miércoles, 20 de febrero de 2019

Gelmírez ordena construir galeras

Isla de Sálvora


En la segunda década del siglo XII el arzobispo Gelmírez, ante la indefensión de las costas de Galicia, envió mensajeros a Génova para traer a Iria constructores de galeras, naves de guerra con las que realizará varias expediciones de saqueo en al-Andalus. El que al servicio de Gelmírez escribió la “Historia Compostelana”, dice que “los sarracenos hispalenses, saltenses, castelenses, silvenses y de demás que habitan en las costas desde Sevilla hasta Coimbra, tenían la costumbre de construir grandes naves, y viniendo embarcados en la flota con gente armada, devastaban y despoblaban las costas marítimas desde Coimbra hasta los Pirineos”.

Tenía lógica, por lo tanto, que un arzobispo contraatacase con los mismos medios, sobre todo porque –según el cronista- los sarracenos asolaban el territorio próximo a Santiago desde las islas cernanas: Flamia (1), Ons, Sálvora, Arosa, Quebra y Monte Louro (2). Estos sarracenos destruían las iglesias, “demolían los altares, incendiaban los palacios de los nobles y villas y tugurios, talaban los árboles, mataban los ganados…”.

Fernán Arias y Menendo Díaz, nobles de la época, habían sido apresados por los sarracenos, teniendo para ser liberados que cambiarse por sesenta cautivos cristianos de condición servil. Otros nobles también se valieron de cautivos para conseguir su libertad, y los agricultores que cultivaban la tierra próxima a la costa, durante parte de la primavera y hasta el otoño, abandonaban el territorio o se ocultaban en cavernas con toda su familia. Los gallegos de la época, si se puede hablar así, no tenían por costumbre construir naves, según el cronista, a no ser las de carga y pesca.

Envió entonces el arzobispo mensajeros a Pisa y Génova, donde había constructores de naves y marinos “que no cedían en ingenio al piloto de Eneas”. Así llegaron a Galicia los “artífices” de birremes que servirían para hace a los sarracenos “la guerra naval”. Se construyeron dos naves y doscientos hombres “expeditos en asuntos de marinería y de guerra”, invadieron las costas de los ismaelitas y sus tierras, pagándoles con creces los daños y oprobios recibidos con anterioridad; los cristianos les incendiaron las casas y las mieses en las eras, les talaron los árboles y las viñas y no se ruborizaron de hacer cosas indignas de contarse. Destruyeron las naves de los sarracenos y, en fin, “saciada la espada y cargadas las naves de oro, plata y despojos, cantando alabanzas a Dios y a Santiago, volvieron gozosos a su tierra”.

La “Historia Compostelana” es una fuente histórica indudable para la época en que fue escrita, pero se trata de un documento para mayor gloria del arzobispo Gelmírez que, de acuerdo con la mentalidad de la época, no tiene inconveniente en convertirse en un gobernante y un guerrero. Señor feudal donde los haya, acuñó moneda, organizó un Concilio y mantuvo privilegiadas relaciones con el papa. En los asuntos internos del reino de León intervino de acuerdo con los intereses de la mitra, habiendo estado algún tiempo en la corte del rey Alfonso VI.

Quedaba lejos el ataque de al-Mansur a Santiago de Compostela en 997, cuando según la tradición respetó solo la tumba que se creía del apóstol Santiago, y las incursiones normandas en las zonas costeras de Galicia habían comenzado en el siglo IX, que también sufrieron los musulmanes de al-Andalus. En 1129, ya cristianos los normandos, incluso auxiliaron al arzobispo de Tarragona, otra ciudad en peligro por la proximidad de la frontera con al-Andalus. La política de Gelmírez a principios del siglo XII sobre la defensa cristiana contra el islam, queda reflejada en este pasaje de la “Historia Compostelana”.
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(1) Probablemente las islas Cíes, en la entrada de la ría de Vigo.
(2) No es una isla sino un promontorio de unos 240 metros de altura en el actual municipio de Muros.

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