martes, 6 de diciembre de 2022

Combatir la viruela

 

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A pesar de que durante el siglo XVIII hubo un crecimiento demográfico de la periferia española en detrimento del interior, Alicante era, a mediados de dicha centuria, una pequeña ciudad en la que los artesanos eran el grupo más numeroso. Como ciudad portuaria empezó a haber muchos extranjeros, lo que fue en aumento durante las décadas siguientes, y era un centro distribuidor de salazones y productos manufacturados hacia el interior peninsular[i]. En este contexto nació, en 1753, el que sería médico y cirujano Francisco Javier Balmis, protagonista de una de las expediciones científicas y sanitarias más importantes de la España moderna.

Cervera, hoy al Este de la provincia de Lleida, fue el lugar de nacimiento de José Salvany (1778) que sería médico y cirujano militar[ii] hasta el momento de su prematura muerte a la edad de treinta y dos años en Cochabamba (Bolivia), en plena expedición sanitaria a la que hemos hecho referencia. Por su parte Isabel Zendal había nacido en una pequeña aldea del municipio hoy coruñés de Ordes, en 1773, muriendo en Puebla de los Ángeles, entonces Nueva España, a donde regresó después de haber participado en la misma expedición[iii].

El profesor José Luis Barona[iv] ha expuesto el carácter ilustrado de Balmis, partidario de modernizar la sanidad y la medicina, por lo que pudo convencer al rey Carlos IV y a sus colaboradores para luchar contra la viruela no solo en España sino en las provincias de ultramar, labor que se llevó a cabo ente 1803 y 1806, aunque de forma menos intensa se prolongaría unos años más. En el primer año citado se puso en marcha la Expedición Filantrópica de la Vacuna (preventiva del contagio de la viruela[v]). Salvany, Zendal y otros muchos colaboradores participaron en dicha Expedición.

Balmis había estado ya en Nueva España desde 1780 trabajando como médico y dedicándose al estudio de ciertas plantas que podían ser útiles para combatir enfermedades infecciosas, por ejemplo la begonia. Regresó a España en 1792 y sus experiencias se incorporaron en hospitales españoles y más tarde en otros territorios dependientes. De nuevo regresó a América en 1810 como consecuencia de la ocupación de España por el ejército bonapartista, y regresó en 1813 para ejercer, entre otros cargos, como Cirujano de Cámara del rey Fernando VII, muriendo en 1819.

Fue traductor de tratados que se habían publicado en otros países europeos para combatir las epidemias, y de hecho en Bogotá y Lima se produjeron, en 1802, fuertes brotes de viruela que el ministro Godoy pretendió combatir llevando a América vacas que habían padecido la viruela vacuna, sirviendo como reservorios para curar a los afectados. Pero lo que nos importa aquí es la Expedición de Balmis y sus colaboradores, entre los que tuvo al médico novohispano José Felipe Flores, que ya había combatido con éxito la enfermedad de la viruela en 1780 (Guatemala). La conjunción del personal español con Flores fue de lo más afortunada, porque contribuyó a evitar el rechazo a las vacunas en no pocos casos.

Antes de salir hacia América desde el puerto de A Coruña (1803), se había redactado un Reglamento y el derrotero de la vacuna por los territorios españoles de ultramar, se recurrió a veintiún niños hospicianos que se encontraban a cargo de la enfermera Zendal, se les inoculó la vacuna y se les embarcó en la Expedición como reservorios para poder emplear los antígenos a favor de los que habrían de vacunarse en América (no era posible que se conservase la vacuna si no era en el cuerpo de aquellos niños[vi]). La primera parada y vacunación fue Tenerife, para seguir luego hasta Puerto Rico y Puerto Cabello[vii], donde fueron vacunados los niños de las familias más acomodadas, pero se formó una Junta de Vacunación en Caracas.

Desde entonces la Expedición se dividió: una parte del personal acompañó a Balmis a las Antillas, particularmente La Habana, Yucatán y lo que hoy conocemos como México; la otra parte acompañó a Salvany en Bogotá, Perú, Buenos Aires y otros territorios, si bien en el virreinato del Perú se contó con la férrea oposición del virrey Gabriel de Avilés y del Fierro (1801-1806). De todas formas las inoculaciones se siguieron realizando, pues de la misma forma que el virrey desoía una decisión del rey de España, los expedicionarios pudieron esquivar la oposición de la autoridad virreinal, además teniendo en cuenta que no se realizaban en hospitales, sino en casas particulares.

La Expedición siguió luego a Filipinas (1805), Macao, China, la isla de Santa Elena (1806), para regresar a Lisboa y Madrid. El éxito sanitario fue desigual, pero la repercusión preventiva posterior fue evidente; la respuesta entre la población indígena y sus autoridades fue también desigual; mientras que en Nueva España la Iglesia y los militares colaboraron con las vacunaciones, en Perú las actitudes oscilaron entre la acogida, la reticencia o el rechazo. Obviamente, los objetivos propuestos eran inalcanzables, pues las limitaciones de la época eran muchas, pero se avanzó en la profilaxis y en la educación sobre higiene. Se atendió sobre todo a niños, y más en las ciudades y en la costa que en las zonas del interior y rurales, aunque no se renunció a ellas; poco se pudo hacer entre las poblaciones indígenas y marginales de la sociedad, lo que no debe extrañar porque igualmente ocurre en nuestros días, salvando las distancias.

La repercusión en las Academias Científicas de Europa y de la propia España fue grande, y hoy se puede comprobar, como han investigado algunos historiadores[viii], la predisposición a la curación por medio de la medicina, contra la resignación anterior en amplias capas de la población.  


[i] https://blogs.ua.es/historiaalicante18/

[ii] En la época la medicina y la cirugía estaba muy vinculada al ejército debido a los muchos compromisos bélicos en los que se veía envuelto.

[iii] La labor filantrópica de esta mujer es inmensa, no detallándola aquí por poderse consultar fácilmente.

[iv] Académico de la Historia y Catedrático de la Universidad de Valencia.

[v] Como sabemos, fue una enfermedad que se cobró muchas vidas en la época de la conquista y colonización de América.

[vi] Se recurrió a hospicianos para evitar las reticencias de los padres; los hospicianos no los tenían.

[vii] Hoy ciudad de Venezuela en la costa del Caribe.

[viii] Por ejemplo, Antonio Rumeu de Armas.

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