viernes, 25 de enero de 2019

Lusindo y Batilo

Cementerio de Père-Lachaise (París)

En el cementerio de Père-Lachaise de París se encuentra la tumba de uno de los ilustrados españoles más notables desde finales del siglo XVIII a principios del siglo XIX. La tumba es un templete de planta circular con columnas lisas de orden toscano que sostienen un entablamento y una cúpula rebajada en el más claro estilo neoclásico, sin concesión alguna a la decoración y de una sobriedad extrema. Allí está enterrado Mariano Luis de Urquijo, que murió en París en 1817 después de haber ocupado importantes cargos políticos con el rey Carlos IV y con José I.

Urquijo estuvo abierto a las novedades culturales europeas, pero su voluntad de cambio le fue pagada, según Aleix Romero[i], con el destierro, la prisión y el exilio, lo que era común en una época de transición entre el Antiguo Régimen el alumbramiento de otro nuevo. Estudiante en la Universidad de Salamanca desde 1784, asistió a los enfrentamientos entre ultramontanos y aperturistas, mientras Jovellanos aseguraba que, en dicha ciudad, “toda la juventud era… pistoyense”[ii]. Los estudiantes conocían las ideas de Tamburini entre otros que, aunque se prohibieron sus escritos, profesores de mentalidad aperturista las divulgaron, como es el caso de Ramón Salas[iii] o Diego Muñoz Torrero[iv], entonces rector de la Universidad.

Entre Meléndez Valdés y Urquijo se trataban como Lusindo y Batilo, y así Urquijo se aprovechó de las amistades del segundo: Jovellanos, Eugenio Llaguno[v], Ramón Salas, Nicasio Álvarez Cienfuegos[vi], Juan Bautista Picornell[vii] y otros. Cuando Uquijo dio a la imprenta su traducción de “La muerte de César”, obra de Voltaire que estaba prohibida en España[viii], nuestro ilustrado fue investigado por la Inquisición, según Juan Antonio Llorente, pero la sanción que sufrió fue moderada y la traducción de Uquijo no apareció en el Índice de Libros prohibidos hasta años más tarde.

En 1792 el conde de Aranda propuso al rey Carlos IV que Urquijo se incorporase a la Secretaría de Estado y más adelante consiguió la confianza de Godoy (como luego le combatiría). Por las manos de Urquijo pasaron asuntos como el “Discurso” del conde de Teba[ix], que pretendía levantar a la aristocracia contra Godoy; luego fue nombrado secretario de la embajada en Londres, donde estuvo solo unos meses, dedicándose a estudiar el sistema de gobierno británico. Cuando Francisco de Saavedra[x], Secretario de Estado y Hacienda, enfermó y perdió el habla, el rey habilitó a Urquijo en 1798 para ocuparse de dicha Secretaría, pero tales eran las intrigas que por entonces se daban en la Corte que unos días más tarde Jovellanos, Secretario de Gracia y Justicia, fue cesado y recluido en Gijón.

Como ministro plenipotenciario en la República Bátava, nombrado por Carlos IV, se ocupó de mediar entre la Francia del Directorio y Portugal, deseando aquella el cierre de los puertos de esta al comercio británico. Como Francia no se fio de las gestiones de Urquijo, solicitó al rey de España su sustitución, a lo que el monarca se negó. Ello no fue obstáculo para que en 1799 una escuadra francesa saliera del puerto de Brest con el propósito de unirse en Cádiz a la española de Mazarredo, lo que puso en riesgo a esta de quedar a merced de la inglesa que bloqueaba el Mediterráneo. Fue una muestra de que el Directorio trataba a España subordinadamente, lo que provocó el cese del embajador Azara[xi].

Urquijo también tuvo opositores, sobre todo desde que en 1798 fueran publicados los decretos sobre desamortización de los bienes de obras pías, que tenían el objetivo de contener la devaluación de los vales reales sin conseguirlo. Incurrió en contradicciones que se explican en el contexto de la época, de oposición feroz entre reformistas y reaccionarios: impidió la circulación de dos obras en las que se mostraban las invectivas de unos y otros. Cuando murió el papa Pío VI en 1799, Urquijo publicó el Decreto por el que los obispos y arzobispos españoles podían expedir dispensas matrimoniales, entre otras cosas, lo que supuso un importante ahorro para el erario público. Las disputas que originó esto, que se ha considerado como la máxima expresión del regalismo, llevó a la división del episcopado español. Según algunos solo apoyaron el Decreto los arzobispos de Granada (Moscoso y Peralta) y Tarragona (el agustino Armañá y Font), más los obispos de Astorga (Gutiérrez Vigil), Barbastro (el benedictino Abad Lasierra), Calahorra (Aguiriano y Gómez), Salamanca (Tavira Almazán), Guadix (Magi y Gómez) y Tui (García Benito). El nuncio Casoni se soliviantó por este decreto, uniéndose a ultramontanos como el arzobispo de Zaragoza y el general de los franciscanos, Joaquínn de Campmay, que llegó a proponer, en 1793, cuando estaba a punto la guerra contra la Convención, la formación de un ejército de 40.000 hombres que él mismo dirigiría.

También publicó Urquijo un Decreto en 1799 para que la Inquisición no se extralimitara, lo que tuvo resonancia internacional, pues eran conocidos los excesos del tribunal en toda Europa. Se empeñó nuestro ilustrado en una de las expediciones científicas de Alexander von Humboldt a América, manifestándose su admiración por las ciencias en el establecimiento de un laboratorio de química, cátedras de matemáticas, mineralogía y física experimental; introdujo el telégrafo óptico[xii] y la vacuna de Jenner[xiii]. A Urquijo se debe, en 1799, la firma del tratado de paz firmado con la regencia de Marruecos[xiv] por el que se prohibía la esclavitud para los prisioneros de guerra.

Cuando Godoy fue recuperando el favor real, Urquijo lo fue perdiendo, hasta el punto de que los diplomáticos franceses detectaron la aproximación del primero al partido “católico” o “jesuita”, donde encontramos a personajes como Múzquiz[xv], Arce (inquisidor), Caballero[xvi] y el infante de Parma, miembro de una rama “menor” de los Borbón a quien Napeleón concedió ser rey de Etruria en 1801, pero moriría dos años más tarde.

Aquí no tratamos el trabajo de Urquijo con el rey José, pero puede verse en el que hemos citado al principio, debido a Aleix Romero Peña. Asombra, en todo caso, el esfuerzo que personajes ilustrados como Urquijo realizaron para la modernización de España, enfrentándose a fuerzas poderosísimas y sufriendo por ello penalidades e injusticias, aunque también es cierto que no pocos de estos ilustrados tuvieron un poder que les vino dado por la influencia de otros que confiaron en ellos.



[i] “Mariano Luis de Urquijo. Biografía de un ilustrado”.
[ii] Del sínodo de Pistoya, celebrado en 1786 por partidarios de reformas en la Iglesia en orden a las ideas jansenistas.
[iii] Político y catedrático de Universidad, condenado por la Inquisición y luego rehabilitado. Formó parte de las Cortes de Cádiz.
[iv] Sacerdote y catedrático que participó en la elaboración de la Constitución de Cádiz. Colaboró al fin de la Inquisición.
[v] Realizó diversos estudios en el campo del arte, fue miembro de la Real Academia de la Historia y de la Sociedad Vascongada de Amigos del País.
[vi] Escritor de gusto entre neoclásico y romántico.
[vii] Pedagogo influido por Locke, Rousseau, Beccaría y Montesquieu, entre otros.
[viii] Trataba temas como el tiranicidio.
[ix] Eugenio de Palafox, hijo de la condesa de Montijo. Junto con Aranda y otros fue una muestra de la oposición al encumbramiento de Godoy, pero también una reivindicación del papel de la aristocracia en el gobierno.
[x] Militar y diplomático, desempeño funciones públicas en América con Carlos III: expulsión de los ingleses del golfo de México y apoyo a los colonos británicos de Norteamérica.
[xi] Destacó por su labor de mecenazgo. Colaborador de Roda en la expulsión de la compañía de Jesús, fue el encargado de que las pensiones de los expulsos llegasen a Italia.
[xii] Utensilio que se puede ver a distancia y que permite emitir diversas señales que, a su vez, recibe otro igual, propagándose así un mensaje a grandes distancias con mayor velocidad de la que podía llevar a cabo un jinete.
[xiii] Contemporáneo de Urquijo, fue el descubridor de la vacuna antivariólica, pero también contribuyó a otros avances en el campo de la zoología.
[xiv] En vigor desde 1783 con Estados Unidos.
[xv] Predicador real y confesor de la reina entre otras cosas.
[xvi] Intrigante y reaccionario que participó en el proceso incoado contra el príncipe don Fernando (futuro Fernando VII). Estuvo mucho tiempo en el gobierno, pero sin destacar como otros personajes opuestos a él.

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