jueves, 12 de enero de 2023

"Nada hay tan inocente como la caza"

 

¿Era el imperio español un gigante con pies de barro en el siglo XVII? Si así fuese lo cierto es que aguantó como pudo las embestidas de otras potencias marítimas y aún se recuperó en el siglo XVIII, teniendo fuerzas para guerrear –signo de los tiempos- durante las dos centurias con suerte varia.

Empezó el siglo XVII cuando estaba muy avanzada una guerra con Inglaterra, se vio arrastrada la monarquía española a la guerra de los treinta años, mantuvo una guerra con Portugal por la que este país se independizaría de la monarquía española, participó España en la guerra de los nueve años[i] formando parte de una coalición impresionante contra Francia, y aún los ejércitos españoles, formados por soldados de varias nacionalidades, lucharon durante muchas décadas en Flandes y en Chile. Ello sin contar el esfuerzo bélico para combatir la piratería y el corso en el Atlántico y en otros escenarios europeos. El siglo XVIII empezó con la guerra de sucesión a la corona de España, que fue civil a la vez que europea, y España participó en la guerra de sucesión polaca y en la llamada guerra de Asiento[ii], en los dos últimos años de la guerra de los siete años[iii] y en la de independencia de las trece colonias británicas de Norteamérica; y luego vendrían las guerras derivadas de la Revolución Francesa.

Mantener el imperio en América constituyó otro esfuerzo bélico no desdeñable, sobre todo en Chile y con motivo del levantamiento de Tupac Amaru II en 1780. Los gastos ocasionados por estos interminables conflictos fueron enormes, repercutiendo en la economía interna, pero lo cierto es que el comercio con América continuó y la llegada de riquezas trasatlánticas a España permitió mantener el control sobre vastos territorios en casi todos los continentes. América financió muchas políticas españolas como Castilla había financiado los intereses imperiales de los Austria. África también contribuyó a la financiación de las potencias marítimas con la trata negrera.

Consuelo Maqueda Abreu[iv] constata las diversas interpretaciones que los historiadores han hecho sobre el debate en torno a la decadencia y recuperación de la monarquía y el imperio españoles entre los siglos XVII y XVIII: “en el tratado franco-británico [que pone fin a la guerra de sucesión a la corona de España] se consagra la ruptura del monopolio español en Indias y se afirma la situación establecida desde el siglo XVII en las colonias, pero es Gran Bretaña la que interfiere en las relaciones mercantiles con España… situación que iniciará una obsesión por la recuperación del monopolio español en América que… asumen los comerciantes y ministros de España”.

En cuanto al asiento de negros que comenzó en 1713 con una duración prevista de treinta años, la corona británica se obligó a introducir en la América española 144.000 piezas de indias[v]. La Compañía de Inglaterra, al conseguir este privilegio, se obligó a adelantar al monarca español 200.000 pesos en los primeros cuatro meses del contrato[vi], por lo que algunos historiadores consideran que este “asiento” era en realidad una empresa hispano-británica. De hecho en el tráfico triangular Europa-África-América y vuelta a Europa, se destaca la contribución de la esclavitud al desarrollo del sistema capitalista occidental[vii], y el rey Felipe V exigió repetidamente el estado de las cuentas de acuerdo con lo pactado entre Gran Bretaña y España.

El rey español, contra la opinión del Consejo de Indias, concedió a Gran Bretaña un navío anual de 500 Tm. cuyas mercancías, libres de impuestos, podrían venderse en las ferias que se celebraran con ocasión de la llegada de las flotas a Nueva España o los galeones a Cartagena de Indias o Portobello, lo cual era algo inédito en el imperio español, que había mantenido alejado a todo comerciante extranjero, legítimo o no, y una novedad importante en este asiento es la apertura al comercio extranjero del puerto de Buenos Aires, lo cual no había sido permitido hasta ese momento, o al menos no de forma tan abierta. Para el asentamiento de los ingleses en la ciudad del Plata se peveía la entrega de algunas porciones de tierra, siendo el cobro de este derecho una fuente de conflictos. Así los ingleses podrían plantar, cultivar y criar ganado para su sustento y el de sus esclavos, siempre bajo la supervisión de un oficial español, y los esclavos que se vendiesen en los puestos del Perú debían partir en barcos fletados desde Panamá, debiendo el producto de su venta volver al puerto correspondiente, ya fuesen frutos de la tierra, reales, barras de plata o tejos de oro, todo ello sin pagar derecho alguno, siempre que dichos productos no se hubiesen obtenido del comercio ilícito y fuesen consecuencia únicamente del comercio de esclavos[viii].

No es extraño que durante el proceso de independencia de Argentina las ayudas recibidas desde Inglaterra fuesen cuantiosas. Antes, Guadalupe (1769) y Martinica (1762) fueron conquistadas por los ingleses (Antillas menores), si bien las dos islas habían sido colonizadas por franceses, Martinica fue ocupada por ingleses en los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX. De todo lo anterior se deduce que es perfectamente compatible la intromisión de Inglaterra y otras potencias en posesiones españolas (Jamaica pasó a manos inglesas en 1655) y que el imperio español mantuviese el vigor para continuar hasta que la metrópoli fuese invadida por el más poderoso ejército de Europa a principios del siglo XIX.

No debe olvidarse que un tratado hispano-inglés de 1713, donde la monarquía española pierde Gibraltar y Menorca (provisionalmente) reconocía que España mantendría en su totalidad el territorio americano. Y todo ello se da en el contexto interno de que la monarquía española se ve mediatizada, y en ocasiones controlada, por personal al servicio de Francia: la princesa de los Ursinos, madame de Maintenon[ix], Manuel Portocarrero, Jean Orry y otros. No es extraño, porque Felipe de Anjoy asumió el trono de España a la edad de diecisiete años, por lo que es lógico se dejase aconsejar –aunque menos de lo que pudiera parecer- por su abuelo el rey Luis XIV: “nada hay tan inocente como la caza”, le dijo en una carta, y “al tiempo de disparar cerrar los ojos no es bueno que al dar órdenes a ciegas ocasiona muchos yerros”. Una monarquía mediatizada y sin embargo pudo mantener el imperio.



[i] 1688-1697. La Liga de Augsburgo estuvo formada por España, Austria, Baviera, Brandemburgo, el Sacro Imperio, Portugal, Palatinado, Inglaterra, Sajonia, Suecia y las Provincias Unidas.

[ii] 1739-1748. Los intereses de España y Gran Bretaña en el Caribe estaban enfrentados, resultando un conflicto favorable a España.

[iii] La monarquía española recibió la Luisiana a cambio de Florida.

[iv] “Diplomacia, reformismo y virreinato de Nueva Granada en los inicios del siglo XVIII”. En esta obra se basa el presente resumen.

[v] La pieza de indias era una unidad de medida de los esclavos que se utilizó por primera vez, con fines fiscales, en la segunda mitad del siglo XVII.

[vi] Rafael Donoso Anes, “El asiento de esclavos con Inglaterra (1713-1750)…”

[vii] Id. nota anterior.

[viii] Id. nota vi.

[ix] Segunda esposa del rey francés.

Ilustración: "El cazador", obra de Eugenio Lucas Velázquez, óleo sobre lienzo, Museo del Prado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario