sábado, 6 de febrero de 2021

Viñedos y paisajes

 

                                              Viñedos en las faldas de los montes Obarenes

Si partirmos de El Bierzo para seguir hacia la tierra de León, Benavente, luego hacia los Arribes del Duero y Toro, Rueda y Cigales, la Ribera del Duero y, en torno al Sistema Central, Cebreros y la Sierra de Salamanca, habremos recorrido las zonas vitivinícolas de la Meseta Norte y sus rebordes montañosos.

Las bodegas, antes en el subsuelo de los pueblos o en barrios horadados en las laderas más compactas del relieve, ahora se encuentran cerca de las principales vías de comunicación; son los nuevos paisajes que revelan una organización espacial adaptada a los tiempos. El origen de este cambio está en los años ochenta del siglo XX como herencia de una tradicional cultura vitícola (cultivo) y vinícola[i] (explotación del vino).

Estos paisajes conservan los rasgos de autenticidad por el mantenimiento continuado y secular de la producción adaptada al entorno… sin esclerotizaciones, pero su integridad -dicen Baraja y Herrero- es más discutible. Han aparecido actividades que tienden a diversificar el negocio del vino, entre ellas el enoturismo, ocupando Castilla y León ocho de las treinta “rutas del vino” oficiales en 2018 que atraen al 17% de los visitantes. Según los autores citados, el sector vitivinícola es una pieza clave –en la actualidad- de la economía castellano-leonesa, después de superar hace tiempo el autoabastecimiento (hasta 1960) y entrar en la modernización productiva (1960-1975), superar una crisis en la siguiente década y llegar a la innovación y ocupación de nuevos espacios desde 1985[ii].

En éste sentido, incluso en una porción de la provincia de Burgos se ha desarrollado la producción de vino con denominación de origen Rioja, concretamente en las faldas de los montes Obarenes[iii], en el triángulo que forman Castilseco, Villalba y Sajazarra[iv]. En la Edad Media estas tierras fueron del monasterio de Santa María la Real de Herrera[v]; el coto parece que tuvo su origen en un priorato benedictino y en 1077 el rey Alfonso VI dono al señor de Sajazarra el monasterio.

Los vinos castellano-leoneses presentan una gran variedad, siendo los territorios de la Ribera del Duero, Rueda, Toro y, en menor medida, Cigales donde se concentran las dos terceras partes del viñedo de Castilla y León. En estas comarcas el paisaje se ha transformado; las viñas, soportadas en espalderas[vi] y con sistemas de riego; salpicadas, las bodegas que se han ido instalando.

Pero en comarcas del Arlanza, León, Tierra del Vino, valles de Benavente y Valtiendas[vii] se han desarrollado modelos productivos distintos. Son espacios en los bordes de la región donde la tradición se mantiene y ni siquiera el viñedo es la principal especialidad agraria. Estas comarcas cuentan con paisajes auténticos (no transformados) e “íntegros”, como es el caso de los viñedos en la comarca de los Arribes del Duero, los de la Sierra de Salamanca[viii], los de Cebreros y El Bierzo, donde las condiciones del medio hacen más difícil el cultivo.

Estos son viñedos que surgieron hace siglos en medios frágiles y que hoy son reductos, en muchos casos, de una economía agraria desaparecida, pero conservan los valores de un paisaje sinuoso, con depresiones y elevaciones del terreno en formas variadas, lo que ha determinado la organización de un terrazgo muy fragmentado, con muchas parcelas en pendientes pronunciadas que han de ser salvadas mediante bancales, terrazas y paredones. Aún se conservan plantaciones históricas, cepas antiguas y variedades viníferas únicas.

Aquí el paisaje es clave para poner en valor los aspectos que lo singularizan, quedando al margen de la homogeneización, ejemplificando el papel que juegan los sistemas agroalimentarios enraizados territorialmente frente a la vitivinicultura tecnológica pero, aún así, ello no está exento de dificultades: las condiciones naturales determinan el futuro de estos viñedos, pues el trabajo que exige su cuidado ha obligado a cambios en su ubicación, trasladándolos a lugares más accesibles, la reducción de la superficie cultivada y, en última instancia, su abandono, con los consiguientes problemas medioambientales[ix].


[i] Eugenio Baraja Rodríguez y Daniel Herrero Luque, “Crisis y pervivencia de los paisajes vitivinícolas en los bordes de Castilla y León…”.

[ii]  A. Diego Marín; “Una isla burgalesa en la DOC Rioja”.

[iii] Al nordeste de la provincia de Burgos y sus límites con Álava y La Rioja. En realidad son una estribación de la cordillera Cantábrica.

[iv] Estas tres localidades se encuentran al noroeste de la provincia de La Rioja, distando Villalba de Haro tan solo 5 km.

[v] Provincia de Burgos; en el límite con Álava y La Rioja.

[vi] Postes y alambres dispuestos para que, enredada la planta, se obligue a esta a alargar el tronco leñoso.

[vii] Al norte de la provincia de Segovia.

[viii] Comprende muchos municipios, entre otros Miranda del Castañar, San Martín del Castañar y Sequeros.

[ix] Ver nota i.

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