viernes, 12 de julio de 2019

Goya atormentado

No es seguro si Goya pintó esta obra entre 1793 y 1794 o entre 1810 y 1814, pero está relacionada en cuanto a su estilo con una serie de pinturas con escenas de guerra. “Los presos, no solo los prisioneros de guerra, se encuentran entre las víctimas de la injusticia y la crueldad que figuran en muchos de los dibujos y grabados de Goya”. Junto a escenas como esta hay otras donde un hombre es asaltado o diversas personas están siendo objeto de tortura y castigo. “Esta escena de la prisión, ejecutada con un mínimo de color, es notable por la atmósfera de tristeza y el efecto de sufrimiento anónimo creado por las figuras indistintamente pintadas… La comparación con “El patio de un manicomio”, obra también de Goya, ha llevado a fechar la primera en torno a 1793-1794.

“Escena en una prisión” es un grabado en zinc al óleo de 43 por 32 cm. y se encuentra en el Museo Bowes, en la ciudad inglesa de Barnard Castle[i]. Aquí Goya muestra un ejemplo de la amplia pintura que nos dejó donde se refleja su vida atormentada, tanto por los sucesos en su familia que le hicieron sufrir, como por la sordera que le hizo cada vez más desconfiado. Según Nigel Glendinning[ii], en la correspondencia con su amigo Martín Zapater trasciende la angustiosa conciencia del paso de los años. De los siete hijos que consta le nacieron vivos a Goya y Josefa Bayeu, solo uno sobrevivía. En 1792 se encontró mal y empeoró en pocos días; tras dos meses de “dolores cólicos”, pidió licencia al rey para ir a Andalucía a reponerse. El viaje desencadenó un segundo ataque, al parecer apoplético. En 1781 había fallecido su padre y la sordera no tardaría en atormentar al artista. Contribuyó al estado de ánimo decaído de Goya, en algunas etapas de su vida, la memoria de los hijos y familiares desaparecidos. En los retratados brota la sensibilidad de Goya al registrar no solo la realidad exterior sino la intimidad, adelantando diversas hipótesis sobre el estado climatérico de la vida del pintor.

En este sentido parece lógica la hipótesis de que “Escena en una prisión” puede corresponder a la última década del siglo XVIII, pero también de esta son varios retratos (el de Sebastián Martínez, la marquesa de Solana, la marquesa de Santa Cruz, doña Tadea Arias y la duquesa de Alba, por poner algunos ejemplos); más relación con la “Escena en una prisión” tiene “Fuego por la noche”, pero los frescos de San Antonio de la Florida son también de esta época y nada tienen que ver con esa temática (claro que se pintaron para decorar la cúpula de la ermita).

Durante la guerra contra los franceses pintó retratos como el de Juan Antonio Lorente, el del duque de Wellington o el de su hijo Mariano, pero también bodegones, escenas de la guerra y su autorretrato de 1815. Por lo tanto vemos que las escenas que podrían inspirarle sus momentos depresivos, pesimistas, de angustia, se pueden encontrar en diversas etapas de su vida, para terminar con las pinturas de la Quinta del Sordo, al óleo en las paredes de dos habitaciones, que luego se pasaron a lienzo en 1873. Goya debió de pintar estas escenas (terribles y misteriosas en algunos casos) entre 1820 y 1823, este el año de su muerte.

En la “Escena en una prisión” la única luz viene del exterior, detrás de un túnel, con los personajes solo abocetados, negruzcos, delgados, abatidos, uno de ellos recostado sobre su espalda, teniendo las piernas en un nivel superior al del cuerpo, posiblemente una postura de absoluta desesperación o decaimiento.




[i] Al norte de Inglaterra. John Bowes, nacido en 1811, fue un coleccionista que fundó el museo de su nombre.
[ii] “Goya, la década de los Caprichos”, Madrid, 1992.

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