sábado, 21 de noviembre de 2020

Madrid: doble sufrimiento

                                                                      (*)
La tesis doctoral de Fernando Jiménez Herrera aborda varias cuestiones entre las que destacamos dos por la gran cantidad de datos que aportan: la primera, sobre los comités revolucionarios madrileños.

El autor ha recurrido a un buen número de obras, muchas de las cuales se escribieron mientras ocurrían los acontecimientos, o bien poco después, aunque puede que sus autores las corrigiesen con el tiempo. Dichas obras, de quienes sufrieron la persecución de los comités revolucionarios durante la guerra civil de 1936, tienen un carácter autobiográfico, aunque algunas han sido noveladas. En no pocos casos –dice el autor- se pretende impresionar al lector con términos como “muerte”, “mártires”, “terror”, “rojo”, “hordas”… El término “rojo” se atribuía, por los partidarios del ejército sublevado, a cualquiera que no estuviese de acuerdo con el mismo, ya fuese republicano, socialista, comunista, etc.

La mayoría de los que han dejado testimonio de sus experiencias en el Madrid republicano durante la guerra son hombres, aunque hay también algunas mujeres que, sin embargo, tuvieron una gran importancia en la quinta columna. En las obras investigadas por Jiménez Herrera se da una visión casi idílica del Madrid anterior a la República, en contraste con el desorden durante dicho régimen y luego durante la guerra en retaguardia. Se trataría de legitimar el golpe de los sublevados y de poner énfasis en la actitud de los milicianos armados por las calles, la incautación de vehículos, los controles, las actitudes lascivas (en éste caso sobre todo de mujeres milicianas, lo que denota una crítica a la mujer emancipada).

También se relata cómo las “hordas” obreras van tomando la ciudad y se produce la represión de los comités obreros sobre la población civil, siendo las mujeres las que sufren las mayores torturas, ya por crueldad ya porque se las suponía miembros de la quinta columna. En oposición, los partidarios del golpe militar son pintados como gente de orden, considerándose a los falangistas los verdaderos españoles. En los relatos estudiados se mitifica a los muertos catalogándolos como mártires (lo que ocurre también en el campo republicano).

Se habla del “gran éxodo” por la ciudad de Madrid, al tener que trasladarse los que se sienten perseguidos continuamente de residencia: a casa de un familiar, de un amigo, a una pensión u hotel discreto. Otros optaron por quedarse en su residencia habitual y aún existieron los que, “seguros” bajo un carnet falso de algún partido del Frente Popular, no tuvieron necesidad de huir. El autor señala que hubo un mercado negro de estos carnets, aumentando en gran número los afiliados a los partidos republicanos, como así mismo a Falange Española. Otros optaron por usar monos de trabajo por la calle, pudiendo así pasar por obreros anónimos, sin otra significación.

Los que han escrito libros sobre la situación en Madrid durante la guerra hablan del miedo que se incrementaba por la noche y que el parque automovilístico de Madrid estaba casi todo en manos de los milicianos. Se narra cómo cuando los milicianos se presentaban en el domicilio de un acusado, buscaban todo tipo de pruebas que pudiesen incriminarle a juicio de aquellos, como objetos religiosos, periódicos, retratos del rey, pero muchos de los que corrían estos riesgos solían haberse deshecho de todo material “peligroso”.

Los milicianos solían llevarse a los varones de la casa, siendo asesinados sin tener en cuenta la edad, en la mayor parte de los casos. Las mujeres, por su parte, empiezan a buscar a sus maridos, que en ocasiones se encuentran en las cárceles improvisadas de los comités revolucionarios, a la espera de ser juzgados sin ningún tipo de garantías y por personal lego. Pero la mayoría de los autores –como es fácil colegir- fueron absueltos, lo que no les garantizó seguridad, porque podrían ser detenidos por otro comité, llevados a las afueras de Madrid y ser asesinados.

También se han escrito algunas obras por personas cercanas o vinculadas a la República, como es el caso de Clara Campoamor[i], donde deja constancia de los desmanes desde el comienzo de la guerra. Hay que tener en cuenta que Madrid fue una ciudad sitiada desde relativamente pronto, bombardeada y sometida al trabajo de la quinta columna, lo que evidentemente no justifica lo hecho por los comités en la retaguardia. También escribió una obra Elena Fortún[ii], que vivió en Madrid, Albacete, Valencia y Barcelona, escribiendo la novela citada de sus experiencias cuando adolescente.

En los años cuarenta también se escribieron libros sobre la misma temática, pero con la diferencia de que en 1942 se publicó la “Causa General: la dominación roja en España”, resultado de un estudio oficial que arrojó unos datos inferiores cuantitativamente a lo que luego se ha investigado y publicado[iii]. Tanto la “Causa” como las obras escritas por particulares pretendieron legitimar el régimen de los vencedores.

Otro asunto tratado por Jiménez Herrera en su tesis doctoral es el papel del Estado republicano intentando el control de la retaguardia durante la guerra. Parece que las autoridades rechazaron todo tipo de actuaciones como las que se han señalado anteriormente, en parte porque la República tenía que hacerse con la simpatía de las democracias occidentales y el Estado intentó limitar la creación de comités de partidos y sindicatos, restando atribuciones a los que ya se habían formado, en especial en materia de orden público y justicia. Las primeras actuaciones se realizaron durante la presidencia de José Giral, aprobando decretos sobre la tenencia de armas, quién podía realizar una detención o un registro y en qué circunstancias. El gobierno de Giral intentó, pues, recuperar el poder perdido en las jornadas del golpe de estado con una campaña de desprestigio de los comités y su labor represiva a través de la radio y la prensa escrita.

La creación del Comité Provincial de Investigación Púbica (CPIP), con Manuel Muñoz al frente de la Dirección General de Seguridad, pretendió integrar a todas las fuerzas con representación en la capital y así someterlas a la voluntad estatal, pero ello no se consiguió. Se puede decir que, como en otros procesos revolucionarios fuera de España, se dio una situación de doble poder, el institucional y el que se daba en la calle no reguladamente, situación que se corrigió posteriormente centralizando la represión para controlarla.

Pero estos esfuerzos se diluyeron cuando se fueron creando nuevos comités que llevaron al fracaso del CPIP, clausurándose en noviembre de 1936, ya con un nuevo gobierno presidido por Largo Caballero, que obtuvo un éxito relativo en esta materia, pues la guerra llegó de forma directa a Madrid –dice el autor al que sigo- en el mismo mes y año citados, creándose la Junta Delegada de Defensa de Madrid que permitió al Estado recuperar paulatinamente todos los poderes perdidos durante los primeros meses de la guerra.

Debe tenerse en cuenta que a principios de noviembre de 1936 el Gobierno republicano se trasladó a Valencia, y no parece casualidad que las matanzas de Paracuellos se llevasen a cabo desde el día siguiente al citado traslado y principios del mes de diciembre, por lo que sí existió responsabilidad por parte de quienes fueron encargados de la seguridad en Madrid de aquellos crímenes, que se prolongaron, como queda dicho, durante casi un mes.

¿Quiénes formaron los comités revolucionarios? Anarquistas y comunistas, socialistas y otros que no podemos adscribir partidariamente, que actuaban creyendo que así respondían al golpe de estado de los militares, pero también delincuentes comunes que se afiliaron a los partidos del Frente Popular –en mayor o menor número- a los solos efectos de tomarse la justicia por su mano o por intentar sobrevivir en medio del caos.


[i] “La revolución española vista por una republicana”. La edición castellana es de 2005, pero la primera fue francesa y muy anterior.

[ii] Seudónimo de Encarnación Aragoneses de Urquijo; su obra, “Celia en la revolución”.

[iii] “El holocausto español” y la obra de Salas Larrazábal.

(*) https://www.pinterest.co.uk/pin/175992297921583452/

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