martes, 12 de enero de 2021

Caminos y posadas

 

                                                         Posada en Calasparra (Murcia) *

Los testimonios que tenemos del estado de los caminos, posadas, carruajes y demás elementos para viajar por España son muy malos, pero lo cierto es que también en otros países lo eran, salvo en las regiones más prósperas de Europa occidental. Como España ha sido objeto de viajes por parte de ilustrados, románticos, aventureros, aristócratas y otros, algunos nos han dejado sus impresiones, que en relación a los siglos XVIII y XIX son negativas en lo que toca a los elementos citados.

El pésimo estado de los caminos, la lentitud de los carruajes, la sordidez de los albergues, las averías de los carricoches, el bandidaje, son algunos de los datos que suministra Rafael Olaechea en su obra[i]. Fernán Núñez, embajador de España en París, escribe a Floridablanca diciéndole que como los caminos de Vizcaya “no se empedraron con cabezas de vizcaínos, cedieron a los balanzos” de los coches y carros, y “están convertidos en escaleras formales”. También Moratín habla de un camino que “al principio, era malo, luego peor y después impracticable”, pero lo cierto es que esta apreciación se encuentra en su obra “Viaje a Italia”, por lo que ya vemos que no era España la única en descuidar sus comunicaciones.

Christian Andersen, en su primer viaje a España (1862) habla de “las desoladoras” descripciones que le habían hecho sobre las comunicaciones en España, y añade que “a los protestantes se nos perseguía como herejes”. Carlos Beramendi[ii], en su viaje por el antiguo Reino de Valencia, en 1784, habla de la villa de Oropesa (en la costa castellonense): rodeada de terrenos pantanosos, sierras pobladas solo de arbustos, malísimos caminos, a un lado el mar y el terreno propio para malhechores, que provocan robos y muertes. En el primer tercio del siglo XIX, Canga Argüelles[iii] dice que es muy arriesgado andar por los caminos de Asturias, que en dirección a Santander se atraviesan treinta y un ríos, de los cuales se pasan diez por puentes, cinco en barcos y dieciséis por vados. Y de Cataluña dice tener malos caminos excepto el que conduce a Valencia.

El abate Cavanilles[iv] incluso llegó a planear un viaje en globo (que ya había experimentado) para llegar a las islas Canarias, ya que estas experiencias, aunque no de tanto alcance, se sucedían en su época con frecuencia.

Durante el siglo XVIII, y como en otros países, hubo un interés minoritario por los viajes, en España y por otros países. El viajero ilustrado estuvo impulsado por los reyes, en España durante la segunda mitad de la centuria citada, para conocer mejor la realidad del país e intentar cambiarla. En otras ocasiones se trató de alejar de la corte a alguien que resultaba molesto, como es el caso de Jovellanos en 1790, a quien Floridablanca envió a un viaje por Asturias, y un año más tarde a Cavanilles para que recorriese España.

Los ilustrados intentan la reforma del país e investigan en archivos, visitan monumentos, realizan inventarios del patrimonio artístico, describen paisajes, copian inscripciones, reúnen documentos, contabilizan las cosechas, estudian el comercio y la industria, conocen aldeas y ciudades… Cuando acaba el siglo Canga Argüelles dice que España contaba con 7.840 posadas. El viajero no es ajeno a la belleza, como cuando Cavanilles ascendió al monte Maigmó, en la actual provincia de Alicante, diciendo que subió a su cumbre y observó plantas que solamente conocía en Peñagolosa, Mariola[v] y otros sitios semejantes.

También recorrieron España viajeros extranjeros, aunque en general España fue desconocida para los ilustrados de otros países, que tenían prejuicios y la consideraban un país “africanísimo” en alguna ocasión, habiéndose dado el caso de quien no se movió de su casa para escribir un libro sobre España copiando de otro (el abate Delaporte). Otro fue Swinburne, de quien dijo Azara que “es tan perspicaz su penetración, que a los dos o tres días de haber entrado en España, ya había descubierto que todos los caminos eran malos”, y también le criticó Antonio Ponz.

Pero otros viajeros alaban el territorio y las personas, como Giuseppe Gorani en sus “Memorias” de 1793 (el viaje lo había hecho treinta años antes). Este autor también constata los aspectos negativos, como el sentimiento religioso de los españoles, “desviado y exagerado”, debido a la superstición y a la Inquisición. El veneciano Giacomo Casanova escribió también sus “Memorias” en las que nos da cuenta de sus aventuras amorosas, pero también habla del rey Carlos III como supersticioso.

A finales de 1771 llegó Vittorio Alfieri, dedicándole a España una “Sátira” donde muestra el poco aprecio que le merece, excepto en Valencia: “ninguna otra tierra me ha dejado un deseo semejante de permanecer en ella…”. Giovanni Battista Malaspina (no confundir con el marino) narró el viaje que hizo, entre 1785 y 1786, por Italia, Francia y España, admirando lo que ve, si bien hay que considerar las condiciones en las que tal viaje se produjo: desde Barcelona, dos carrozas y un carro que le seguía con todo tipo de utensilios para su comodidad, dieciséis mulas y un buen número de muleros. En general habla de España y de Madrid como país y ciudad ordenados y serenos…

El británico reverendo Towsend dijo que para viajar por España “hace falta tener una buena constitución física”, mientras que Ian Robertson, en su prólogo a la obra de aquel[vi], dice que es uno de los viajeros mejor informados. Ya en el siglo XIX Richard Ford escribió un “Manual para viajeros por España” en el que hace alusión a Towsend, que se había despedido de España “alabando la cortesía, generosidad y bondad de los españoles”.


[i] “Viajeros Españoles del siglo XVIII en los Balnearios del Alto Pirineo Francés”.

[ii] Emilio Soler Pascual ha publicado su tesis doctoral titulada “Viajes y acción política del Intendente Beramendi”. En esta obra se basa el presente resumen.

[iii] “Diccionario de Hacienda”.

[iv] Nacido en Valencia en 1745, murió en Madrid en 1804. Botánico y naturalista.

[v] Peñagolosa en la provincia de Castellón y Mariola entre las de Valencia y Alicante.

[vi] “Viaje por España en la época de Carlos III…”.

* Fotografía tomada de upct.es/destacados/cdestacados.php

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