martes, 24 de noviembre de 2020

El drama de López y Espila

 

                                                             Imagen antigua de Tánger (*)

No es otro que el de muchos liberales que tuvieron que emigrar cuando el régimen absolutista se empleó en su persecución, es decir, entre 1814 y 1820 y luego entre 1823 y 1833 aproximadamente. La particularidad de León López Espila es que su primer exilio fue en Marruecos durante tres años, renegando de su religión, protegido de un noble árabe, ejerciendo como falso médico y viviendo cierto amorío con una joven en el país norteafricano.

Durante el siglo XIX –dice Josefa Bauló Doménech- hubo un goteo de liberales fuera de las fronteras españolas, sobre todo en Francia, Inglaterra y América, muchos de ellos con esperanza de regresar a España, lo que se pone de manifiesto, en el caso concreto de López Espila, en la obra que escribió hablando de su estancia en Marruecos, “Los cristianos de Calomarde”[i]. Él mismo se cita como caballero “sensible y culto”, viviendo de sus rentas en Cuenca, liberal y alistado en la Milicia Nacional en 1820. Perseguido por sus opiniones liberales, fue juzgado y sentenciado en Granada, sufriendo cárcel en Ceuta de donde logra huir.

En la obra que escribió nos habla de su colaboración con Torrijos y su intento de restablecer el liberalismo en España pero, fracasando, consigue embarcarse en un navío francés y llegar a Marsella; luego a Tours y París, aunque de su estancia en Francia no nos habla, quizá –dice la autora citada- porque esto fue común a otros emigrados, no así su exilio en Marruecos. Tantos fueron los liberales que estuvieron en Francia que Larra, en su artículo “La diligencia”, habla de que “se mira con asombro al que no ha estado en París”, ironía que refleja el drama del que hablamos. Y el mismo autor, hablando de los absolutistas, que no tuvieron que exiliarse, dice “yo no sé cómo se lo componen…”.

Cuando Espila logra dejar atrás su condición de renegado y se va a Francia, no le abandonan la enfermedad y los problemas religiosos (pues había sido renegado). Llegó a dicho país en 1832 y en 1834 todavía estaba en Tours esperando una respuesta del gobierno español, pues los emigrados tenían que procurarse un destino para sobrevivir en su propio país. De nuevo Larra, en su artículo “Dos liberales o lo que es entenderse”, habla de ellos “como ratones arrojados de la despensa por el gato”. López y Espila muestra en su obra la preocupación por cómo se ha de ganar la vida en España, consiguiendo a la postre el destino de archivero de la Guardia Real.

Los exiliados no tuvieron la misma vida en los países donde se refugiaron: los más ilustrados contribuyeron al importante flujo cultural de la elite intelectual, lo que provocó el interés por España, por ejemplo en Francia, pero los más pobres vivieron en el exilio degradadamente. Otros, incluso, perdieron la esperanza de regresar, como es el caso de la joven que sirvió para una obra de Blanco Whitte[ii], Luisa de Bustamante que, huérfana, permaneció el resto de su vida en Inglaterra.

Quedan por explicar –dice Bauló Doménech- las motivaciones que llevaron a López y Espila a escribir su obra, respondiéndose que quizá fue la particularidad de su exilio en Marruecos y la necesidad de oponerse al carlismo que ya asomaba su cabeza a principios de los años treinta.


[i] “Los cristianos de Calomarde y el renegado por la fuerza” es el título completo.

[ii] “Luisa de Bustamante…”.

(*) (http://tangier.free.fr/esp/Historia/18.html)

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