La ninfa de Fontainebleau |
Éste relieve en bronce de 205 por 409 cm., es una obra de Cellini mientras estuvo en Francia bajo el mecenazgo del rey Francisco I. Es obra de 1542-44 y se encuentra en el museo del Louvre.
Cellini, que en otras obras tiene cierto parecido con Giambologna, presenta una obra muy variada, pues fue un importante orfebre desde joven. Florentino de nacimiento, estuvo en Siena y en Roma (aquí al servicio de los papas Clemente VII y Pablo II), luego con Cosme de Medici y fue alumno de Miguel Ángel.
Las ninfas -como es sabido- son deidades menores femeninas de la antigua Grecia, hijas de Zeus que estaban siempre en relación con la naturaleza; se trataba de jóvenes hermosas y desnudas casi siempre, muy relacionadas con los ríos y las augas en general. Así nos representa Cellini a ésta ninfa, recostada apaciblemente, muy estilizada, sin guardar ya las proporciones clásicas aunque el tema sí lo sea. El modelado es más plano que en sus esculturas en bulto redondo, y la ninfa está rodeada de animales que "salen" del bosque hacia el espectador. La cabeza del ciervo en la parte superior incluso sobresale en un acusado alto relieve. Otros animales aparecen a escala menor también muy estilizados y donde el pelaje y otros detalles han sido cuidados con el máximo esmero.
Además Cellini parece supeditar a los animales a la presencia de la ninfa, que no se inmuta ante ellos: las fauces de los jabalíes, un conejo entre ellos, lobos jadeantes, garras y crines se amontonan en una obra claramente manierista porque ya no guarda el "orden" característico del quattrocento, sino que anuncia las abundancias del barroco. Bajo la ninfa, suaves y rizadas ondas del agua dan a todo el conjunto un aspecto mitad poético, mitad realista.
Otro relieve en bronce es "El rescate de Andrómeda", que había sido encadenada por su padre para casarla con un monstruo y así evitar males mayores. Perseo, que se convertirá en su esposo, enamorado de ella al descubrirla así, decide rescatarla. De nuevo un mito griego sirve de inspiración a un artista del renacimiento cuando aquellos mitos estaban a flor de piel entre las clases cultas de la sociedad europea.
La joven, desnuda y estilizada, ocupa el centro de la composición, donde de forma narrativa, el autor representa escenas diversas a un tiempo. Lanzas de soldados y jinetes que se aproximan desde el fondo, dos personajes afligidos a la derecha del espectador vestidos con ropajes clásico, en acusado juego de luces y sombras, pues los plegados son muy abundantes y profundos (quizá sus padres); en lo alto Perseo que se abalanza decidido para salvar a Andrómeda, y a la izquierda el monstruo con gruesa armadura y garras, que emerge de las aguas. Contra él cae Perseo.
Como en otras obras suyas el modelado es irregular, de forma que a personajes muy trabajados acompañan otros representados de forma muy simple, quizá porque en éste caso se representan al mismo tiempo escenas ocurridas en momentos distintos.
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