martes, 13 de marzo de 2012

Perseo y Andrómeda (R. Mengs)


Se trata de una obra de R. Mengs, pintada al óleo sobre lienzo, de tema mitológico, que se encuentra en el Museo del Hermitage (1774-1779) de 227 por 154 cm., lo que permite hablar de gran formato, algo muy querido por los pintores neoclásicos cuando se trataba de temas mitológicos sobre todo. Perseo estaba destinado a ser rey de Argos, pero en una demostración atlética lanzó el disco con tan mala fortuna que hirió de muerte a su propio abuelo. Afligido, renunció a reinar y se marchó a Tirinto (ciudad cercana a Argos, en la Argólida) donde se hizo rey de la ciudad, viviendo felizmente con Andrómeda, que le dio abundante descendencia. Obviamente los personajes no son históricos: Perseo era un semidios, pues había nacido de Danae fecundada por Zeus mediante una lluvia. Andrómeda era hija de un rey etíope. Es una reflexión sobre el destino.

La composición presenta una cierta línea descendente de izquierda a derecha (fijarse en parte inferior del cuadro) para dar sensación de profundicad (además de elementos en segundo plano, como el caballo, que esconde su cuerpo en la oscuridad). El tratamiento que se da a los personajes es clásico: tanto los ropajes y la actitud de Andrómeda (lirismo y ropajes, transparencias y delicadeza) como el desnudo de Perseo, con unas proporciones clásicas cercanas al "ideal de belleza" de la Grecia antigua. El movimiento es contenido; otra característica de la pintura neoclásica; contrariamente a los violentos escorzos del barroco, así como una luz que ya no es fuertemente contrastada con la oscuridad del fondo. La línea dibujística, si la comparamos con la obra de David o de Ingres es menos precisa -otra vez el difuminado de los contornos propio del barroco reciente- y la comuniación entre los personajes es sutil, no convencional. 

¿Que versión nos presenta Mengs aquí? El momento en que Perseo llega, apeado de su caballo, a Tirinto, se encuentra con la inquieta Andrómeda y se predisponen a una vida plácida y amorosa (nada indica en el cuadro drama o inquietud) ante la presencia de un "amorcillo" o Eros, que juguetea siempre entre los enamorados en ciernes para insuflarles la atracción mutua: el amor. Pero Eros parece flotar, como Andrómeda; en el caso del dios inadvertidamente, como si la escena no fuese con él, pues su intervención es siempre indirecta y sorpresiva. La luz no es aquí lo fundamental, sino el tema, la poesía que entraña la composición, con los personajes idealizados y jóvenes, desnudo él, vestida ella levente, con los ropajes agitados por el movimiento y por el aura suave. 

  

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