Reinaba con no pocos problemas Apríes en Egipto (589-570 a. de C.) cuando se levantan los habitantes de Judá, algunos griegos invaden Libia, el rey egipcio se complica las cosas contra Babilonia, algunos judíos vuelven a Egipto escapando del cautiverio de aquel imperio (¡quien se lo iba a decir a los judíos de siglos atrás!) y un general egipcio se levanta, con no poca tropa, contra el propio faraón Apríes.
Cuando Amasis oyó cantos de sirena de algunos de sus colaboradores se dejó llevar por ellos. Se le proponía nada menos que sustituir, al frente de Egipto, a Apríes, y dice Heródoto que "no sentó mal a Amasis, al parecer, según se vio por el resultado". En cuanto el rey se enteró envió emisarios para saber lo que pasaba y si era cierto que Amasis se levantaba contra él. Continúa Heródoto diciendo que Amasis hizo de los emisarios tal desprecio que "hallándose entonces a caballo, levantó un poco el muslo y le saludó grosera e indecorosamente" (cada cual interprete estas palabras como crea conveniente). Al volver el jefe de los emisarios al rey con la mala noticia de que Amasis no obedecería, aquel mandó que se le mutilase, "cortándole allí mismo las orejas y las narices".
Esto molestó tanto a muchos que se pasaron al bando de Amasis. Entonces empezó la guerra entre el rey y el pretendiente: carios y jonios estuvieron al servicio de Apríes, lo que habla de las fluídas relaciones entre estos pueblos en el siglo VI antes de Cristo. Entonces es cuando Heródoto habla de los diversos grupos sociales de la ciudad de Momemfis: sacerdotes en primer lugar, guerreros, boyeros, porqueros, mercaderes, intérpretes (otra alusión a la fluidez de las relaciones entre griegos, egipcios, judíos y babilonios) y marineros.
Las armas fueron favorables a Amasis, por lo que éste se coronó rey de Egipto y gozó de poder durante muchos años, pero dio a su predecesor un enterramiento digno de su rango. Así se ha actuado muchas veces a lo largo de la historia: en la futura Roma, donde unos cuantos soldados han hecho y deshecho emperadores, en la Hispania goda, donde los conflictos dinásticos fueron endémicos, en el mundo amerindio y así podríamos seguir.
Amasis no tenía otra "legitimidad" que el favor de sus soldados y la destreza para vencer cruelmente; Apríes no tenía mayor legitimidad si tenemos en cuenta que era descendiente de Psamético II y éste, con anterioridad, había sido precedido por usurpadores del trono. Todo un ejemplo de políticas de hecho: el derecho, como hoy en muchas ocasiones, queda en segundo plano.
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