domingo, 29 de enero de 2023

Brandenburgo después de 1648

 

                              Paisaje de Pomerania (dreamstime.com/photos-images/pomerania)

Con las paces de Westfalia se resolvió el conflicto de soberanía dentro del Sacro Imperio, cuyo emperador tenía ya un poder meramente nominal[i]. Desde mediados del siglo XVII, un “imperio provinciano” se mostró compatible con un alto grado de centralización del poder de los estados, es decir, los gobernantes territoriales pasaron a ser los principales actores dentro del Imperio a costa de los parlamentos y otras instancias territoriales de sus respectivos ámbitos.

Se redujo, pues, el poder del emperador, y el espacio alemán pudo convertirse, en el siglo XVIII, en un territorio de estados absolutos. Samuel Pufendorf[ii] describió, en 1667, el nuevo régimen imperial: una monstruosidad, aunque la “constitución alemana” se había dotado de normas para regular las relaciones entre ambas esferas de poder (emperador y príncipes territoriales), si bien esta estructura resultaría inoperativa.

En los siglos XVII y XVIII, cuando de sesarrolló este proceso de centralismo político, Brandenburgo-Prusia tenía unas tierras cultivables trabajadas por 4/5 partes de la población total, hecho que dio un gran poder a la nobleza terrateniente, los junkers[iii], aunque estos no eran un grupo homogéneo: la mayoría eran medianos y pequeños terratenientes, pero delegaban la iniciativa política en los grandes, los cuales tenían un gran poder económico y político al poseer la propiedad y admistración de la principal fuente de riqueza, la tierra. Esto fue reforzado por una dimensión legal que venía del siglo XV[iv], lo que les permitía ejercer una autoridad directa sobre los campesinos. El mundo urbano era marginal pero tenía un gran sentido de su autonomía.

Sin embargo, fue la crisis general del siglo XVII la causante principal de la creciente injerencia de los príncipes territoriales en los asuntos locales, que hasta entonces se habían autogobernado. Aquellos formaron una burocracia expansiva que buscó la captación de nuevos recursos fiscales; de hecho, Brandenburgo-Prusia, hasta mediados del siglo XVII, había aumentado sus gastos militares, al tiempo que en el espacio alemán se había dado un uso interesado a las tensiones confesionales que la paz de Augsburgo[v] había intentado solucionar. Es decir, estamos ante el fin de los poderes universalistas donde el Sacro Imperio y el Papado eran las dos instancias de referencia: se impusieron los intereses pragmáticos y no los morales o confesionales.

El acto de reinar, desde entones, fue más un oficio que una dignidad, perfilando una figura del soberano que marcó el gobierno de los Electores de Brandenburgo-Prusia a partir del Gran Elector. La centralización del poder en los príncipes tuvo el apoyo teórico de Pufendorf, partidario de que los asuntos fiscales, antes en manos de los poderes locales, pasaran al príncipe, y el fortalecimiento del poder del Gran Elector terminó consolidando un estado unitario en Brandenburgo, que había empezado a renacer en la segunda mitad del siglo XVII.

De ser un territorio disperso ocupado por tropas extranjeras y con una economía arrasada, pasó a ser, en la primera mitad del siglo XVIII, un estado cohesionado con una economía capaz de sostener un gran ejército profesional. Bajo el gobierno de Federico Guillermo I de Brandenburgo (1640-1688) se comenzó el proceso, y con Federico Guillermo I de Prusia se consolidó. El primero fue el fundador del Reino de Prusia gracias a una serie de reformas, aunque su gobierno estuvo marcado por la experiencia de su padre Jorge Guillermo I de Brandenburgo (1619-1640), consiguiendo la máxima independencia posible, una administración central y el ejército permanente del que ya hemos hablado.

La formación de Federico Guillermo I de Brandenburgo la obtuvo en la Universidad de Leiden[vi] en una estancia de cuatro años, y allí aprendió la lealtad del príncipe con la causa calvinista[vii], además de comprobar las ventajas que tenía un estado robusto en materia fiscal; también aprendió la cultura militar moderna. A diferencia de sus predecesores, cuando ejerció el poder percibió su papel más como un deber que como un conjunto de derechos y rentas, y los Electores sucesivos continuarían en esta línea. Tras su vuelta a Berlín en 1643 se ocupó de aumentar los recursos disponibles para poder ampliar el ejército, hasta el punto de que se institucionalizó la maquinaria bélica encarnada en un Comisariado de Guerra creado en 1655, justo cuando dieron comienzo las “Guerras del Norte”[viii] entre dicho año y 1661.

Bajo la dirección de Joachim von Grumbkow en 1679, el Comisariado extendió su influencia a todos los territorios dependientes de Brandenburgo, ampliando sus funciones a la economía y la autosuficiencia, estimulando la industria textil en particular. Brandenburgo pudo llevar así una política exterior autónoma y la nobleza se fue convirtiendo en una casta de servicio. Esta nueva maquinaria militar se financió por dos medios: los subsidios obtenidos en sus alianzas con potencias extranjeras (véase lo dicho sobre las guerras del norte) y el aumento de la presión fiscal, pero como el gobierno no dispuso durante algún tiempo de una administración suficiente, se fue creando un entramado burocrático que garantizase eficazmente el cobro de los tributos.

Se creó también una Oficina de Tierras que se encargó de la gestión del patrimonio en cada localidad, bien entendido que el Elector era el mayor terrateniente, a la vez que poseía no pocos monopolios. La centralización de estas rentas no se completó hasta 1683, y aún así no fue suficiente[ix], por lo que la contribución directa se sustituyó por una tasa indirecta sobre los bienes y los servicios, que se recaudaron por la administración central, aunque su aplicación fue exclusivamente urbana, pues la oposición de las familias terratenientes, de cuyo apoyo dependía el Elector, le hizo ser prudente en esta materia. Solo de forma progresiva estos impuestos se fueron extendiendo a todo el territorio.



[i] El emperador, a través del Consejo Áulico, que era el tribunal de mayor instancia del Imperio, conservará su papel como juez supremo. Cita de Remedios Solano Rodríguez en su obra “La influencia de la Guerra de la Independencia en Prusia a través de la prensa y la propaganda: la forjadura de una imagen sobre España (1808-1815)”. En un capítulo de esta obra se basa el presente resumen.

[ii] Sajón nacido en 1632, falleció en Berlín en 1694. Fue un jurista, filósofo, economista e historiador.

[iii] Así se denominaba a la nobleza al Este del Elba, cuyo origen se remonta a las colonizaciones y cristianización del este alemán durante la Edad Media.

[iv] Ver aquí mismo “Los orígenes de Prusia”.

[v]  Firmada por Fernando I de Habsburgo (hermano del emperador Carlos) y los estados del Imperio (1555): cada príncipe podía elegir la confesión de su estado.

[vi] En los Países Bajos, cerca de la costa.

[vii] El calvinismo era dominante en la Universidad de Leiden, defendiendo como garantía el orden, la majestad del derecho, la venerabilidad del Estado y la necesidad de subordinar la instancia militar a la disciplina y autoridad del Estado.

[viii] Entre Suecia por un lado y Brandenburgo-Prusia, la Mancomunidad Polaco-Lituana, el Reino de Dinamarca y Noruega y el Sacro Imperio por el otro.

[ix] C. Clark, El reino de hierro…”, obra citada por Remedios solano en la nota i.

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