miércoles, 4 de enero de 2023

Un criollo de Santa Fe


Siendo obispo de Panamá Lucas Fernández de Piedrahíta[i], unos piratas asaltaron la ciudad, robaron lo que pudieron y apresaron al obispo; llevado ante el pirata Morgan, este lo reintegró a su obispado. Con su base en Jamaica cuando esta isla ya estaba en manos inglesas ¿qué llevó al pirata a respetar la libertad del obispo? Quizá no sabía qué hacer con él, o bien le pareció un exceso que nada tenía que ver con las acciones piráticas propiamente dichas. El obispo era un papista, y se supone que Morgan estaba imbuido de las ideas anglicanas; sea como fuere, el mestizo Piedrahíta, descendiente de una colla y de un criollo, volvió a su sede.

Fernández de Piedrahíta nos ha dejado una obra[ii] donde, además de los hechos de armas, refiriéndose a la fundación de Santa Fe (Bogotá) describe el desarrollo de la población, ciudad desde 1540, centro administrativo y eclesiástico, pues fue sede de la Real Audiencia del Reino de Granada. Según ha estudiado el historiador Rodolfo Guzmán[iii], Piedrahíta describe el espacio físico, “los nombres europeos dados a la topografía y a los nuevos asentamientos y, en general, la presencia jurídica y militar”. En ocasiones se daba nombre a ciudades y regiones para halagar al rey o a los jefes de expediciones, para expresar sentimientos religiosos o para honrar el lugar de nacimiento del conquistador. Aunque no es el único, Piedrahíta incorporó la mención de títulos y prebendas que recibió Santa Fe.

Juan de Castellanos[iv], en quien seguramente se inspiró Piedrahíta, también describió el espacio americano neogranadino y muy particularmente, pues escribe en el siglo XVI, el territorio de los muiscas. Un siglo más tarde Piedrahíta describe su ciudad diciendo que sus calles son anchas y empedradas, sus edificios, tanto altos como bajos “son costosos y bien labrados a lo moderno, de piedra, ladrillo, cal y teja, de suerte que no los exceden los de Castilla[v]. Luego habla de los ríos que pasan por Bogotá o sus proximidades (Tunjuelo, Salitre y otros menores), los cinco puentes que existían en el siglo XVII y las cuatro plazas, no siendo parco en elogios, lo que era un tópico en su época y aún en otras anteriores y posteriores.

En cuanto a los habitantes, Piedrahíta resalta a los criollos, y él tenía conciencia de serlo, pues ya desde finales del siglo XVI fueron sintiéndose criollos los nacidos en América con algún ascendiente hispano. Dice tener Santa Fe “tres mil vecinos españoles” y “más de diez mil inidos”, distribuidos todos en tres parroquias, de las cuales la de la catedral era la más importante. Pero advierte –con acierto o sin él- que los criollos de Santa Fe se inclinan poco al estudio de las leyes y medicina, “que sobresalen en Lima y Méjico[sic]”, pero sí a la teología y filosofía. Dice que los criollos tienen hábitos de caballeros cortesanos en sus juegos y torneos, y habla de las mujeres criollas como ejemplares: “generalmente hermosas, con buen aire y discretas con agudeza cortesana…”. Méritos que atribuye a los criollos se los niega a los peninsulares, en lo que demuestra una identidad que ya aparece firmemente asentada en los nacidos en América de ascendencia española.

Para Piedrahíta la ciudad no se divide en barrios, sino en parroquias, por lo que habla de las iglesias que las rigen, e incluso los límites de la ciudad quedan definidos por la presencia de una iglesia, un monasterio o un convento, por ejemplo el dedicado a “Nuestra Señora de Monserrate, donde algunos religiosos descalzos de San Agustín viven retirados”. Cita también las capillas que se encuentran en el interior de los conventos o las casas de las órdenes religiosas y las que tienen los tres colegios que había en la ciudad, uno de ellos el de los jesuítas, que elogia por su fábrica. El criollo y mestizo Piedrahíta no puede evitar ser un hombre de su tiempo, el barroco que tan bien representado está en América.

Luego se refiere con orgullo a la “expulsión” de las mujeres nativas, consideradas exóticas, sensuales sin límites e incluso en ocasiones agresivas. El criollo –si tomamos a Piedrahíta como patrón- quiere superar al peninsular y expulsar al nativo, sobre todo a las mujeres que fueron vistas de manera distinta a los varones. La descripción de la ciudad que hace Piedrahía está en función de sus intereses como criollo, independientemente de su condición de clérigo y obispo. Esta reafirmación machacona de su condición étnica ¿estaría determinada por la conciencia de su descendencia india?



[i] Nació en Bogotá en 1624 y murió en Panamá en 1688.

[ii] “Noticia historial de las conquistas del Nuevo Reino de Granada”.

[iii] “La representación de la ciudad en Lucas Fernández de Piedrahita…”. En este trabajo se basa el presente resumen.

[iv] Autor de “elegías de varones ilustres de Indias”. Castellanos nació en Alanís (Sevilla) en 1522 y murió en Tunja (Colombia) en 1607.

[v] No consta que hubiese estado en España, por lo que esta apreciación la habrá hecho como signo de distinciónn de su ciudad.

La ilustraciónn corresponde a la obra de Juan Vargas Lesmes, "Historia de Bogotá Conquista y Colonia".

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