El 25 de octubre de 1852 se reunía el Pleno de la Diputación Provincial de Pontevedra para estudiar un informe por el que se pretendía construir "un ferrocarril en Galicia cuya gigantesca idea es debida a la Diputación Provincial de Ourense". Los diputados pontevedreses reconocen "el patriótico celo" de los orensanos "al agitar el examen de la posibilidad y oportunidad de llevar a buen término un pensamiento grandioso en sí mismo". Enseguida se constató que la obra sería costosísima y que "careciendo la provincia en el momento de su nueva creación en 1833 de un camino de ruedas regular y directo que la comunicase aproximándola a la corte [sic] y sobre a esta con uno de los mejores puertos de Europa como es Vigo, y el mejor sin duda de España sobre el océano...", debía acoger la idea con entusiasmo, dicen los diputados pontevedreses. Pero al mismo tiempo señalan que antes de acometer una obra ferroviaria debía emprenderse la carretera que uniese Pontevedra a otras villas de Galicia, además de "la conservación de la que baja de Pontecesures a Vigo".
Se consideran entonces los "sacrificios que impone la obra de un ferrocarril completamente aislado por carencia de las vías locales que le han de dar nutrición. Cuatro años más tarde (1856) el Pleno de la Diputación Provincial de Pontevedra acuerda "conferenciar con el empresario de los estudios del ferrocarril desde Vigo a Valladolid...", entrando a nombrar a los señores Eduardo Chao, José Elduayen y el marqués de Valladares, verdaderos animadores de la vida política provincial en aquella época: el primero llegaría a ser ministro en las filas del republicanismo, y el segundo se eternizaría como diputado en Cortes conservador por Vigo.
En el Pleno de 4 de mayo de 1861 la Diputación de Pontevedra trata "sobre la excitación del sr. Elduayen, relativa a la subvención suplementaria para obtener proposición a la construcción de la vía férrea de Vigo a Ponferrada". Se constata que "son notorias las dificultades para hallar una casa que se encargue de la construcción del camino de hierro que concluye en Vigo, y que en la de Sir Morton concurren circunstancias para poder acometer dicha empresa [se trata de la casa inglesa Sir Morton Peto y Compañía]. Pero -se lamentan los diputados pontevedreses- el presupuesto y la subvención del Estado no son suficientes para llevarla a cabo "porque la línea no reportaría beneficios a los accionistas...". Se pretenden entonces concernir a las demás Diputaciones de Galicia, particularmente a la de A Coruña, en el proyecto de ferrocarril a Galicia, preguntándose los diputados: "¿es justo que solamente las provincias de Ourense y Pontevedra hagan sacrificios para ver de conseguir se subasten secciones de un ferrocarril que también aprovecha a otras provincias de Galicia?".
Se acordó en esa fecha crear un empréstito por valor de una parte de la subvención, "pagadera en los plzos más convenientes y la otra parte se incluirá con los intereses del empréstito en el presupuesto ordinario, de modo que siendo posible no se recargasen más los arbitrios provinciales".
Habrá que esperar a 1864 para que de nuevo el Pleno de la Diputación de Pontevedra acuerde "decir a la Compañía de ferrocarril de Medina del Campo a Zamora... que no entregaría en lo sucesivo cantidad alguna sin que la empresa le facilitase al mismo tiempo los títulos legales que acrediten sus acciones, acuerdo que no sólo está en prefecta consonancia con la ley [la de 1855 impulsada por el ministro Madoz] sino también con los estatutos de la misma Compañía" en su artículo 17. Luego se constata que "la empresa constructora del camino de hierro de Vigo a Ourense no ha podido hasta hoy cumplir lo prevenido en el artº. de la Ley de 11-7-1856 y sobre compañías concesionarias de obras públicas".
Lo cierto es que a la ciudad de Pontevedra el ferrocaril no llegaría hasta el año 1887, prueba de las dificultades para comunicar a una región periférica con el resto de España, circunstancia que también se dio en otras regiones españolas. Cuarenta años del siglo XIX perdidos en guerras, una burguesía menos dispuesta que la de otros países europeos a invertir en otra cosa que no fuesen tierras (excepción hecha de algunos casos) y unos gobiernos -formados por miembros de dicha burguesía- que no tuvieron la capacidad para hacer de España un país moderno, hacen que en un aspecto concreto como es el de la construcción del ferrocarril a Galicia, el retraso y las dificultades aparezcan a poco que se indague en los papeles de los archivos. (Archivo de la Diputación Provincial de Pontevedra, Actas de plenos, libros 13.005, 13.008, 13.010, 13.011, 13.013 y 13.014).
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