sábado, 13 de julio de 2019

Pájaro en medio del bosque...


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El bandolero Pascuale Tanteddu había nacido en Orgosolo[i] (1926), echándose al monte –dice Hobsbawm– en 1949, y fue sentenciado en rebeldía pocos años después en Cagliari. Se le acusó de las matanzas de Villagrande y “Sa Verula”, de la muerte de seis carabinieri, de nueve tentativas contra miembros de esta fuerza, de dos robos, de la creación de cuadrillas para delinquir, etc. Fue absuelto, también en rebeldía, del asesinato de dos informadores de la policía. En 1954 se puso su captura a precio de cinco millones de liras.

Pascuale escribió entonces una carta a un doctor de nombre Cagnetta, que ha llevado a cabo un profundo estudio sociológico en el pueblo de Orgosolo, diciendo de aquel que es “un bandido muy popular en el pueblo, porque se dice comúnmente que, frente a lo que por ejemplo hizo Salvatore Giuliano, nunca cometió delitos contra los pobres ni dejó nunca que los señores le pusiesen a su servicio”. Mario Scelba, mencionado en la carta, fue ministro del Interior en Italia, y luego presidente del Consejo de Ministros. La carta a Cagnetta dice lo siguiente[ii]:

Habiéndome enterado de que fue usted a Orgosolo con la intención de denunciar a la opinión pública por medio de la prensa nuestra situación trágica, y ya que no le era posible a usted hablar conmigo personalmente, porque debo evitar los espías y otros liones por el estilo, me hago escribir esta carta por otros, porque ni siquiera sé firmar mi nombre y le dirijo esta carta para hacer la luz sobre todas esas mentiras que se escriben y repiten en los periódicos… y las mentiras que circulan en las bocas de tantos holgazanes que tratan de valerse de mi desdichada situación de bandolero sin instrucción. Ante todo quiero que dé usted una bella forma literaria y exacta a los datos que ahora voy a destacar.

Quiero empezar por mi primera persecución… fui acusado por haberme peleado. Tenía 16 años y era un gañán. Cuando estábamos en el establo, uno de mis compañeros sin ton ni son abusó de su fuerza y me arrastró por las piernas hasta la mitad del cuarto: me encontré con un puñal en la mano y quise asustarle para que me soltara, y cuando hice un gesto con la mano cambió de posición en ese momento y la punta del cuchillo entró en la columna vertebral. Me detuvieron y el tribunal de menores de Cagliari me absolvió después de seis meses de cárcel. En 1945 se me acusó de haber robado caballos, y el que me denunció dio mi nombre y el de otro compañero obligado a ello por los carabinieri que le torturaron.

En 1947, mientras asistía a una sesión del Tribunal de Nuoro[iii], fui de pronto empujado por un carabiniere que dijo que estaba provocando desórdenes. Traté de justificarme, diciendo que no había hecho nada, pero cuando vio que contestaba, se abalanzó sobre mí. Cuando le rechacé, cayó por encima de la barandilla. Un grupo de policías me agarró entonces por el pellejo y me llevaron a las celdas. Se me acusó del delito de desacato y violencia y tras cuatro meses de cárcel me condenaron a catorce meses.

Cumplida mi pena, trabajé en mi casa con un rebaño de ovejas que no me pertenecía y me ocupé de una huerta que, junto con mi hermano Pietro, teníamos arrendada. Pietro había sido guerrillero y había comprendido la verdadera situación de la explotación y opresión de los ricos contra nosotros que somos pobres. Y el hecho de que era un hombre de esta clase hacía que propietarios y espías se enloqueciesen como bestias contra él. Y en 1947 solamente por eso, nos buscaban a mi hermano y a mí, para mandarnos al Confino.

Sigue diciendo Pascuale que trataron de escapar, pues se consideraban inocentes, “…pero cuando se convierte uno en pájaro en medio del bosque, los marescialli, apoyados por los ricos, tratan de acusarle a uno de todo lo que pasa por ahí”. Cuenta luego que el maresciallo Loddo tuvo durante dos o tres años plenos poderes en Orgosolo “para hacer de santo inquisidor, mandando al Confino a todos los que querían librarse de su yugo…”. Habla luego de las maquinaciones criminales de los marescialli Loddo, Ricciu y Serra, “los principales inquisidores de la región de Nuoro”.

Su hermano Pietro y él fueron acusados de una serie de homicidios, y por más que todos los demás cargos hechos contra Pascuale por Loddo, “que ascienden a diez” –dice el autor de la carta- fueron desechados por los tribunales, no así el último, a causa de Mereu Sebastiano, “un digno servidor de esos marescialli sedientos de injusticia y de desorden”. Sigue diciendo Pascuale que iba a ser condenado a trabajos forzados, así como sobre la suerte que corrió su hermano Pietro, que había sido víctima de espías.

No me cabe en la cabeza que los jueces puedan haber querido creer a semejante individuo, [se refiere a Mario Scelba] y espero que se me hará justicia en apelación. Esto vale tanto por lo que toca a “Sa Verula” como a Villagrande, porque soy inocente y no quiero pagar por cosas que la infamia ha puesto sobre mis hombros.

Continúa quejándose Pascuale de la forma de actuar de los carabinieri y de la policía, para continuar: ¿O acaso es que creen que me voy a convertir en oveja a fuerza de ver tanta injusticia, dejando de ser el criminal que no soy? Y termina su carta diciendo que si realmente fuese un criminal, “viendo lo que me han hecho”, tendría que matar por lo menos diez policías cada día, involucrando también a los curas entre los represores. Si no fuese su destino morir, –dice- nunca le cogerían… Odio la vida de bandolero, –termina- pero cien veces prefiero morir que ir a las galeras… Mi solo deseo consiste en ver suprimidos el Confino, las primas de captura de la policía, el paro y la explotación de los trabajadores y en ver a nuestro martirizado país vivir una vida de paz serena y de progreso civil. Sigue la firma: Pascuale Tanteddu.

Es evidente que nuestro personaje era un bandolero que vivió, al menos parte de su vida, fuera de la ley, seguramente también es cierto que fue tratado arbitrariamente y con brutalidad por las fuerzas del orden; sabiendo que el texto, aunque inspirado por él, no se debe a su pluma, pues no sabe leer ni escribir, es obra de alguien que está a su servicio, le quiere ayudar en la medida en que sus actos y los de los demás lo permitan, y también se pone de manifiesto que el que escribe es persona culta que, sin embargo, ha puesto sin más la versión del bandolero. Es muy probable que las apelaciones a la justicia social, sean de la cosecha del que escribe y no de Pascuale.



[i] Localidad del centro de Cerdeña. En la época en que Pascuale actuó contaba entre 3.000 y 4.500 habitantes.
[ii] He corregido lo que podría no entenderse y eliminado lo que carece de interés, pero el documento lo recoge Eric J. Hobsbawm en “Rebeldes primitivos”.
[iii] También en Cerdeña, muy cerca de Orgosolo.
(1) https://www.tripadvisor.es/Attraction_Review-g1065336-d10509157-Reviews-Murals_of_Orgosolo-Orgosolo_Province_of_Nuoro_Sardinia.html Orgosolo está decorado con murales, uno de los cuales, el que figura aquí. 

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