domingo, 11 de diciembre de 2022

Sal a cambio de oro

 

                                  Rio Chicamocha en Colombia (fotografía de "El Nuevo Siglo")

Los conquistadores recorrieron valles, montañas y páramos, sufrieron el azote de los mosquitos y la persistencia de la lluvia, el desbordamiento de los ríos y las penalidades de la enfermedad. Muchos murieron en el empeño mientras esperaban un premio o tras haber mortificado a otros. En ocasiones varias huestes concurrían, por azar, en un mismo punto, surgía la desconfianza entre sus componentes, los indios seguían informando que más allá había un país rico en oro, o tras las montañas; salieron al paso de los conquistadores muchos pueblos indígenas causando el asombro recíproco que cabe suponer, se cometieron crueldades, los caciques huyeron y fueron perseguidos, otros murieron sin saberse cuándo ni dónde.

Los botines se repartieron de forma desigual y se reservó el quinto real para la Corona; más exploraciones hasta descubrir las minas de sal que unos pueblos trocaban por el oro de otros. Esmeraldas en algunas comarcas, recorridos penosos y fracasos, bohíos y frío en los altiplanos, ríos caudalosos en la época de las lluvias, descubrieron un templo al sol, hicieron batallas y repartieron encomiendas.

Quizá sea Jiménez de Quesada, el conquistador de buena parte de lo que hoy conocemos como Colombia, el que más creyó y más empeño puso en la búsqueda de El Dorado, al punto de que le acompañó hasta el momento de su muerte en 1579. Nacido en Córdoba a principios del siglo XVI, estudió leyes, y no siendo militar se empapó de la mentalidad de la época entre los de su clase para embarcarse en la aventura americana, unido todo ello a una ambición desmedida. Ello le llevó al colombiano río Magdalena, verdadera columna vertebral del país, pues discurre de sur a norte por entre los dos paredones montañosos de los Andes hasta desembocar cerca de Barranquilla, en el océano Atlántico.

Descubrir la región donde nacía el Magdalena fue idea de Pedro Fernández de Lugo, superior de Jiménez de Quesada, en la búsqueda de riquezas, sobre todo oro. Apretados en tres naves, unas mil personas a las órdenes de su hijo Alonso se embarcaron hacia América en 1535; entre ellos estaba Jiménez de Quesada, que enseguida “conoció” por los indios la existencia de un país rico al sur (en no pocas ocasiones los indígenas informaban a los conquistadores sobre tesoros sin fundamento alguno). En el norte de Colombia vivían los chimilas, a quienes Quesada conoció en Sompallón, y aquí ordenó que se explorasen los alrededores, llegando unos hasta el río Opón, que va paralelo al Magdalena hasta desaguar en él, encontrando allí un pueblo que obtenía sal de unas minas y la compactaba para trocarla en lotes por oro.

Estaba cerca del territorio chibcha, concepto lingüístico que agrupaba a varios pueblos del centro-norte de Colombia, quizá el más desarrollado de todos el muisca[i], pero estos no tenían oro sino sal de las minas de Zipaquirá[ii], al norte de la actual Bogotá. Luego se dirigió la hueste de Quesada a Gachetá[iii], donde encontró esmeraldas, botín desde entonces, siguiendo por Lenguazaque, Cucunubá y Suesca[iv], localidad esta donde más tarde se encerrarí para escribir, pues fue prolífico en ello aunque no se conservan algunas de sus obras y otras quedaron inconclusas[v]. Pero siguiendo con la ruta, acercándose a lo que ahora es Botogá llegaron a Chía y luego a Suba, un poblado contiguo. Allí tuvieron que enfrentarse a los súbditos de un cacique que ha pasado con el título de Zipa, al frente de los muiscas, siendo estos derrotados, y Quesada ocupó su lugar como autoridad. Luego dirigió sus pasos hacia el norte y en el valle de Iraca quiso hacer de pacificador, pues aquí mandaba otro cacique con el título de Zaque, pasó por Chocontá[vi] y en Turmequé estableció su campamento, algo más al norte y a casi 2.400 m. de altitud sobre el nivel del mar.

En 1537 conquistó el territorio y siguió hacia Tunja, donde su hueste hizo un saqueo en oro y esmeraldas digno de mejor causa. En Somagoso descubrió un templo que los indígenas dedicaban al sol, pero no debemos imaginar algo parecido a lo que se encuentra en territorio maya, sino un templo de planta circular, relativamente pequeño, cubierto con ramajes formando un cono y columnas de madera exteriores alrededor. Siguió venciendo a otros caciques y se quedó con el oro y las esmeraldas que estos tenían, regresando entonces a Bogotá, donde al año siguiente (1538) fundaría una ciudad con el nombre de Santafé.

De nuevo hacia el norte y pasada Tunja, llegó a un poblado de nombre Duitama, en cuyas proximidades se dio una importante batalla (Paipa), huyendo su cacique. El poblado estaba en las proximidades del río Chicamocha, que discurre encajado entre montañas y desemboca en el Somagoso; allí sufrió Quesada una serie de trampas tendidas por los muiscas, y según algunos el conquistador recibió una pedrada que estuvo a punto de acabar con su vida[vii], pero lo cierto es que tal debió ser la victoria a ojos de Quesada que decidió darle al territorio el nombre de Nuevo Reino de Granada, el mismo donde él había vivido de niño en España.

Poco después Quesada supo que por la región merodeaban otros: pronto descartó el peligro de unos, pues confirmó que se trataba de peruleros (dedicados al comercio de esclavos), pero en buscando que lo mismo que el cordobés estaban dos “extranjeros”: Nicolás Federmann y Jorge Spira[viii]. Quesada regresó a España con muchos problemas, tanto de tipo judicial como económicos, hasta el punto de que tuvo que vivir varios años en Portugal y Francia, gozó de no pocos favores por parte de las autoridades, incluyendo la reina Isabel de Valois, pero volvió al Nuevo Reino de Granada en 1550, emprendiendo otras conquistas, pendencias, contrayendo deudas (incluso con la Corona) y tanto en España como en América escribió obras que hoy constituyen fuentes de interés sometidas a la debida crítica[ix].


[i] Ver aquí mismo “Muiscas y taironas en el siglo XVI”.

[ii] A más de 2.600 m. de altitud sobre el nivel del mar, con clima frío y húmedo, era sin embargo propicio para una agricultura adaptada a esas condiciones. Como la zona era montañosa los indígenas construyeron terrazas para el cultivo.

[iii] Al Este de Bogotá y en uno de los valles de la cordillera andina.

[iv] Próximas entre sí, en el camino de Tunja a Bogotá. Suesca está a casi 2.600 m. de altitud sobre el nivel del mar.

[v] “Antijovio” es una obra suya escrita contra la de Paulo Jovio (o Giovio), obispo, humanista, médico e historiador que gozaba de gran fama en Italia y otros países europeos el siglo XVI. Quesada reivindica la acción militar española en Italia, incluido el saco de Roma de 1527.

[vi] A medio camino entre las actuales Tunja y Bogotá. En realidad la expedición de Quesada, en 1537, merodeó por el mismo territorio porque encontró pueblos a los que someter.

[vii] No está suficientemente contrastado. Es curioso que en 1819, en el mismo valle, los ejércitos al mando de Simón Bolívar vencieron a los realistas españoles y criollos, dando ocasión a la importante victoria de Boyacá, aunque la vitoria en el campo de batalla la dirigió Francisco de Paula Santander.

[viii] Federmann era de la misma generación que Quesada, pero moriría pronto (en 1542), escribió crónicas sobre la conquista de Venezuela y Colombia y era de nacionalidad alemana, igual que Spira, que participó en conquistas en las actuales Venezuela y Colombia, muriendo en Coro (noroeste de Venezuela) en 1540.

[ix] “Epítome de las conquistas del Nuevo Reino de Granada”. Debió empezarla solo regresar a España en 1550.

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