lunes, 11 de enero de 2021

Franco abandona a los jesuitas en China

 

Se sabe mucho de las buenas relaciones del general Franco, desde 1936, con la Italia fascista y con la Alemania nazi, pero se sabe menos de aquellas con el Japón ultranacionalista y gobernado por militares fanáticos que, junto con el emperador, llevaron a su pueblo a la ruina total.

Entre el final de la guerra española (1939) y 1941, la actividad de Falange en el exterior fue más activa que en cualquier otro momento, conociéndose poco (salvo para estudiosos) sus actividades en Japón, China y Filipinas. La mayoría de los españoles en Japón eran misioneros que apoyaban al régimen de Franco, pero residían en lugares apartados.

Por su parte, Eduardo Herrera de la Rosa, coronel y antiguo Agregado Militar de la Legación española en Tokio, tenía buenas relaciones con altos funcionarios japoneses, y su actividad fue muy intensa en materia propagandística, contribuyendo al conocimiento de Falange en Japón. A mediados de 1941, Herrera informó sobre la colaboración de los hispanistas japoneses y del trabajo llevado a cabo por el gobierno español y “nuestro Caudillo”, de lo que estuvieron bien informados los gobernantes japoneses.

Luego comenzó la fase de cooperación económica mediante la Misión Económica Española a Japón, que visitó no solo éste país sino también los territorios continentales dominados por su ejército, sobrepasando su contenido lo estrictamente económico. Japón también mantuvo relaciones con países Iberoamericanos (Colombia, Perú, Guatemala, Argentina, México, Paraguay, Chile y Bolivia) para comprar metales para la industria de guerra y petróleo. Otros países que figuraron en los planes económicos japoneses fueron Venezuela, Canadá, Egipto y Francia.

A la recepción de los enviados españoles asistieron el ministro Arita, el viceministro Tani y representaciones diplomáticas de Portugal y los países Iberoamericanos, y en éste momento se produjo la ocupación de Francia por el ejército alemán, además de la entrada de Italia en guerra, por lo que el conflicto se extendía al Mediterráneo.

Japón, interesado como estaba en conseguir materias primas españolas, pocas obtuvo en relación a esta visita, pero a la España de Franco le sirvió de propaganda, pues se mostraba ante los países Iberoamericanos como “socio” de una gran potencia. En cuanto a los japoneses su objetivo fue expresado por Yano Makoto poco después de acabada la guerra civil: La actitud de Alemania cuando negociaba con España sobre la participación en éste pacto [Anticomunista] era más agresiva que la de Italia, continuando el citado que Franco, en caso de guerra, tomaría una actitud neutral. La ayuda material que se esperaba de España se plasmó en un acuerdo económico de 1940, pero hubo otro de tipo no material, como la recogida de información, la representación de intereses o la formación de una red de espionaje.

Los contactos entre la España franquista y el estado pro-japonés en Manchuria nunca dejaron de ser una recreación de los hispano-japoneses, en cuanto Hsinking* cumplía para Japón una función semejante a la de Madrid para Italia, y en la que la propaganda siguió siendo el aspecto clave. El punto álgido de lo que fueron estas relaciones tras finalizar la guerra en España lo constituyeron la visita de Méndez Vigo (embajador en Tokio y en Hsinking) y, después, lo hecho por la Misión Económica de Castro Girona (militar africanista). Además, la negociación para el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, que concluyó en septiembre de 1941.

Para España hubo consecuencias negativas de la preeminencia japonesa en Oriente, particularmente para los misioneros y sus propiedades. Ygual[i] explicó esto de la siguiente manera: Las comunidades religiosas acuden constantemente a esta representación para quejarse de cómo son tratados los misioneros en las diferentes regiones ocupadas por las tropas invasoras, y cuyas reclamaciones vengo cursando directamente a las autoridades locales y por intermedio de nuestra Legación en el Japón, sin que nunca sean atendidas debidamente y, en muchos casos, con serios temores de los reclamantes que quedan sujetos a represalias de los demás oficiales locales molestos por nuestras notas de protesta. Hubo otros conflictos, como los problemas cuando los españoles tenían que cruzar el “puente internacional” de Tientsin[ii]. En consecuencia, ya en éste período se desarrolló un sentimiento adverso entre los funcionarios en Oriente que veremos generalizado a partir de 1943.

España no era correspondida en sus atenciones hacia Japón, de lo que informa Ygual quien, tras dirigir una nota al consulado japonés sobre la “falta de cortesía y consideración que constantemente demuestran hacia mi persona y al resto de la colonia en China”, se extiende sobre los problemas que ha de vivir allí como occidental ante la ocupación japonesa, finalizando con una petición de apoyo a Madrid: “que deben corresponder [las autoridades japonesas] a nuestra política de acercamiento a ellos con algo más que con palabras, ya que por ayudarles en sus expansiones territoriales hemos sacrificado nuestra extraterritorialidad y estamos enemistados con Chunking[iii] y representaciones de muchos países, corriendo nuestros misioneros graves peligros en los territorios controlados” por Chiang Kai-Shek.

El único caso que encuentra Florentino Rodao[iv] de colaboración occidental  frente a Japón es el de la concesión francesa de Shanghai**, que Ygual disfraza de unión contra la amenaza china. Y la única posible ventaja que se pudo encontrar para España de la amistad con Japón es el efecto que tuvieron algunas protestas en Tokio: el intento de apoderarse de un colegio de los jesuitas en Wuhu[v], que se rectificó, y también se llegó a un acuerdo para que los japoneses indemnizasen a las Misiones jesuíticas de Wuhu y Chaosen[vi] con 14.000 dólares chinos por los daños que habían sufrido.

Quizás la decisión de corresponder a las solicitudes españolas tuvo que ver –dice Florentino Rodao- con el bombardeo a la misión de Langki[vii] en 1941, con 40 muertos, 60 heridos y no pocos daños, que fue el causante de la primera Nota Verbal desde Madrid. Y antes incluso de la entrada de Estados Unidos en guerra con Japón, las relaciones de éste con la España de Franco se fueron agriando. Los archivos demuestran que Madrid prefirió, en general, no implicarse directamente en las protestas hacia los japoneses y que estas fueron obra, principalmente, de la Legación en Tokio. Con motivo del bombardeo citado, incluso desde el gobierno español se dice que España “no deja de dar pruebas evidentes de su simpatía, comprensión y amistad a la Nación japonesa”.


* Es el hombre de Changchun entre 1932 y 1945, al nordeste de China, siendo la capital del estado títere de Manchukuo.

[i] Pedro Igual (o Ygual) fue cónsul español en China entre 1939 y 1940, pero no fue reconocido por el gobierno nacionalista dadas las relaciones que mantenía con la República española. Más tarde sí sería reconocido.

[ii] Tianjin, al nordeste de China.

[iii] En la época, uno de los territorios en torno al cual se produjo la República Popular China en 1949.

[iv] “Relaciones Hispano-Japonesas, 1937-1945”. Tesis doctoral de la que obtenemos la información para éste resumen.

** Territorio dentro de la ciudad de Shanghai que administraba Francia como si fuese de su soberanía. La Francia de Vichy puso fin a esta situación en 1943.

[v] Al este de China, en la provincia de Anhui.

[vi] Corea.

[vii] Al este de China, en la provincia de Anhui.

Fotografía tomada de Wikipedia.

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