jueves, 11 de febrero de 2021

Demencia y ciencia en la Amazonía

 

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Llenar los espacios ignorados fue un objetivo de los inmigrados a América y algunos intentos de ello fueron espectaculares –dice Mariano Cuesta- como los de Ursúa y Francisco Vázquez por parte española, los de Pedro Texeira y Raposo Tavares por la portuguesa.

Una de las travesías por el Amazonas estuvo caracterizada por la demencia. La expedición de Ursúa alcanzó la mayor fama por lo lamentable de su desarrollo, teniendo el viaje más de epopeya que de exploración. En ella se originaron una suma de vivencias sobre e infrahumanas que han sido tenidas en cuenta por varios autores[i]. La exploración de Ursúa había sido sancionada por el virrey del Perú (Andrés Hurtado de Mendoza) que liquidó Lope de Auguirre. Allí se dieron las pasiones más bajas, hasta el punto de que Felipe II prohibió citar el nombre de Aguirre y la Audiencia de Santo Domingo dictó una sentencia condenatoria sobre aquel; las autoridades de Tocuyo (Venezuela) declararon indignos de todo a sus hijos, pero se conservan algunos topónimos como “pongo de Aguirre” en Perú y “puerto del Traidor” en Venezuela.

Lope de Aguirre, provisionalmente, salió triunfante, “más por animoso que por cristiano”, aunque sus acompañantes parecieron una banda de dementes. Podría tratarse de liberar la energía existente para buscar El Dorado o el País de la Canela. La expedición de Ursúa fue financiada difícilmente por algún clérigo, Isabel, la amante de aquel, y con la venta de caballos. Se reunieron 300 españoles, 25 negros, 600 indios y otros pobladores más; el resultado, penalidades sin cuento, sufrimiento, miedo hasta el terror a lo largo de toda la travesía del Amazonas, un río escenario según Cuesta Domingo.

Ursúa actuó como un insensato al dejarse acompañar por su amante y por Aguirre. La expedición, comenzada en 1560 desde las fuentes del Amazonas, descendió hasta el río Huallaga, donde se construyeron dos barcazas, pasando así ante el Ucayali y el Napo hasta que, cansados, vararon en el río Purús y descansaron durante un mes.

Luego vino la apatía y la defección de Ursúa, moviendo Aguirre los hilos para no regresar al Perú, asesinar a aquel y avanzar. Se construyeron otras barcazas y al nuevo capitán, Fernando Guzmán[ii], lo mató Aguirre por su propia mano más tarde, a Isabel y a otros también, instaurando el terror en el lugar que ha recibido el nombre de Matanza. Ciega la sangre –dice Cuesta Domingo- la expedición avanzó con rapidez hasta la isla Margarita (mediados de 1561) con la intención de tomar Panamá y atacar Perú. Las tropelías fueron descritas por un testigo, Álvaro Acuña, que declaró en la Audiencia de Santo Domingo que Aguirre mató o hizo matar a treinta y seis personas y en la isla Margarita seis más, y en tierras de Venezuela prosiguió con las muertes que incluyeron a su propia hija.

Aguirre entró en tierra venezolana y tomó las ciudades de Valencia y Barquisimeto y, poco después, se hizo matar por dos de sus hombres (había sido indultado con anterioridad en Perú de una condena a muerte).

Muchas muertes pero quedaba por averiguar sobre la Amazonía casi todo, labor que correspondió a otros: en grupos de dos a seis misioneros, se fueron adentrando y sufriendo, como cuando se produjo la rebelión de los quijos en 1578, lo que provocó la venganza de los españoles. Los misioneros tenían la intención del proselitismo, pero nos han dejado relaciones, cartas, crónicas y mapas, con importante información sobre ríos, clima, asentamientos, modos de producción, transporte, vocabulario, ritos y creencias. Se promovieron las comunicaciones mediante trochas o caminos estrechos.

El jesuita Font mostró interés por el alto Amazonas y por los habitantes de las islas “ricas” del río Marañón. El espacio de los temibles jíbaros fue visitado por varios, el último Diego Vaca[iii] en 1619, que fundó San Francisco de Borja en la ribera del Marañón. Esta ciudad fue germen de la gobernación de Mainas y otros alcanzaron el Pongo de Manseriche, en el mismo río, al norte del actual Perú. Los horizontes geográficos fueron ampliados por Agustín de Ahumada, hermano de Teresa de Ahumada, y fueron importantes las fundaciones jesuitas y franciscanas. Estas, en 1586, consistían en doce conventos que, en 1635, se extendieron a 117 puntos misionales sobre territorio de los indios cofanes, omaguas, encabellados, avijiras y maynas.

Dos frailes destacados fueron Domingo de Brivea y Laureano de la Cruz[iv]; el primero llevó a cabo la travesía de América del Sur por su máxima dimensión en el sentido de los paralelos, lo que sirvió de estímulo a los portugueses para llevar a cabo expediciones en dirección contraria (este-oeste): incorporaron puntos estratégicos de las confluencias fluviales de los ríos Negro, Japurá, Napo, Içá, Branco, Xungú, Tapajoz y Solimoes. Destacaron Diogo Nunes, jesuita, en 1538 al país de Machicaro (¿), el ensayo de Simao Estácio da Silveira[v] para abrir una vía fluvial hasta el Perú, la expedición de Luis Aranha de Vasconcelos[vi] (1623) por el Amazonas y la de Mendes de Morais (1730) en el Napo. Con anterioridad, las de Teixeira y el bandeirante Raposo Tavares.

Teixeira, con algo más de setenta soldados más cuatro españoles que habían descendido por el Amazonas y 900 indígenas, con abundantes medios, realizó la travesía desde el río Pará hasta Carnapijó, Marajó y Marapatá hacia el Tocatins, hasta llegar a un asentamiento donde hoy está la ciudad de Óbidos (al norte de Brasil, en el Amazonas medio). Esta expedición cruzó ante la desembocadura del Madeira, luego ante el Negro y, ascendiendo por su curso, superó la desembocadura del río Cuchiguará[vii] (Purús) hasta Cutuá y río Tefé, al noroeste de Brasil. Luego, en territorio omagua, sobrepasó el río Juruá (o de las Barreras), el Juratí (o río del Cuzco) y el Javari. Desde aquí Teixeira envió un grupo de avanzada que alcanzó Quito, dando por concluido el primer viaje en el que se remontaba el Amazonas y en el que la participación del clérigo Brieva había sido decisiva[viii]. Las aportaciones antropológicas, geográficas y cartográficas fueron importantes.

Todo esto se consolidó cuando, en el siglo XVIII, el padre Samuel Fritz hizo un mapa muy conocido después de dieciséis años de trabajos. Los científicos se abrieron paso, como es el caso de La Condamine[ix] y durante el siglo XIX se generalizaron las expediciones a países lejanos, siendo ya muchos los que contribuyeron al conocimiento del Amazonas, el río Beni, el Napo, tierras de Venezuela, el Ucayali, los ríos Ené y Huallaga, el Madera y el Purús. Participaron geógrafos, naturalistas y otros científicos, entre los que destaca Humboldt[x].


[i] Tirso de Molina, Mozans, Ortigueira, Bayo, Palma, Sénder, Otero Silva, Torrente Ballester. “Primeros exploradores sobre una geografía…”.

[ii] Nacido en 1540, murió en el Amazonas con solo veintiún años (no es segura la fecha de su nacimiento).

[iii] Militar natural de Siete Iglesias, cerca de Medina del Campo. Falleció en Ecuador en 1627.

[iv] Participó en el conocimiento del río Marañón.

[v] Natural de Azores, participó en la conquista del Marañón.

[vi] Gobernó en el norte de Brasil y en el Marañón.

[vii] Nace en Perú y desemboca en el Amazonas al este de Manaos.

[viii] Esto permitió, andando el tiempo, que Portugal se hiciese con buena parte de la Amazonía.

[ix] Naturalista, matemático y geógrafo, midió el meridiano en el Ecuador valiéndose de su recorrido por el Amazonas.

[x] En el siglo XX destacó el ferrolano Iglesias Brage, que realizó una expedición científica a Perú con la ayuda de otros, conociendo la selva de los indios jíbaros. De éste viaje se obtuvieron informaciones geográficas, botánicas y etnográficas. Contó con el apoyo del gobierno republicano español en 1932.

Fuente: "Primeros exploradores sobre una geografía...", Mariano Cuesta Domingo.

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