jueves, 15 de marzo de 2012

Los temas en la pintura de Ingres (y 3)

Ingres pintó varios retratos, pero también escenas con personajes medievales (reyes, nobles o de amor cortés).

A la izquierda tenemos el retrato de Madame Riviére, obra de la primera época de Ingres como pintor. Fue un encargo hecho por el esposo de esta señora, haciéndose retratar también él (ver www.wgahu/index1.html) así como otro retrato de la misma señora, en éste caso de pie, con el pelo corto y con un paisaje al fondo (véase la misma página citada antes). Estos retratos corresponden a los años 1805-1806.

Aquí tenemos un ejemplo de pintura neoclásica por el solo hecho de que está hecha en la época de dicho estilo. Si bien el retrato fue tema preferido por Ingres, la factura no es exactamente dibujística, aunque no está ausente el dibujo (contorno del brazo desnudo, del rostro e incluso de algunos ropajes. La composición elegida combina la elegancia con la gracia de la dama: su cuerpo está pintado en diagonal (desde la cabeza hasta las piernas) mientras sus brazos se dirigen en dirección contraria en un leve contraposto. (En realidad debe añadirse lo que ya sabemos sobre el contexto histórico-artístico del neoclasicismo y señalar la versatilidad de Ingres como artista, pues pintó obras de muy diversa temática, como hemos visto en esta serie. Convendrá comparar la técnica distinta en cada caso: el dibujo en los temas mitológicos y los desnudos; el colorido en los temas religisos y en otros ambientados en tiempos pasados, como veremos a continucación).

A la izquierda tenemos "Paolo y Francesca", obra de 1819 en pequeño formato (49 por 39 cm.) al óleo sobre lienzo. Aquí tenemos un ejemplo de pintura neoclásica por el dibujo pero romántica por el tema (está ambientado en el siglo XIV).


Petrarca ha relatado el amor de estos dos personajes que, sin embargo, tropezaron con las prohibiciones sociales, pues Francesca estaba casada y Paolo era el empleado que le enseñaba literatura todas las tardes. Ingres aprovecha el momento -narrado por Petrarca- en el que Paolo, después de una tarde de lectura, demuestra su amor a la joven, que reacciona recatadamente. La verticalidad de joven fuerza la inclinación de Paolo, que alarga su cuerpo permitiendo ver un estudio de perspectiva, pues la escena se produce en una habitación que Ingres pinta en profundidad (en esta fotografía da la sensación de que el fondo es oscuro, pro no es así; una alargada pared a la derecha permite ver la perspectiva, ocupando los amantes el primer plano). Como en casi todos los lances románticos, la cosa no acaba bien, pues el esposo de Francesca les sorprende y se produce la tragedia. El colorido en esta obra es lo más destacado, demostrando Ingres su aprendizaje cuando estuvo como alumno de Louis David en París. Volver la mirada a la Edad Media, esa etapa en cierto modo misterosa para el siglo XIX, donde el amor cortés era un convencionalismo más, es otra muestra del romántico Ingres.

"La entrada del futuro Carlos V en París en 1358" es una obra de tema histórico inspirada en la Edad Media. 

La escena se enmarca en la guerra de "los cien años" que ocupó buena parte de los siglos XIV y XV y que enfrentó a las monarquías de Inglaterra y Francia por el trono de Francia, por la hegemonía europea y por la defensa (en el caso de la dinastía Valois) de la casa de Valois, a la que pertenecía Carlos V de Francia. Llegar a París, asolada por los desórdenes, era vital para el rey francés, que tuvo que combatir a los "usurpadores" el gobierno de la ciudad (subida de impuestos y levantamiento de la "jacquerie") con el fin de dirigir desde la capital al conjunto del reino (en esta guerra estuvo involucrada, temporalmente, Castilla, y en el momento que refleja el cuadro, Navarra).

Otra vez el colorido hace su aparición después de obras en las que había estado ausente en parte (como en el caso del "Sueño de Ossian"). Otra vez también el tratamiento de un tema medieval al que los románticos admiraban. El rey entra en la ciudad con solemnidad y sosiego, con la majestad que le confiere su estatus, como si no le hubiese costado esfuerzo la conquista de París. Los cortesanos y aliados le acompañan y reciben, con unos ropajes que hemos visto ya en otras obras de Ingres (rojos contrastando con el caballo blanco, que vuelve la cabeza hacia el espectador en un escorzo). A la izquierda del cuadro otro caballo muestra sus cuartos traseros también en escorzo (en profundidad).

La escena se enmarca en un paisaje mitad urbano y mitad rural, lo que da ocasión a Ingres a pintar un paisaje en perspectiva; ello nos indica que el rey está entrando en la ciudad, todavía sin la muchedumbre que le recibirá dentro de la misma. Siendo Ingres francés de Montauban, este cuadro es una muestra de su patriotismo o nacionalismo, en una época (el s. XIX) en que los nacionalismos formarán parte del "paisaje" político de la época.Con la entrada en París Carlos será reconocido como rey.



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