viernes, 2 de marzo de 2012

Sarmizegetusa

El santuario de Sarmizetegusa
El gran santuario de los dacios sería asaltado al fin, pero años antes este pueblo había infligido a Roma importantes derrotas. En el oeste de la actual Rumanía, a más de mil metros de altitud, rodeado en el siglo I por comunidades dacias, éstas se adentraban en el distrito romano de Moesia. Allí se encontraba la ciudad de Viminacium (hoy al este de Serbia)donde nos quedan los resos de la basílicia, la necrópolis, las termas y un acueducto de época romana, así como los restos de una iglesia paleocristiana.

Opio Sabino, el defensor de Moesia, caería en una de las incursiones dacias, al otro lado del Danubio, en torno al año 85 u 86 de nuestra era. En éste último año Roma enviará al militar Cornelio Fusco, que había participado en las campañas de Vespasiano para hacerse con el poder y ahora se encontraba de mandamás en Panonia. Las llanuras de esta tierra contrastan con las suaves, otras veces abruptas, montuosidades de Transilvania, al sur de la cual se encuentra el Santuario de Samizegetusa, en el actual distrito de Hunedoara. Esta es una tierra boscosa, con praderías que se alternan en un paisaje muy hermoso: son las montañas de Orastia, donde los dacios habían construído una serie de fortalezas con características murallas de gran grosor y altura.

Paisaje de Transilvania
Hasta allí avanzaron las legiones de Fusco, lo que no relatan los relieves de la columna trajana, que cantan solo las victorias posteriores de Roma. Con los militares romanos iban sacerdotes, constructores, a los que auxiliaban los soldados romanos; personal auxiliar y un cúmulo de dependientes. Antes de emprender batalla alguna, las legiones romanas construían su campamento, y entre jornada y jornada los legionarios se entrenaban en artes marciales, se daban al juego y a las diversiones, además de capturar a nativas para su mejor entretenimiento. Algunos enviarían cartas a su casas, dando noticia de esto o de aquello, agrandando sus méritos y quizá tranquilizando a sus familias. 

Arqueros y lanceros se destacaban; también los encargados de las catapultas, los que tenían por misión la vigilancia y la guardia nocturna. La disciplina era norma, incluso entre las tropas auxiliares, formadas por no ciudadanos con la esperanza de alcanzar dicha categoría jurídica. Cada soldado debía tener lista su lórica segmentada, sus hondas y jabalinas, su gladius o espada corta. El avance contra el enemigo, si se hacía en campo abierto, era mediante la táctica de la "tortuga", con los escudos cubriendo el cuerpo y la cabeza; si se trataba de emboscadas era la pericia del que mandaba la escuadra lo que contaba, que tendría que rendir cuentas el centurión o al jefe de la cohorte respectiva. 

La tierra de los dacios
En el año 86 Fusco sería derrotado por aquellos dacios que vivian a las puertas del imperio, en el momento de máxima expansión de éste, antes del reinado de Trajano, el empereador que no tuvo piedad con aquellas gentes, vengador de Sabino y Fusco, pero sobre todo fiel a la tradición guerrera de su civilización y del mundo antiguo. Antes, muchos legionarios que aspiraban a convertirse en agricultores, con la propiedad de la tierra que el estado romano les prometía, no llegarían a su objetivo, porque sus cuerpos habrían quedado en el campo de batalla.

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