sábado, 17 de diciembre de 2022

Historiografía sobre Nueva España

 

La profesora Patricia Escandón ha dedicado parte de sus investigaciones a la historiografía de la Nueva España entre los siglos XVI y XVIII, explicando que la idea que heredó la Edad Media europea fue la expresada por Agustín de Hipona de que cuando todos los pueblos fuesen cristianos llegaría el fin de los tiempos. En el siglo XVI la idea de evangelización estaba tan arraigada en la península Ibérica, sobre todo por la lucha contra el Islam, que no se concebía llegar a un territorio y no evangelizar a sus habitantes, aunque otros intereses anduviesen por el medio como es propio de la naturaleza humana

América fue una ocasión insospechada, planteando problemas científicos, morales, políticos e ideológicos, y así surgieron los primeros evangelizadores con la intención de comprender a los indígenas y sus cosmovisiones. Es la obra de Motolinía([i]), Andrés de Olmos([ii]), Bernardino de Sahagún([iii]) o Diego Durán([iv]); se trataba de explorar las culturas nahuatl y combatir la idolatría, si bien entre los citados hay diferencias. Con mayor alcance, otros trataron de integrar la historia del Nuevo Mundo en la historia de la cristiandad, como Fray Juan de Torquemada([v]) y Barolomé de las Casas, este un verdadero azote contra los abusos cometidos sobre los indígenas; antiguo encomendero que luego escribió no pocas obras para influir en la legislación española de la época, muy avanzada (leyes de 1512, 1513 y 1542). Su idea de que los indios tenían derecho a sus tierras y a su libertad difícilmente pudo ser tenida en cuenta en territorios tan apartados, sin control por parte de la Corona y con una casta de conquistadores hechos a imagen de su tiempo.

                  Fray Jerónimo de Mendieta (ilustración de la obra de María Fernanda Guerra Gòmez)

El franciscaco Jerónimo de Mendieta([vi]) pretendió un plan de organización mediante poblados indígenas separados de los españoles, para evitar así los abusos, lo que la Corona no autorizó. El modelo de organización hispánico medieval se llevó a Indias: el individuo no contaba como tal, sino como integrado en una corporación, (la nobleza, el clero, los gremios, las parroquias…), lo que se consideraba designio divino. Los indios aprendieron a ubicarse en el estrato social correspondiente, aunque pudieron pertenecer a cofradías, organismos de beneficencia social y participar de los bienes propios del clero regular. Las castas y los negros ocuparon el lugar inferior de aquella sociedad. Pero sí se establecieron, sin separación territorial, la República de españoles y la República de indos, cada una de las cuales con sus instituciones, cargos, normas distintas. La Inquisición no afectó a los indios porque se les consideró ignorantes de la fe, por lo que no podían pecar contra ella.

Dicha estratificación –dice la profesora Escandón- tuvo una expresión visual en las procesiones y ceremonias públicas: cuando se iniciaba una de ellas en primer lugar iba la cofradía de negros, luego la de indígenas seguida de la de españoles, después los colegiales de universidades, el clero regular, el clero secular, los funcionarios civiles y grupos de comerciantes importantes, los altos funcionarios (por ejemplo los de la Real Audiencia), el cabildo catedral y el obispo, y en lugar destacado el virrey. Los indígenas fueron muy rápidamente educados en este modelo, aunque antes tuvo lugar la conquista. El primero que nos ha dejado una fuente muy importante que, sometida a crítica, nos permite disponer de muchos datos, fue Cortés con sus “Cartas de Relación”, cuatro de las que una se ha perdido, que es la primera muestra de narración de la conquista; obviamente presenta a Cortés como principal y con el máximo mérito, pues iban dirigidas al rey de España.

Andrés de Tapia([vii]), en 1533, escribió una “Apología de Cortés”, pero Bernardino Vázquez de Tapia([viii]) sí es útil como historiador, pues cotradice muchos de los datos y consideraciones de las “Cartas de Relación”. Por su parte el conquistador y al final de su vida fraile dominico, Francisco de Aguilar([ix]) ha contribuido a darnos una visión sobre los acontecimientos en el altiplano mexicano. Cortés escribió al rey solicitando monjes con el argumento de que en el nuevo continente no existían condiciones para mantener obispos, cabildos y curas parroquiales. Y así llegaron, en 1524, los primeros franciscacos, luego dominicos, agustinos y jesuitas, entre otros. Los franciscanos se organizaron en cinco provincias, los dominicos en cuatro, los agustinos en dos y los jesuitas en una sola, pero muy extensa, llegando hasta Sinaloa, Sonora y Nuevo México.

Pero nada nos han dicho los anteriormente citados de Yucatán, el norte y el oeste, cuyas conquistas y evangelización han sido muy prolongadas y complejas. Hay unos “Anales” que abarcan desde 1511 hasta 1560 que son el resultado de versiones orales recopiladas por un maya cristianizado, y Montejo nos ha dejado información sobre la rebelión indígena en 1566.

En cuanto al oeste conocemos la acción de Nuño de Guzmán forzando a los indígenas a una expedición hasta Sinaloa, y existe una “Crónica de la conquista de la Nueva Galicia” en la que se incluyen muchos documentos, entre los cuales cartas de Nuño de Guzmán dirigidas al rey de España. Cuando los conquistadores intentaron dominar el oeste del actual México se encontraron con una serie de pueblos que han sido denominados genéricamente chichimecas, algunos nómadas y otros en un proceso de parcial sedentarización, que llevó a lo que se conoce como guerra del Mixtón a mediados del s. XVI, teniendo que intervenir en la fase final el virrey Antonio de Mendoza y contando los españoles con la ayuda de indígenas ya asmilados: tlaxcaltecas, acolhuas, mexicas, purépechas y otros.

En cuanto al norte, el descubrimiento de las minas de Zacatecas fue el aliciente para conquistarlo (años cuarenta del siglo XVI), y de Nuevo los pueblos chichimecas ofrecieron una prolongada resistencia en una larga guerra que se prolongó hasta principios del siglo XVII, teniendo que intervenir el virrey Luis de Velasco. Con anterioridad algunos agustinos plantearon una solución política al conflicto (1575-1580) y la relativa paz llegó con el ofrecimiento de alimentos a los chichimecas, aunque algunos grupos siguieron insumisos al dominio español. En todo caso pudo tener lugar la “colonización espiritual” a partir de ese momento.

Desde 1583 hasta 1790 –dice la profesora Escandón- se produjeron más de treinta crónicas provinciales de los religiosos regulares, los cuales nombraban cronistas para tal fin en ocasiones. Abordaron muchas materias: descripción del territorio, la historia de las gentes a cristianizar, relatos sobre la conquista y llegada de monjes, fundaciones de conventos, avances territoriales, historias de devociones en los pueblos, fundación de asentamientos y llegada de familias, pleitos entre religiosos y obispos y de estos con los virreyes. En estas crónicas se pretendió hacer ver el ejemplo de los monjes antiguos para los nuevos que llegaban, y también se pretendió hacer saber al rey sobre los méritos y servicios de las órdenes religiosas. Pero llegó el momento en que se produjeron enfrentamientos entre religiosos peninsulares y criollos.

En el siglo XVIII el noble italiano Lorenzo Boturini logró viajar a Nueva España con la protección del virrey, coleccionó codices y se dedicó al estudio de México y a la formación de un museo histórico indiano, hasta que un nuevo virrey le decomisó todos los materiales, le encarceló y envió a España, donde a mediados de la centuria publica su “Idea de una nueva historia general de la América Septentrional”, defendiendo que la mesoamericana es una cultura más del mundo. En Madrid se relacionó con Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, el cual se empeñó en una obra de gran interés continuación de la de Boturini.

Los jesuitas presentaron novedades: dedicados a la enseñanza, renovaron los programas de estudios incluyendo ciencias experimentales, la crítica y la razón de acuerdo con el espíritu ilustrado. La ciencia europea fue conocida por algunos de ellos y la tuvieron en cuenta sin abandonar un ápice su acendrado catolicismo. Surgieron también las historias jesuitas como la de Francisco J. Alegre, el cual había recibido la orden para escribir la historia de la Compañía de Jesús. Cuando esta fue expulsada de los territorios bajo dominación española se le decomisaron los escritos que llevaba avanzados, pero pudo reconstruir su historia en Italia, dejando de lado lo sobrenatural y haciendo la crítica de las fuentes que pudo consultar. F. J. Clavijero, jesuita también, desarrolló su labor en Italia leyendo la obra de los ilustrados, que por aquel momento consideraban la naturaleza americana inferior a las demás. Clavijero se opuso radicalmente a esta vision y escribió su “Historia Antigua de México” en los años ochenta del siglo de las luces.


[i] Toribio de Benavente (el nombre de Motolinía parece ser que fue adoptado por él para ser conocido por los indios) nació en Benavente en 1482 y murió en México en 1569. Franciscano, ha dejado una obra histórica sobre las idolatrías de los indígenas, sus costumbres y lo que él llamo la guerra de los indios de la Nueva España.

[ii] Nació en 1485 en lo que hoy es la provincia de Burgos, y murió en Tampico (México) en 1571. Franciscano, nos ha dejado información sobre las “hechicerías” de los indígenas, las antigüedades mexicas, su lengua y otras obras relacionadas con la misma.

[iii] Bernardino de Ribeira nació en Sahagún en 1499 y murió en México en 1590. Franciscano, ha dejado una obra sobre sermonarios en lengua mexica, cantares en la misma lengua, y la “Historia General de las cosas de la Nueva España” que se ha conservado en varios códices, entre ellos el llamado florentino.

[iv] Natural de Sevilla (1537), falleció en México en 1588. Fue un fraile dominico que nos ha dejado una “Historia de las Indias de Nueva-España…” y algunos datos sobre ritos y fiestas de los antiguos mexicas.

[v] Natural de Torquemada, actual provincia de Palencia, nació en 1563, aunque este año es dudoso, y murió en Tlatelolco en 1624. Fue un franciscano que nos ha dejado información sobre la lengua náhuatl y la cosmovisión de los indios.

[vi] Natural de Álava (1525), falleció en México en 1604, nos ha dejado una “Historia eclesiástica indiana” y una descripción de su provincia eclesiástica. 

[vii] Nació en Medellín, actual provincia de Badajoz, en 1497, y falleció en México en 1561. Como tal apología su valor histórico es casi nulo.

[viii] Nació en Torralba de Oropesa (Toledo) en la década de 1490 y murió en México en 1559. En “La conquista de Tenochtilan” (1542) se aportan datos y consideraciones que completan, si no contradicen, las de Cortés.

[ix] Natural de Villalba de los Barros (Badajoz), nació en 1479, y murió en México en 1576. Escribió una “Relación Breve de la conquista de Nueva España”.

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