lunes, 5 de diciembre de 2022

Ratas, un manjar

 


Se ha dicho, y con razón, que la ruta portuguesa hacia las islas Molucas contó con la ventaja de los vientos monzones, que soplan en una dirección durante el verano y en la contraria durante el invierno, por lo que no tuvieron más que acompasar los viajes de ida y vuelta al ritmo monzónico. Pero también es cierto que los marinos portugueses tuvieron la sagacidad y destreza de vencer los miedos a navegar al sur del Ecuador, pues había una serie de leyendas sobre los peligros que ello entrañaba, más allá de que esas latitudes eran menos conocidas que las del hemisferio norte.

Eratóstenes, en el siglo II a. C., hizo un cálculo sobre la circunferencia máxima de la Tierra (el Ecuador) en unos 40.000 km., pero Posidonio, un siglo más tarde, rebajó dicha longitud a unos 29.000 km., y así se llegó al siglo XV, llevando a Colón al error de que era más fácil llegar a Asia por el Atlántico de lo que la realidad revelaría.

En cosmografía los marinos portugueses llevaban ventaja sobre los castellanos y cualesquiera otros, probablemente por los avances que desde la escuela de Henrique el Navegante se habían producido. También parece que contaron con la primera carabela, aunque de ser así enseguida se fabricó en Castilla, y conocían, con alguna diferencia sobre los castellanos, algunos artilugios técnicos. En todo caso, cuando Colón da comienzo a su primer viaje ya usaba el catavientos, imprescindible para predecir si terminaría el tiempo de una “mar chicha”[i]; el arte de marear las velas, el cuadrante[ii], la ballestilla[iii], el cabrestante[iv] y el astrolabio[v]. Si bien es cierto que la carabela fue una nave más sofisticada y capaz, fue necesaria la utilización de naos para las grandes cargas.

Para garantizar la alimentación durante grandes travesías marítimas se recurría a las salazones, los ahumados, los frutos secos, la desecación de otros, el adobo y, sobre todo, vino fuerte que, en caso de necesidad, se mezclaba con agua; esto siempre que no escasease esta a bordo, para lo que las naves tenían que fondear en determinados lugares (si era posible) para hacer aguadas (proveerse). El agua obtenida no siempre era limpia y clara; en ocasiones estaba mezclada con insectos e incluso putrefacta, razón de no pocas enfermedades. También se llevaban animales vivos, particularmente cerdos, pero no solo, lo que representaba una convivencia no extraña para la época, pero sí en espacios reducidos como las naves.

Juan Escalante de Mendoza[vi], nacido a mediados del siglo XVI, escribió una obra titulada “Itinerario de navegación…” en la que informa sobre muchos aspectos de su oficio (piratería, salud de la tripulación, uso de la brújula, vientos dominantes en cada zona, etc.) y también de las enormes pérdidas en vidas humanas que se produjeron en altamar e incluso en el curso bajo del Guadalquivir cuando las naves surcaban sus aguas para preparar una expedición marina. También nos habla en su obra de las “sabandijas de abordo”, que no eran otras que las cucarachas[vii], insectos, ratas, piojos (del cuerpo y de los vestidos). Los marinos del norte llamaban a esos piojos “Juan de Garona”, pues en los frecuentes viajes a Burdeos sufrían la presencia de los mismos. En cuanto a las ratas, había un verdadero interés en capturarlas, pues en ocasiones no había otra cosa que llevarse a la boca, y se vendían entre los marineros al mejor postor. Eugenio de Salazar[viii] fue un escritor e historiador que nos ha dejado una obra, “Los que surcan en mar hablan de sus peligros”[ix], en la que también es posible espigar datos sobre la vida en alta mar en el siglo XVI.

Es posible que la competencia entre Portugal y España en las exploraciones marítimas fuera posible por la paz alcanzada entre los dos estados en Alcaçobas y Toledo entre 1479 y 1480, pero ello no evitó los peligros que se corrieron en una carrera que puede parecernos alocada en no pocos casos. Hay un cálculo según el cual los portugueses habrían sufrido, en la época moderna, 681 naufragios, por lo que existen otros tantos pecios pendientes de la investigación correspondiente, que no solo tiene interés histórico, sino por los metales que pueden encontrarse. Debe tenerse en cuenta que los portugueses “rescataron” muy pronto el oro guineano, pagado con caballos, para comprar esclavos y luego venderlos en los mercados al efecto.

En cuanto a los castellanos, siendo Pedrarias gobernador del Darién, recibió unos dos mil colaboradores, entre soldados, monjes, esclavos, etc. para descubrir las riquezas que supuestamente había en el mar del Sur[x], recientemente descubierto por Núñez de Balboa. Fue una expedición verdaderamente extraordinaria, y no solo por la cantidad de barcos que se pusieron a la faena, sino por la importancia de algunos personajes, estando entre la tripulación conocidos cronistas, clérigos, etc. Desembarcaron en Santa María la Antigua en 1514 (el poblado había sido fundado recientemente y no contaba con medios para tanta gente) y allí se produjo el encuentro entre Pedrarias y Balboa, en la que aquel pidió explicaciones al descubridor de todo lo menester: caciques aliados, lugares donde había encontrado oro, etc. El carácter y ruindad de Pedrarias dividió a la población, haciendo fracasar todo intento de sacar algo útil[xi].

En 1529 se firmó otro acuerdo en Zaragoza entre Portugal y España para determinar las áreas de influencia en el Pacífico occidental, quedando las Molucas y las Filipinas en la parte portuguesa, pero años más tarde no se respetó por parte de España[xii] en relación a Filipinas, como por parte de Portugal la posesión de la amazonia brasileña.


[i] Mucho tiempo sin avanzar las naves era sinónimo de agotamiento de los alimentos y el agua, entre otros males.

[ii] Servía para medir ángulos entre astros y conocer estos era útil a la navegación.

[iii] Para medir la altura del sol y otros astros sobre el horizonte. Se trataba, mediante dos varas cruzadas entre sí, de poner el relación el horizonte con el astro en cuestión.

[iv] Objeto que permite levantar o arrastrar grandes cargas en un barco.

[v] Permite conocer la posición y altura de las estrellas en el cielo.

[vi] Marino que llegó a ser Gobernador de Honduras. Murió en 1596.

[vii] Las de Indias eran volátiles.

[viii] Nacido en Madrid en 1530, murió en Valladolid en 1602.

[ix] “Qui navigant mare enarrant pericula eius”.

[x] Parece que la “noticia” fue dada por el hijo de un cacique, y lo cierto es que los indios estaban continuamente informando de fantasías a los españoles, sabedores aquellos de lo que buscaban estos.

[xi] En 1519 Pedrarias mandaría matar a Núñez de Balboa y a otros compañeros suyos. Véase aquí mismo “El mar del Sur”.

[xii] También Elcano y sus compañeros, supervivientes del viaje con Magallanes, viajaron de vuelta a España por mares “reservados” a los portugueses. Ver aquí mismo “Muertos más que vivos”.

La ilustración: Domicio Ulpiano, jurista romano de los siglos II-III.

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