miércoles, 11 de enero de 2023

"ilusos Naturales"

 

                                                        Fortaleza de Peniche (Portugal)

En un trabajo de Alfredo Moreno Cebrián y Jorge Chauca García*, se pone de manifiesto que la rebelión capitaneada por el mestizo José Gabriel Condorcanqui Noguera (Tupac Amaru II) entre 1780 y 1781, tuvo lugar también en territorios generalmente no tenidos en cuenta y sus efectos se prolongaron en el tiempo.

Los autores citados hablan de la relevancia del levantamiento, en lo que parece haber acuerdo entre los historiadores. En efecto, la rebelión se extendió más allá de las fronteras del virreinato peruano, una vez que se había creado, unos años antes, el virreinato del Río de la Plata, concretamente en la Audiencia de Charcas en 1781. Por lo que respecta a Chile, con una tradición rebelde que se remonta al siglo XVI y que continuará en los dos siglos siguientes e incluso durante el primer período republicano[i], el irlandés Abrosio O’Higgins[ii], en una carta de 1781 dirigida al secretario de Indias José de Gálvez, le tranquilizaba sobre la situación, que él conocía bien por haber participado en varias campañas contra los araucanos.

Pero en todo caso O’Higgins se había tenido que emplear a fondo para combatir la tentativa rebelde del cacique mapuche Chicaguala en el poblado de Repocura[iii], el cual había planeado imitar a Tupac Amaru II. Por su parte el gobernador Andrés Mestre tuvo que reprimir ferozmente el alzamiento toba en la provincia de Tucumán (1781), que es claramente una extensión de la revuelta peruana y que además interrumpió el comercio con el norte.

Las autoridades españolas, aún tratándose del siglo XVIII, cuando la administración de los territorios americanos estaba más avanzada, se tuvo que valer de la comunicación por mar para hacer llegar noticias sobre la situación en este o aquel territorio, dada la enorme extensión de las posesiones americanas: por ejemplo, embarcaciones que viajaban entre El Callao y Concepción, con la colaboración del obispo[iv] de esta última en alguna ocasión. En relación a la vasta región del Chaco se habla de los indios “infieles” y se da noticia desde Buenos Aires diciendo que se preparaban “para salir a defender a su Rey Inca que los llama”; y lo mismo se informa desde Chile sobre los “Aucaes, Peguenches, y demás naciones bárbaras”, que al parecer tenían intención de unirse a los pampas de Buenos Aires.

Ciertamente, la rebelión tuvo una importancia capital en lo que hoy son Perú y Bolivia, pero vemos que también los pueblos indígenas de otros territorios estuvieron prestos para unirse, con diversa fortuna u oportunidad, al gran movimiento. Una vez concluida la primera fase bélica –dicen Moreno Cebrián y Jorge Chauca- en el sur peruano y en el Alto Perú “operó un segundo eco enhebrado por el paso de los prisioneros cuzqueños por las latitudes extremas de Chile”. En 1784 las autoridades españolas decidieron enviar a España a cuarenta rebeldes desde El Callao[v], veinticuatro hombres y dieciseis mujeres, uno de ellos Fernando Condorcanqui, hijo de Tupac Amaru II, que había sido sentenciado por la Audiencia de Lima a diez años de trabajos forzados en un presidio español. En otro navío[vi] fueron embarcados Juan Bautista y Mariano Tupac Amaru.

El temor a las resonancias de esta rebelión en Perú y en otros territorios hispanoamericanos fue un hecho, siendo una prueba la inquietud entre las poblaciones criolla y mestiza peruanas, que vieron en el levantamiento “la imagen de unos indígenas desenfrenados buscando la inversión del orden social y la recuperación de su antiguo gobierno a través de una guerra racial”. También en la jurisdicción de Charcas se activó el miedo a un exterminio por parte de los indios, sobre todo cuando el aymara Tupac Katari[vii], aliado con tupacmaristas, expresó su intención de formar un gobierno indio “que requería el exterminio de los españoles blancos”; en efecto, había formado un ejército de varias decenas de miles de indios y cercó la ciudad de La Paz hasta que tuvo que desistir. El navío "San Pedro de Alcántara" salió de El Callao con los presos y una carga considerable, pero tuvo que regresar desde Concepción por avería. Cuando de nuevo pudo el “San Pedro de Alcántara” salir hacia Concepción (puerto de Talcahuano), la inquietud de la población local se debió a un brote de viruela que se había desatado en el buque, la que tuvo que ser combatida con acierto, hasta el punto de que muchos fueron curados.

Otro aspecto es la suerte que corrieron unos y otros a partir del momento en que se decidió el traslado de los insurrectos a España. Dicen los autores a los que sigo que debió ser duro el camino a pie desde el Cuzco hasta Lima, como también el traslado en barco desde El Callao hasta Concepción (máxime teniendo en cuenta que, como hemos visto, el “San Pedro de Alcántara” tuvo que volver a El Callao para ser reparado), el viaje por el Pacífico Sur y el estrecho de Magallanes hasta Río de Janeiro, cuando murieron no pocos; la peligrosa travesía por el Atlántico con mal tiempo en ocasiones, el naufragio frente a las costas de Peniche (Portugal) del “San Pedro de Alcántara”, muriendo 128 entre la plana mayor del navío, oficiales de transporte y pasajeros, tanto de una raza como de la otra, de condiciones sociales distintas, etc. Heridos resultaron 58, de los que algunos morirían algo más tarde, y sanos 233. Camino del destierro iban 24 indios presos, de los cuales 18 perecieron, la familia de Tupac Amaru II incluida.

En el navio de guerra iban hacinada una humanidad muy superior a la aceptable, y aún así fueron salvados no pocos gracias a la colaboración portuguesa, y también a la disposición de las autoridades españolas para que se enviasen buques desde Cádiz, El Ferrol y Vigo, que transportaron lo necesario para los auxilios precisos.

El naufragio se llevó por delante considerable cantidad de metales preciosos (153 toneladas de plata y 4 de oro), 600 toneladas de cobre y los equipajes de oficiales y pasajeros, se perdieron muchos frutos naturales del virreinato del Perú, cajones de cascarilla, cacao y cañas de Guayaquil, macetas de plantas vivas (plantones de araucaria y piñas que O’Higgins enviaba a Gálvez), bálsamos, resina, madera y lana, plantas de uso medicinal como canchalagua y calaguala.

A partir de aquí los presos permanecieron un tiempo en Andalucía hasta que fueron enviados a los presidios españoles del norte de África, especialmente Ceuta. Entre los fallecidos en la travesía hubo varios familiares de Tupac Amaru II, españoles que pilotaban la embarcación y auxiliares, lusos y flamencos, e incluso el desterrado agustino Juan Alcedo, autor de una sátira contra el gobierno español en las Indias. Algunos se ahogaron al querer alcanzar la costa portuguesa a nado, y otros irremisiblemente.



[i] Curiosamente, tal era la costumbre que tenían los mapuches de llegar a acuerdos con los españoles, que cuando se produjo la guerra por la independencia del naciente estado chileno, aquellos lucharon a favor de los ejércitos realistas.

[ii] Padre de Bernardo O’Higgins, protagonista en la independencia de Chile.

[iii] El río Repocura es afluente del Cholchol, al noroeste de Temuco.

[iv] Francisco José de Marán y Geldres, natural del Perú (1780-1795).

[v] En el navío “San Pedro de Alcántara”.

[vi] "El Peruano”.

[vii] Para comprender la complejidad del problema debe tenerse en cuenta que los aymaras tuvieron por opositores, en varias ocasiones, a los quechuas. Tupac Katari, al igual que Tupac Amaru II, fueron muertos en 1781.

* "Los ecos indianos del gran levantamiento de Tupac Amaru...". En este trabajo se basa el presente resumen.

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