viernes, 11 de octubre de 2019

"Esta es la historia de nuestra codicia pequeñita..."


Así se expresa Gaya Nuño en su obra “La pintura española fuera de España”, publicada en 1958[i]. En 1911 el cabildo de la catedral de Zamora vendió a un anticuario unas arquetas, entre ellas un bote de marfil de época califal valorado en 52.000 pesetas. Enterado Gómez Moreno, que años antes había descubierto dicho bote en el relicario de la catedral, lo comunicó al diputado nacional Guillermo de Osma, ante el temor de que la pieza saliera de España. El asunto llegó a debatirse en las Cortes con la intervención del presidente del Gobierno, José Canalejas, y generó una polémica sobre la propiedad del patrimonio artístico de la Iglesia, de la que se hicieron eco los diarios nacionales. Finalmente, el Estado intervino y compró la pieza, que quedó depositada en el Museo Arqueológico Nacional.

El llamado Bote de Zamora parece que lo labró un joyero al servicio del califa al-Hakán II en la segunda mitad del siglo X (964). A pesar de ignorarse su existencia desde hacía tiempo, todas las arquetas árabes de la catedral de Zamora se encontraban registradas en 1367, formando parte del tesoro de la catedral. Ya en el siglo XX el Bote fue llevado a una exposición que se celebró en Santiago de Compostela. El epígrafe que tiene en caracteres árabes dice: Bendición de Dios para el Imán ‘Abd Allah al-Hakin al Mustansir billah. Príncipe de los creyentes. Esto es lo que ordenó se le hiciera…”.

El descubrimiento del Bote –siguen los autores citados- se produjo durante una de las visitas (1903-1904) que Gómez-Moreno y su esposa realizaron a la provincia de Zamora para la redacción del Catálogo Monumental de la misma. Esta idea de un catálogo que abarcase todas las obras de arte de España está muy relacionada con el espíritu regeneracionista de la época, siendo el mentor de la obra Juan Facundo Riaño[ii], algo sin precedentes en Europa.

La dilapidación de buena parte del patrimonio histórico y artístico de la Iglesia venía de lejos, desde la cabecera de los obispados hasta los rincones más apartados, lo que en algunas ocasiones motivó protestas de los feligreses. En el mismo año en que se vendieron las arquetas que contenían el Bote y otros objetos, tuvo lugar en Villafáfila una manifestación de protesta protagonizada en su mayoría por mujeres y niños, en la que tuvo que intervenir la Guardia Civil, por las sospechas de que el cura había vendido a un anticuario una efigie de Jesús Nazareno. En 1904 se vendieron dos cuadros de El Greco por los canónigos de la catedral de Valladolid (hoy se encuentran en la “Frick Collection” de Nueva York y en el “Museum of Fine Arts” de Montreal). Martín Benito y Regueras Grande siguen diciendo que durante los años sesenta y setenta del siglo XX se llevó a cabo un gran expolio eclesiástico en España.

No serían los únicos objetos que el cabildo zamorano vendería a coleccionistas, lo que contó con la autorización del Nuncio Apostólico, con la excusa de que “la fábrica de la iglesia se halla bien necesitada de recursos”. El dinero obtenido, sin embargo, se invirtió en obligaciones de la sociedad hidroeléctrica “El Porvenir de Zamora”, aunque parte del cabildo no estuvo de acuerdo en esto.

Y entonces intervino del Ministro de Instrucción Pública, mientras que el obispo Luis Felipe Ortiz y Gutiérrez[iii], que ha sido considerado un hombre culto, solicitó se pidiese autorización al papa. En 1926, no obstante, las arquetas que no habían sido vendidas en 1911 fueron a parar al coleccionista Pedro Castillo Olivares sin formalidad legal alguna (así comenta este asunto Gómez-Moreno en su Catálogo).

Cuando el asunto llegó a las Cortes las relaciones entre el Estado y la Iglesia estaban en un momento crítico (gobierno de Canalejas y Ley "del Candado”). De 1910 a 1914 tuvieron lugar por primera vez en España varias sesiones de Cortes a propósito de la venta de la “Epifanía” de Monforte, cuyo autor es Hugo van der Goes, al káiser Guillermo II. La suerte del cuadro llegó a apasionar de tal forma a la opinión pública que el asunto pasó desde la Cámara baja al terreno de la prensa y al Ateneo madrileño.

Cuando los escolapios de Monforte de Lemos, vendida la pintura, se preparaban para exportar la tabla en 1910, el nombramiento de Julio Burrell[iv] como Ministro de Instrucción Pública, supuso la incautación gubernativa del cuadro, desde entonces vigilado por la Guardia Civil. Un acto insólito, recordó Gaya Nuño. Entonces, G. J. de Osma, diputado por Monforte entre 1891 y 1919, mantuvo una posición tibia en el caso de las pinturas, cuando había sido reivindicativo en el del Bote de Zamora.

Dicen Martín Benito y Regueras Grande que, cuando con motivo de la IX edición de “Las Edades del Hombre”, se exhibió el Bote, la mayoría de los visitantes desconocían las vicisitudes del mismo, así como que era el primer episodio (conocido) de un rosario de ventas eclesiásticas que salpican todo el siglo XX. El caso es extensivo a toda España desde las andanzas de Guerra Junqueiro[v], los tapices de Tideo (héroe de la mitología griega desterrado a Calidón[vi]) hasta el expolio detectado en 1996 de casi quinientos volúmenes, entre ellos diez incunables, del fondo antiguo de la Biblioteca del Archivo diocesano (solo recuperados menos de la mitad).

El siglo XIX –dicen Martín Benito y Regueiras Grande- marcó la época de los grandes descubrimientos patrimoniales nacionales e internacionales; por ejemplo, la entrega por Fernando VII de 165 pinturas recuperadas en la batalla de Vitoria (1813) al duque de Wellington, que dio ocasión a una gran expatriación patrimonial que no ha cesado. Más tarde, el rey francés Luis Felipe de Orleáns envió a España una comisión que realizó una compra masiva de cuadros, constituyendo estos la Galería Española de Luis Felipe, instalada en el Louvre entre 1838 y 1848, que se convirtió en un revulsivo naturalista, antesala del impresionismo y clave en la evolución del arte moderno[vii].

Durante la desamortización de Mendizábal tuvo lugar la primera interpelación parlamentaria con la protesta del diputado de Cádiz  y el propio Mendizábal por la venta de los “zurbaranes” de la Cartuja de Jerez, sin éxito.

La importancia del Bote de Zamora radica en su componente oriental (aparte el mérito artístico) que tiene muchos ejemplos de arte eborario, muy propio de la corte de los Omeyas. "... de nuestra dejadez y de nuestro despilfarro”, termina la frase del título que debemos a Gaya Nuño.



[i] Esta cita aparece en un artículo de J. I. Martín Benito y F. Regueras Grande, que es la fuente para este resumen.
[ii] Granadino, vivió entre 1829 y 1901; historiador, realizó estudios de árabe. Fue senador entre 1886 y 1900.
[iii] Poseyó una nutrida biblioteca que hoy forma parte de la Diocesana de Zamora. Era políglota y mantuvo contacto con intelectuales de la época, entre ellos Menéndez Pelayo y José María de Pereda (véase dbe.rah.es/biografias/34071/luis-felipe-ortiz-y-gutierrez).
[iv] Liberal y periodista.
[v] Diputado republicano, periodista y poeta portugués. La colección que lleva su nombre se conserva en su Casa Museo de Oporto y el “Museu Nacional de Arte Antiga” de Lisboa. El término “elginismo” deriva del británico lord Elgin, que se llevó ilegalmente los mármoles del Partenón de Atenas a Londres a principios del siglo XIX
[vi] Ver aquí mismo “El jabalí de Calidón”.
[vii] Se ha valorado el papel de los pintores españoles en la revolución antiacadémica del siglo XIX.

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