sábado, 16 de junio de 2012

Domitila Chungara


Hace unos meses falleció en Cochabamba (Bolivia) una de las mujeres más admirables, de las muchas que ha habido, en el movimiento obrero y feminista mundial. Había nacido en el seno de una familia humildísima (su padre era minero) en 1937, pocos años después de que miles de bolivianos se desangraran en la guerra del Chaco. Las antiguas minas de Potosí, que los españoles habían explotado a una altura de 4.000 metros, en un páramo insufrible, donde las penalidades no tienen medida, siglos más tarde seguiría la lucha de mujeres y hombres de los Andes bolivianos por su dignidad y derechos. 

Domitila se quedó huérfana cuando era niña, y con su madre enferma cuidó de sus hermanos al tiempo que trabajaba. El relieve pelado, los tonos cobrizos de la tierra, el ferrocarril minero, la atmósfera siempre azul y brillante, son parte del ambiente en que creció, trabajó, sufrió, luchó Domitila Chungara. Los dictadorzuelos Barrientos y Bánzer saben bien de ella; que su lucha fue pacífica, que fue una dirigente precoz y que sufrió la represión tras la masacre de San Juan. Era el mes de junio del año 1967 cuando un cuerpo de ejército, llegado de incógnito a la región, rodeó a los mineros mientras festejaban la noche. Cuando acababa se abalanzaron sobre las mujeres, los niños, los jóvenes y hombres de las minas Catavi y Siglo XX. Una represión brutal y gratuita, si no fuera porque se cobró considerable número de muertos y heridos. 

Apresada Domitila fue torturada; decidida a una huelga de hambre como protesta, fue seguida por cientos, luego miles de personas, que contribuyeron a la caída del dictador, si bien la administración norteamericana, al frente de la cual acababa de empezar su único mandato Jinmy Carter, también inlfuyó exigiendo democratización en América latina y respeto a los derechos humanos. Poco duró la esperanza, porque en 1971 comenzaría -tras el breve mandato de Torres- otra dictadura ridícula pero atroz, la de Hugo Bánzer, siniestro personaje que supo adaptarse más tarde a la democracia boliviana.

Domitila honra el género humano; honra a la mujer trabajadora. Su libro "Si me permiten hablar..." es -si no lo fuese su vida- un ejemplo de compromiso con los débiles, con los pobres y con las clases populares.

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