jueves, 29 de septiembre de 2011

Un reformador escrupuloso (II)

No es el único, pero sí quizá el que mejor lo expresó, cuando dijo que "el conocimiento de Dios está naturalmente arraigado en el entendimiento del hombre". Si nos remontamos a los tiempos prehistóricos encontramos muy pronto manifestaciones de la vida trascendente del hombre, tumbas sobre todo, grandes pidras que indican lugares sagrados, puestas a propósito o aprovechadas, con sus formas caprichosas y lugares estratégicos que el hombre ha tenido por sagradas, por relacionadas con la divinidad. Obviamente, esa divinidad no ha sido para los seres humanos lo mismo en todos los tiempos.
Asegura Calvino que la religión es un hecho universal. No creo se pueda dudar de esto: incluso antes de la existencia de castas sacerdotales, antes de Iglesias instituidas, los grupos humanos tuvieron una idea religiosa de su vida. No podemos asegurar que están equivocados los drusos, los coptos, los taoistas, los budistas, los evangelistas, los musulmanes, los cristianos de diversas ramas, los animistas, los que practicaron cultos mistéricos, los que tuvieron creencias politeístas, los que se retiraron a los desiertos o al interior de las rocas, en encajados valles o enfrentados a los poderes eclesiásticos (véanse los cátaros, Wyclyff, Huss y los que les han seguido) y el ateo es el que etá en lo cierto. No podemos asegurar nada sobre el más allá, nada podemos decir, científicamente sobre la existencia de seres sobrenaturales, pero que la religión es un hecho cultural arraigado desde muy pronto en el hombre es algo incuestionable.
"Nosotros -dice Calvino- sin discusión alguna, afirmamos que los hombres tienen un cierto sentimiento de la divinidad en sí mismos; y esto, por un instinto natural". Luego, logicamente, porque el que habla es un cristiano convencido, señala que "el mismo Dios imprimió en todos un cierto conocimiento de su divinidad, cuyo recuerdo renueva, cual si lo destilara gota a gota... y puesto que desde el principio del mundo no ha habido región, ni ciudad ni familia, que haya podido pasar sin religión, en esto se ve que todo el género humano confiesa tácitamente que hay un sentimiento de Dios esculpido en el corazón de los hombres".

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