suficientes para estimular el crecimiento urbano. La capital, un asentamiento formado por Berlín-Cölln, tenía solo 10.000 habitantes a comienzos del siglo XVII, mientras que la “city” de Londres alcanzaba ya los 130.000.

Para convertirse Brandemburgo en un poderoso estado europeo hubo que contar con la prudencia y ambición de la dinastía reinante, los Hohenzollern, que procedía de Nuremberg. A principios del siglo XV uno de sus miembros, Federico, compró Brandemburgo al emperador Segismundo, siendo aquel uno de los siete electorados del Sacro Imperio, que incluía no solo alemanes, sino francohablantes, flamencos, daneses, checos, eslovacos, eslovenos, croatas e italianos. El principal órgano político era la Dieta, y el emperador era electivo, pero el cargo recayó en la familia de los Habsburgo, la dinastía alemana más rica y poderosa.

Luego, los Hohenzollern adquirieron más tierras, pero Joaquín I (1499-1535) ordenó que a su muerte las tierras fueran divididas entre sus dos hijos, aunque por poco tiempo, porque el más joven murió sin progenie en 1571 y se restableció la unidad. Juan Jorge, que reinó entre 1571 y 1598, también decidió la partición entre sus hijos, pero su sucesor Joaquín Federico consiguió mantener unida la herencia. Cuando se produjo la gran convulsión religiosa, política y social de la reforma religiosa luterana, los Hohenzollern fueron prudentes y se mantuvieron fieles al catolicismo, incluso lucharon al lado del emperador Carlos en la guerra de Esmalkalda (1546-1547), no obstante el reconocimiento por parte de la Dieta de Augsburgo (1555) de la existencia de luteranos dentro del imperio.

La esposa de Joaquín I, la danesa Isabel, se pasó al luteranismo a pesar de que el elector permaneció en la Iglesia católica, y católico era también Joaquín II (1535-1571) hasta que siguió a su madre y se convirtió al luteranismo, pero mantuvo la liturgia y la pompa del ritual católico, sabiendo que había muchos de esta religión en su territorio. Christopher Clark ha señalado la importancia de las mujeres de la dinastía en la política posterior de Brandemburgo. Durante las grandes luchas del Imperio, Bramdemburgo jugó un papel conciliador y solo durante el reinado de Juan Jorge (1571-1598) se abrió paso el luteranismo, hasta el punto de que se llevaron a cabo dos inspecciones territoriales (1573-1581 y 1594) para garantizar la transición al luteranismo, pero aún así Juan Jorge siguió siendo leal al emperador católico, y Joaquín Federico, el sucesor, a pesar de su luteranismo, mantuvo cordiales relaciones con el emperador.

Los matrimonios, como en otras cortes, jugaron su papel en los Hohenzollern: con Dinamarca para reclamar los ducados de Schleswig y Holstein (inútilmente), con Pomerania para tener salida al mar; Joaquín II se casó con una princesa polaca, y Albrecht Friedrich y la familia iniciaron las reclamaciones sobre el ducado de Prusia. En 1603 Joaquín Federico convenció al rey polaco para que le otorgase poderes de regente sobre el ducado (el duque reinante estaba enfermo). Su hijo Juan Segismundo había consolidado su posición con la Prusia ducal casándose con una hija del duque…

Mientras tanto, campesinos y artesanos, comerciantes y transportistas, trabajadores de todas clases, sin saber muy bien si eran brandemburgueses, polacos, prusianos, etc., pusieron los elementos materiales para que Prusia, a partir de Brandemburgo, echase a andar como gran potencia.


[i] Debe de ser el mismo que fue teólogo, poeta e historiador que escribió una historia de Brandemburgo y que murió en 1612.
[ii] “El reino de hierro”.
[iii] Al oeste del Elba.
[iv] Al oeste del Óder.

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